Janina Pérez Arias
Elkarrizketa
Ben Whishaw

«Muchas veces tengo la sensación de que es el mismo personaje el que se vuelve hacia mí para decirme lo que tengo que hacer»

Como pocos de su generación, este actor ha logrado sobresalir en el panorama cinematográfico angloparlante, asumiendo roles imposibles (como en “El perfume”), legendarios (Q, en “Spectre”, la continuación de la saga de James Bond que llega a las salas comerciales el próximo 6 de noviembre) o totalmente fuera de lo común, tal como sucede en la comedia romántica “Langosta”, cuyo estreno está previsto para principios de diciembre próximo.

Aunque su nombre figure en varios de los esperados próximos estrenos que llegarán a la cartelera cinematográfica, Ben Whishaw (Bedfordshire, 1980) dista mucho de ser un «actor de moda». En él no hay ni superficialidades ni fugacidades. Pisa fuerte, construyendo sólidamente una carrera en la que –como pocos de su generación– logra destacar, bien sea en montajes de teatro en cuyo cartel figura Judi Dench, como también en series de televisión (“The Hour”, “London Spy”), o en su nutrida filmografía iniciada a los 17 años, cuando aún era un amateur.

Benjamin John, uno de los gemelos de una pareja que nada tiene que ver con el mundo del espectáculo, está considerado como uno de los intérpretes más versátiles de Gran Bretaña. En el cine, Whishaw se mueve con soltura entre roles protagónicos y secundarios, porque parece que para él la importancia de su trabajo radica en otros aspectos, que no son precisamente la posición de su nombre en el cartel de promoción, ni el número de líneas que debe recitar. Siempre en búsqueda de papeles que le desafíen como actor, en “Langosta” –una historia futurista en la que comparte reparto con Colin Farell y Rachel Weisz–, encontró una nueva y buena oportunidad. «Es un verdadero regalo, ya que es una historia inusual, es como un tesoro encontrar algo así», explica mientras sorbe té de menta, a pocas horas del estreno mundial de “The Lobster” (su título original) en el Festival de Cannes.

En el primer filme en inglés del griego Yorgos Lanthimos (“Canino”, 2009 y “Alps”, 2011), Ben Whishaw es «el hombre que cojea». Desarrollada en un futuro cercano, en “Langosta” ser soltero es ilegal. Las almas solitarias (criminales, al fin y al cabo) son recluidas en una especie de sanatorio, donde comienza una cuenta atrás: tienen 45 días para emparejarse; en caso contrario serán convertidos en el animal que ellos mismos han elegido previamente.

Un panorama que hasta al mismo Whishaw no se le hace ni tan lejano, ni tan imposible. Aunque no sea muy dado a conversar sobre su vida privada, no evita reflexionar sobre las relaciones de pareja en un mundo cada vez más dominado por el whatsapp y las miles de aplicaciones para encontrar pareja. Al parecer hoy es más fácil que nunca ser soltero… Al contrario de los personajes de “Langosta”, Ben Whishaw dice que no se desesperaría en caso de que le tocara vivir tal situación: «Siento curiosidad por saber cómo sería yo en la piel de un animal», cavila. Una frase que no puede sorprender, teniendo en cuenta no solo hasta dónde ha llegado este actor, sino lo que le falta por andar.

Al leer el guion de «Langosta», ¿se le hizo fácil visualizar la historia?

No pude anticiparme a lo que iba a ser la película. Yorgos creó un mundo fantástico, además de ser un buen estudio de las relaciones humanas. Es un guion brillante, pero en especial me fascinaron los elementos de comedia negra y esa suerte de poesía surrealista. Nunca me hubiera esperado que esa historia de amor fuera tan conmovedora, con esa conexión tan intensa, entre unos personajes que más bien evitan ese tipo de relación íntima.

¿Qué piensa del uso del humor negro para exponer temas serios y de importancia?

Cuando vi la película por primera vez, no podía saber qué pasaría de un momento a otro, porque tiene muchos momentos verdaderamente chocantes, que a primera vista no son graciosos, pero luego te sorprendes de tu propia reacción.

En la película, la soltería es castigada. ¿Qué piensa de todas las «posibilidades» que existen hoy en día para conocer gente?

Casarse con la gente que conoces de toda la vida, que son de tu mismo pueblo o del barrio, ya es algo que pertenece a otra generaciones; por una u otra razón, ha desaparecido. Es difícil tener expectativas que no se cumplen, estar en la disyuntiva de dónde puedo conocer gente, tal vez en el trabajo, o mejor no… Pienso que es una cosa fantástica que existan todas esas apps o eventos como el speed dating, porque ¿cómo puedes conocer gente? ¡Es difícil! Y si la tecnología puede ayudar, pues perfecto. Es fascinante el hecho de que esa intimidad fluya a través de una máquina, a través de la tecnología. Es algo muy peculiar, no sabemos cómo nos va a cambiar como personas, pero al menos es un medio para que luego la gente se vea cara a cara, y tal vez terminen juntos.

¿Cómo ve el hecho de que aún se le preste tanta atención al hecho de si se es soltero o si se tiene una pareja?

