Piparras, la alegría de la huerta o del jardín
Las piparras, las guindillas frescas que se han cultivado entre abril y mayo, van a empezar a alegrar nuestras mesas en los meses más cálidos. Muy apreciadas, entramos de lleno en la temporada de los «langostinos de Ibarra» para saborearlos al máximo con las recomendaciones de nuestro chef.

Qué ganas de llevaros a todos al huerto! Pero en grupos pequeños, familia, que no se puede ir con todos a la vez. A los y las alarmistas que estáis pasando la página pensando que se me han perdido las formas, pido tranquilidad y sentido del humor, que el huerto antes de ser parte de una metáfora picante y llena de vicio, fue, simplemente, huerto.
Igual de picante que las piparras de las plantas que ya empiezan a asomar hemos arrancado el día, familia. ¡Qué ganas de picar y que piquen las piparras! Qué ganas de jugar a esa especie de ruleta rusa en la que los más experimentados avistan la capsaicina (compuesto que hace que las piparras piquen) a distancia. Y es que los golpes de calor que hemos pasado, así, de manera totalmente intermitente, se traducen en picante si nos pilla con las piparras colgando. Ya llegará… y toca esperar a ver con qué clima maduran para saber si van a picar mucho, poco o nada. De momento, lo que podemos empezar a ver por nuestros alrededores no es más que un inmenso jardín lleno de plantas de piparra.
Esperad, sí. He dicho jardín. ¿En qué se diferencian un jardín de una huerta? En inglés, el término utilizado para referirnos a una huerta es el de “vegetable garden” que, traducido, vendría a ser “jardín de verduras” o “jardín vegetal”, pero en ambos casos con la palabra jardín por delante. Veamos pues qué dice nuestra prima la RAE. Para jardín dice así: “Terreno donde se cultivan plantas con fines ornamentales”. Y, para huerto/a, la definición es la siguiente: “Terreno de extensión corta o larga (huerto o huerta), generalmente cercado, en el que se cultivan verduras, legumbres y árboles frutales”. Por lo tanto, ¿si planto un árbol frutal o cualquier planta con fines ornamentales, pero que también me dé fruto post-floración, lo que tengo es un jardín vegetal?, ¿o se convierte el jardín en huerto o el huerto en jardín?
Ahora mismo esta es la crisis existencial más fuerte a la que me he enfrentado. Ahora veo una huerta y no sé cómo referirme a ella. Y lo mismo me pasa con los jardines. ¿La salvación? Llamar a ambas plantaciones jardín vegetal. En euskara nos hemos permitido el lujo de llamar “loratza” a un momento del menú en el que hablamos sobre este tema. ¿Dónde empieza y acaba un jardín o una huerta? De baratza = huerta y lorategia = jardín, hemos derivado a palabra “loratza”. Porque casi todos los productos de una huerta pasan por la “fase flor”. Y, en ese momento, compartirían las identidades de las dos familias de plantación de las que os vengo hablando, la huerta y el jardín. Por lo tanto, a partir de ahora, pensad dos veces qué término utilizar cuando queráis visitar una plantación vegetal con fines “no alimentarios”. ¿No os suena precioso “pasear por nuestro jardín” referiéndoos a intimar? Ahora sabéis que podéis referiros a este tema de esta manera. Y, si alguien os lleva la contraria, le exponéis los dos párrafos anteriores.
Pero volvamos a lo que importa de los domingos que compartimos, que no son los dos rombos, sino las cosas del comer. Y, aprovechando el tema de las piparras, se me ocurren unas cuantas recetas sencillas en las que la piparra fresca está o es protagonista. Ponéos el delantal, y erguid la espalda, que lo de agachar el lomo para recolectarlas está todavía a un ratito de verano.
Piparra frita: Abundante aceite muy caliente. Que empiece a humear. Añadimos un puñado de piparras y dejamos que se cocinen máximo 1 minuto. Si ponéis el fuego a tope para que humee, bajad el fuego al 7 sobre 10 para mantener el calor, pero sin quemar las piparras. Escurridlas bien con papel absorbente y añadid una pizca generosa de sal.
Bonito marinado con vinagreta de piparras: Esta receta consta de dos partes. La primera, en la que se encurten en vinagre y, la segunda, en la que se utilizan estas piparras encurtidas para hacer una vinagreta. Para encurtirlas, ponemos en un cazo una parte de vinagre, otra parte de azúcar y dos partes de agua. Calentad la mezcla hasta que el azúcar se diluya y, en un tupper o frasco de cristal, colocamos las piparras frescas, añadiendo por encima esta mezcla templada. Dejad el frasco o el tupper un mes en nevera y ya estarán listas. La segunda receta pasa por preparar una vinagreta, picando tres tomates sin pulpa ni piel, una cebolleta y unas 15-20 piparras según su tamaño. Se pica todo lo más fino posible y se aliña con una parte de vinagre y 2 partes de aceite de girasol. Unas gotas de aceite de oliva virgen extra, la ralladura de una lima y sal. Esta vinagreta es ideal para cualquier pescado crudo o marinado. Por ejemplo, un buen bonito de temporada, crudo, marinado, cocido, asado, a la planca… esta vinagreta funciona con todo.
Piparras rellenas: Necesitaréis una jeringuilla muy fina y un camión de paciencia. Se trata de tomar el pelo a quien propongáis esta receta porque obviamente no os la estoy proponiendo en serio. Pero podéis vacilar con este tema.
Piparras en gabardina: En un pequeño bol, se colocan un par de cucharadas bien colmadas de harina. Se añade una pizca de sal y cerveza sin parar de mezclar. No hay proporción exacta, por lo que tendréis que añadir cerveza muy a poquitos, hasta obtener una crema que se pegue a las piparras. Colocad un cazo con aceite bien caliente, humeante, y freíd las piparras pasadas por la gabardina. Dejad que dore y se cocinen bien, y ya tenéis el picoteo del vermú renovado.
Salsa de piparras: Picáis unas diez chalotas bien finitas, las rehogáis con una nuez de mantequilla y, cuando haya empezado a sudar, añadimos unas 10-12 piparras picadas, sin el tallo. Se pocha el conjunto hasta que esté todo bien cocinado, como unos 20 minutos al 6 sobre 10. No hace falta que coja color, o mucho color. Se cubre todo con un poquito de txakoli y se reduce a la mitad. Mojamos otra vez con un poco de caldo de ave (justo hasta cubrir) y trituramos el conjunto, poniendo a punto de sal y pimienta. Y, de esta manera, tendremos una versión de la “beurre blanc”, pero con piparras. Probadla con un pescado a la plancha o una simple pechuga de pollo. On egin!