MIKEL INSAUSTI
CINE

«Absolutely Anything»

Tal vez no se puedan lanzar las campanas al vuelo, pero es absolutamente cierto que la película “Absolutely Anything” vuelve a reunir a los Monty Python vivos al completo, después de más de tres décadas desintegrados. Esto es así para los anglosajones, y no tanto para los países donde se doblan las películas del inglés a sus respectivos idiomas, porque Terry Jones, Terry Gilliam, John Cleese, Eric Idle y Michael Palin ponen sus voces a los personajes extraterrestres, mientras que los humanos aparecen con su fisonomía interpretados por otros actores y actrices. El grupo no se reunía en el cine desde que se despidieran colectivamente con “El sentido de la vida” (1983), título que les permitió irse por la puerta grande, triunfando en el Festival de Cannes. Así que, con trampa o sin trampa, esta vuelta tiene su miga. El equipo de humoristas ingleses, al que se sumó el estadounidense Terry Gilliam desde sus inicios, cuenta también con la actuación póstuma de su gran amigo y colaborador Robin Williams, quien pone su voz al perro Mojo, la mascota parlante del protagonista.

Y si de retornos hay que hablar, otro que llevaba tiempo sin dirigir –unos veinte años– es Terry Jones. No obstante, junto a Terry Gilliam sigue siendo el que más cine ha hecho tras la separación del grupo. Con los Monty Python codirigió al lado de Gilliam “Los caballeros de la Mesa Cuadrada y sus locos seguidores” (1975) y “El sentido de la vida” (1983), y en solitario “La vida de Brian” (1979). Después realizó por su cuenta, con puntuales colaboraciones de sus excompañeros en el reparto, “Servicios muy personales” (1987), “Erik el vikingo” (1989) y “Viento en los sauces” (1996). Lo que pasa es que Terry Jones es un humorista total y ha hecho en todos estos años mucha televisión, documentales y demás. Delante de la cámara es un consumado genio del disfraz y de la transformación, y no es de extrañar que, en “Absolutely Anything”, haya preferido aparecer bajo el aspecto de un extraterreste, caracterización a la que se han sumado gustosos sus viejos colegas con la ayuda de los efectos digitales y las últimas técnicas en CGI.

Pero esos efectos, cuando ilustran los poderes del protagonista humano, son en la mayoría de los casos paródicos y están impregnados de la magia visual y la inocencia de los pioneros del cine mudo, tal como los concebía Méliès, pero sin cables. Así, por ejemplo, Simon Pegg puede leer un libro sentado a la mesa, mientras los cubiertos se mueven de forma autónoma y le sirven la comida. Las acciones que ejecuta mediante el poder extraterrestre que le ha sido concedido recuerdan a las que llevaba a cabo la actriz Elizabeth Montgomery en la serie de televisión “Embrujada” (1964-1972), en la medida en la que le ayudan a solucionar sus problemas domésticos.

Aún así, el sujeto de experimento comienza a notar sus nuevas prodigiosas facultades dentro de su labor como docente, cuando percibe que sus deseos se pueden hacer realidad, y de un pensamiento logra cargarse el aula con el alumnado más insoportable. Con ese tipo de escenas la sátira sobre la pérdida de autoridad del profesorado está más que servida, a la vez que nuestro individuo refuerza su autoestima, lo cual no le vendrá nada mal de cara a sus relaciones personales. Simon Pegg se viene arriba y se empareja con la actriz Kate Beckinsale, disfrutando del momento sin preguntarse por la razón oculta del cambio. En este guión que Terry Jones tenía olvidado en un cajón, se supone que inspirado en “El hombre que podía hacer milagros” de H.G. Wells, los alienígenas interceptan la nave espacial Voyager y se interesan por el estudio de la especie humana. Deciden evaluar a un profesor al azar y, si extrae buenas enseñanzas de su empoderamiento, la tierra se salvará; de lo contrario, será destruida.

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