En todas las personas coexisten la necesidad de amor, de estar en conexión con los demás, de estar en compañía, con la necesidad de la soledad, la de la independencia. Y esos dos aspectos están en conflicto todo el tiempo, así seas soltero o estés en una relación.

¿Cómo le influye que sea una película donde están involucradas muchas nacionalidades diferentes, además de ser una producción independiente?

Este trabajo ha sido más bien trabajar con un grupo de amigos, en una atmósfera íntima y familiar, con un presupuesto pequeño, lo cual le da el carácter de «hecho en casa», al contrario de una superproducción. El elenco también está compuesto por actores con rango de gran estrella, que han participado en películas con presupuesto de envergadura (Rachel Weisz, Colin Farrell, John C. Reilly); es un elenco de alto nivel que simplemente encontró fascinante esta historia. Fue muy divertido compartir con tanta gente. Como rodamos en Irlanda, en un hotel extrañísimo, en el medio de la nada, después de la jornadas de trabajo escuchábamos música, veíamos muchas tonterías en Youtube… Fue como ir de campamento.

Al igual que Yorgos Lanthimos, cada vez más directores de otras culturas ruedan en inglés…

No sé exactamente cuáles son las razones, pero tal vez sea por el hecho de que cada vez el mundo está más interconectado. Aunque haya gente que crea que está mal que esos directores filmen en inglés, yo no creo que sea así.

De Q a Mercury. De niño era tan tímido, que sus maestros le animaron a que hiciera algo de teatro. Tal vez aún le quede algún vestigio de timidez, pero la actuación ya no la dejaría jamás. Desde que en 2004 se convirtiera en el actor más joven en interpretar con éxito a Hamlet, en el Old Vic de Londres, parece que muchos de los roles asumidos por Ben Whishaw no han estado exentos de cierto significado.

Por lo menos en el cine se recuerda que con “El perfume” (Tom Tykwer, 2006) tuvo su primer gran protagónico con rango de misión imposible, ya que se trataba de Jean-Baptiste Grenouille, un personaje imaginado por los millones de lectores de la novela de Patrick Süskind. En “Bright Star” –dirigida por Jane Campion, 2009–, interpretaría al poeta John Keats; en la grandilocuente “Cloud Atlas” –de Tykwer y los hermanos Wachowski, 2012–, encarnaría a cinco personajes diferentes. Y sin pasar por ningún tipo de audición, en 2012 atendió a la llamada de Sam Mendes para encargarse de «reinventar» a Q, el cerebro oculto tras todos los artilugios que sacan de apuros a James Bond; en cinco días de rodaje de “Skyfall”, logró crear al nuevo Q.

En el camino artístico de Ben Whishaw, Daniel Craig ya se le había cruzado en 1999 en “The Trench”, la primera película en la que participó. Con una nueva entrega del agente 007 a la vuelta de la esquina, Whishaw intenta desentenderse, cuando se le menciona, de la presión que tal vez debe experimentar en un rodaje de esa franquicia, en comparación con la placentera aventura de “Langosta”. «Son más bien totalmente diferentes», responde cuidadoso: «En James Bond se trataba de una atmósfera diferente, se puede decir que era otro tipo de ‘animal’… (risas)».

¿Cómo ha sido hasta ahora su experiencia como Q?

Ha sido una grata experiencia, como también está resultando una sorpresa que esté gustando. Como actor, la gran mayoría de las veces suele ser para mí una sorpresa, porque nunca tengo grandes expectativas.

Ha trabajado con muchos diferentes directores y encarnado a una gran variedad de personajes, ¿qué busca en los roles que le ofrecen?

Me atraen las películas que me comprometan, que me reten, con las que me sienta encantado. Me gustan los filmes que asumen que la audiencia es inteligente, y que aportan también alma, que como público sientas que estás en la historia.

¿Qué es lo más difícil que le resulta de descubrir del alma de sus personajes?

A veces un personaje funciona si no lo entiendes del todo, teniendo cierta inconsciencia, teniendo tan solo la sospecha de que ese personaje actuaría de una forma en particular. Muchas veces tengo la sensación de que es el mismo personaje el que se vuelve hacia mí para decirme lo que tengo que hacer. Procuro mantenerme abierto, estar preparado para no tener que saberlo todo.

¿Es crítico consigo mismo?

Tienes que ser crítico en todas las fases de un proyecto, aunque a veces eso no te lleve a ninguna parte (se sonríe), porque tienes que seguir adelante. Se llega a tener muchas dudas o a hacerte muchas críticas, pero no lo puedes hacer constantemente; aprendí que eso no ayuda en nada, porque es como darte de cabezazos contra una pared.

Todavía con varios estrenos pendientes, entre los que destacan “Spectre” (dirigido por Sam Mendes), “La chica danesa” (Tom Hooper), “Las Sufragistas” (Sarah Gravon) o “In the Heart of the Sea” (Ron Howard), donde interpreta al escritor Herman Melville, desde 2013 hasta ahora, su nombre sigue sonando para encarnar en la gran pantalla al líder de Queen, Freddie Mercury; un proyecto que aún está a la espera, pero Ben Whishaw no deja de recordar (a quien le pueda interesar) que está disponible.