Iñaki Zaratiegi
CRóNICA MUSICAL

Las chicas de Oriente y el barítono californiano

Miho Hazama con su big band en la plaza de la Trinidad.
Miho Hazama con su big band en la plaza de la Trinidad. (Idoia ZABALETA | FOKU)

La tormenta musiquera siguió ayer descargando intensa sobre un festival que alcanza hoy su tercera jornada en pleno fin de semana. La Bella Easo lució en pleno esplendor cultural de estío desde el mediodía con los solos de piano del Museo San Telmo (Craig Taborn), el programa del Victoria Eugenia (Verónica Ferreiro & Javier Sánchez y Carlos Sarduy Ouartet) o el Txikijazz (Sharon Clark, Carla Sevilla 5tet).

Por la tarde, la paseante masa de la Zurriola se pudo encontrar de nuevo con la morena vocalista Sharon Clark o con el grupo Atrisma en las terrazas del Kursaal, seguidos después por Horda y Eva Alcaide. Y hubo otras diversas propuestas del programa general en Forum Fnac, Garbera o Nauticool en el puerto.

La vertiente juvenil de la jornada en la Zurriola contó con dos grupos programados a última hora como sustitución de dos bajas en el cartel. Como primer acto intervinieron los catalanes The Excitements, en clave de músicas negras soul-rhythm and blues, con la vocalista gala Kissia San comandando la acción al grito de «Keepin’On», título de su último disco. Les siguieron los madrileños Carolina Durante con su exitoso pop-rock trotón que hizo bailar al personal hasta casi la una de la madrugada.

Cantemos al amor
Era Gregory Porter una de las estrellas del día. Llegaba a la sesión vespertina del Kursal mayor, en su quinta visita al festival, y no defraudó. Contó en su seria sesión con cinco apoyos: el piano de Chip Crawford, Emanuel Harrold a la batería, Tivon Pennicott al saxo, el contrabajista Jahmal Nichols y Ondrej Pivec al órgano Hammond.

Calzado con su eterna gorra y de traje, Porter impone de entrada por seguridad y personalidad en escena y llega rápido al corazón de la gente con una enorme voz de barítono, flexible en tonos íntimos en la que resuenan grandes ecos vocales del género y a veces el soul de ojos azules de gentes como Van Morrison.

Usa el de Sacramento su habilidad cantora para proclamar el amor en múltiples variedades: el sobreestimado (‘If Love Is Overrated’), el todopoderoso (‘When Love Was King’), el inmortal (‘No Love Dying’). Secundado de cerca por un saxo muy resultón y con duelos de piano-Hammond, fue sedoso en ‘On My Way to Harlem’ o ‘Musical Genoicide’ o casi rockero en ‘Liquid Spirit’.

Versionó de modo original, con el solo apoyo del contrabajo, el ‘My Girl’ de los Temptations. Rescató ‘Papa Was a Rollin’ Stone’, mentó a Luther Vandross e hizo un guiño beatle. Elegancia escénica para una sabia mezcla de blues, gospel o jazz.

Big band a la japonesa
Quiso la programación de esta 57 edición inaugurar las noches de la plaza Trinidad con dos artistas de Japón que llenaron el recinto y atrajeron hasta al embajador nipón. La directora Miho Hazama pilotó a la casi veintena de componentes de la llamada Musikene Summer Big Band en lo que el programa oficial ha definido como un «difícil equilibrio entre la complejidad y la claridad».

Miho dirigió con maneras ágiles y elegantes y los jóvenes instrumentista fueron desgranando, bien compactados y con continuos solos, algunas obras de la jefa de fila (’Mimi’s March’, ‘Your Scenery Story’, ‘I Said Cool, You Said…What?’ y standards con arreglos de Hazama: ‘Bourbon Street’ (Duke Ellington), ‘Dolphin Dance’ (Herbie Hancock), ‘Epistrophy’ (Thelonius Monk).

Swing compactado y macizo, tonos ambientales propios de bandas sonoras, ampuloso dinamismo sónico y un guiño final con la nerviosa y hasta chirriante ‘Magdalena’ de los californianos A Perfect Circle, que Hazama etiquetó de heavies. Estupendo prólogo para lucimiento de las nuevas generaciones jazzeras.

Una suite arrolladora
La segunda sesión en la plaza Trinidad fue un bellísimo reencuentro con Hiromi Uehara, empezando por la colorista puesta en escena de la pianista con los tonos de su país por vestido y la paleta de matices estéticos de las féminas Rakhvinder Singh (violín), Meghan Cassidy (viola) y Gabriela Swallow (cello), más el frac oscuro del también violinista Shlomy Dobrinsky.

Ofrecían el nuevo álbum ‘Silver Lining Suite’, compuesto por la creadora oriental durante la pandemia, primer disco que graba en Japón y que alberga cuatro movimientos: ‘Isolation’, ‘The Unknown’, ‘Drifters’ y ‘Fortitude’.

Bajo su alborotado penacho de pelo y con su conocida juguetona actitud ante el piano de cola, Hiromi fue a la vez refinada y salvaje, íntima y juerguista, melancólica y festiva, siempre extraordinariamente hábil en la técnica e imposible de seguir en velocidad.

Remató la noche ‘Legend of the Purple Valley, “11:49PM’, ‘Jumpstart’ y el brindis ‘Ribera del Duero’. Aunque el febril ambiente final fue más bien gipsy a lo balcánico mezclado con algo así como barroco punk en la sección de cuerda. A ratos, la extasiada audiencia podría preguntarse si el piano lo tocaba una humana o una máquina con mucho sentimiento. O imaginar la fantasía de que ese vendaval de instrumentista tuviera cuatro manos. Una descarga de pura energía creativa.

Iggy Pop y amigos
La programación sabatina arranca con el pianista francés de origen bereber Sofiane Pamart en el Museo San Telmo y Moisés Sánchez y Daahoud Salim Quintet en el Victoria Eugenia. El programa Txikijazz ofrece a Swingtronics en Garbera. El trío de la pianista Lucia Fumero ofrece sesión vespertina en la sala club del Victoria Eugenia.

Un poco después será la gran cita festivalera con el incombustible Iggy Pop en el Kursaal. En las terrazas exteriores se podrá disfrutar de Musika Eskola Big Band, Bruce Barth Trio + Terell Stafford, Caligrama y Trío Zemí.

The Excitements suben hasta el centro comercial Garbera. La doble sesión central de plaza Trinidad recupera al asiduo saxofonista del festival Steve Coleman y su grupo Five Elements y programa en la segunda mitad al cantante californiano Louis Cole. La juerga playera correrá cargo de los británicos This Is The Kit y el cuarteto californiano de soul-rock Vintage Trouble.