Según la Wikipedia, superalimentos son aquellos alimentos que poseen gran cantidad de nutrientes que aportan beneficios extras a la salud, de forma natural, sin agregados ni procesos. En los medios se asegura que si ingerimos esos alimentos, nuestros cuerpos lograrán la energía necesaria para prevenirnos de enfermedades y del envejecimiento.

Lo cierto es que se ha popularizado el uso de la palabra «superalimento»; sin embargo, no existe ninguna definición técnica para este término ya que no está clara la evidencia científica en cuanto a los efectos de esos alimentos sobre la salud. ¿Por qué?

Pues porque primero hay que examinar las pruebas científicas que pueda haber detrás de tales afirmaciones sobre los superalimentos. Por ejemplo, los arándanos son uno de los más populares y conocidos. Es un hecho que las altas concentraciones de antioxidantes presentes en los arándanos (las antocianinas) inhiben el crecimiento de las células de cáncer de colon humano.

También se han demostrado las grandes propiedades antioxidantes que tiene la pulpa de fruta a base de acaí, aunque no se ha confirmado que pueda tener beneficios para la salud en seres humanos. Respecto al zumo de granada, se ha observado que puede bajar la tensión arterial a corto plazo, así como reducir el estrés (desgaste) oxidativo en personas sanas (ambos factores de riesgo importantes para la aparición de cardiopatías).

Sin embargo y aunque a simple vista la ciencia parece avalar las «súper» propiedades de estos alimentos, lo cierto es que trasladar o extrapolar los resultados de esos estudios a dietas reales es muy difícil. Ya que para estos estudios, llevados a cabo en laboratorios, se emplean niveles muy altos de nutrientes, que suelen diferir bastante de la manera en la que esos alimentos se integran y consumen normalmente en la dieta cotidiana. Además, los efectos fisiológicos de muchos de esos superalimentos son solo a corto plazo. Es decir, tendríamos que consumirlos frecuentemente para obtener algún beneficio para la salud y, de hecho, ese consumo frecuente podría resultar contraproducente en algún caso.

La ciencia, por el momento, no puede garantizar la existencia de tal término. No obstante, sí existen alimentos que permiten un consumo realista dentro de una dieta equilibrada, eso sí, acompañados de una gran variedad de más alimentos y que tienen demostradas superpropiedades, como los siguientes:

Avena: Gracias a los betaglucanos, una fibra soluble que, tal y como avalan diversas investigaciones, su consumo se asocia con una mejoría en la regulación del azúcar y del colesterol en sangre.

Frutos secos: Son ricos en fibra, vitaminas, minerales, proteínas vegetales y grasas saludables. Por esto se encuentran entre los alimentos que cuentan con mayor evidencia científica en cuanto a su beneficio para la salud cardiovascular y con un demostrado efecto reductor del colesterol, lo que reduce el riesgo de morir de forma prematura.

Aguacate: El 72% de su contenido en grasas son monoinsaturadas o cardiosaludables porque aumentan los niveles en sangre de colesterol HDL (colesterol bueno).