Ni hipsters, ni muppies. Parecen gladiadores, con caras esculpidas por puñetazos, pectorales descubiertos, pantalones medievales. Testosterona a tope. El Calcio Fiorentino (o calcio histórico), una especie de futbol/rugby/boxeo antiguo, nació en el siglo XVI entre aristócratas en Florencia; fue olvidado durante 200 años y recuperado en la década de 1930. Hay cuatro equipos de cuatro barrios de la ciudad: los verdes de San Giovanni jugaron ayer contra los rojos de Santa Maria Novella, y esta tarde jugarán los azules del barrio de Santa Croce contra los blancos de Santo Spirito. Los equipos ganadores disputarán la final el día de San Juan (santo de Florencia), en la Piazza Santa Croce.

El juego se desarrolla en un campo de arena el doble de largo que de ancho y dura unos 50 minutos. Cada equipo cuenta con 27 jugadores y no hay suplentes ni sustitutos. Los jugadores tienen la misión de llevar el balón a la portería contraria «por cualquier medio a su alcance». Pies, manos, puños... cualquier medio. No mires el balón, sino al rival. No importa tanto el premio, una ternera blanca Chianina, sino no perder la cara. Lo que origina no pocas escenas como esta: peleas campestres, caos y puñetazos que árbitros y capitanes a duras penas logran controlar. Las reglas no han cambiado mucho desde tiempos aristocráticos: no gana el mejor vestido, sino el mejor goleador, no se ataca desde atrás y es hombre contra un solo hombre.

En 2006, el torneo fue suspendido durante dos años tras graves enfrentamientos entre el equipo blanco y el azul. Una edición más reciente estuvo marcada por la presencia de un par de jugadores con símbolos fascistas tatuados en su torso desnudo. Sea como fuere, los partidos de este fútbol histórico (en italiano, calcio es también sinónimo de fútbol) siguen concitando una enorme atracción de público.

«Es un momento fuera de espacio y tiempo. No es solamente deporte, es amistad, combate, lucha, sentimientos», cuenta uno de los jugadores entrevistados para la pieza multimedia “Calcio Storico”, de David Airob, David Ramos y Jose Bautista, que fue premiada (3.) en el World Press Photo 2014. Una buena ocasión para visitar la biblioteca de este concurso.

Y, por cierto, ¡desde 2011 hay versión femenina!