XANDRA ROMERO
SALUD

¿Es «obligatorio» desayunar?

Siempre hemos oído y promulgado lo importante que es el desayuno y puede que esa frase de que es la comida más importante del día tenga algo que ver. Sin embargo, en los últimos años la ciencia no ha dejado en muy buen lugar a la primera comida del día o, al menos, ha puesto en tela de juicio esa asociación entre un mayor rendimiento escolar y laboral y la práctica de desayunar a diario. Normalmente, la idea radica en que la energía que aporta esta primera comida tiene como objetivo ser combustible cerebral y metabólico para el óptimo desarrollo de las actividades intelectuales.

Yo soy de esas personas que no pueden salir de casa sin desayunar, pero entiendo que hay días en que uno se levanta sin hambre. Por eso, y aunque creo que es positivo que desayunemos, tanto niños como adultos, considero que solo ha de hacerse si uno tiene hambre y, sobre todo, si se va a hacer un desayuno de calidad. Pero si vamos a comer unas galletas, un zumo brick y un cola cao, sinceramente es mejor que no lo hagamos.

¿Pero, a todos –niños o adultos– nos afecta de igual manera el desayunar o no? ¿Cuánto y de qué forma es conveniente que desayunemos? Estas son algunas de las cuestiones a las que la ciencia ha intentado dar respuesta.

En 2013, el estudio “Effects of a free school breakfast programme on children’s attendance, academic achievement and short-term hunger: results from a stepped-wedge, cluster randomised controlled trial” no encontró ventajas significativas entre aquellos que desayunaron a diario respecto a los que no lo hicieron.

En mayo de este año, el artículo de revisión “The Effects of Breakfast and Breakfast Composition on Cognition in Adults” intenta integrar los resultados de la literatura que examina los efectos cognitivos del hacer el desayuno y de la composición del mismo en adultos. Incluye 38 estudios que examinan el impacto cognitivo del desayuno y dieciséis estudios que examinan los efectos de la composición del desayuno.

Los resultados sugieren que los adultos sanos muestran una pequeña pero sólida ventaja para la memoria al consumir el desayuno. No obstante, se obtienen resultados equívocos para la relación desayuno y atención y función ejecutiva y motora; respecto a su efecto sobre el lenguaje, no hubo efectos. En cuanto a la composición del desayuno, un número pequeño de estudios y una metodología muy dispar abordan esta cuestión y se oponen a conclusiones definitivas sobre los efectos en la cognición.

Este 2016, también el estudio “The effect of breakfast versus no breakfast on brain activity in adolescents when performing cognitive tasks, as assessed by fMRI” concluye que, aunque no se determinó una mejora estadísticamente significativa en el desempeño de tareas, se registró la activación significativamente mayor al desayunar, en las áreas frontal, premotora y corteza visual primaria en comparación con la condición de ayuno.

Sin embargo, todos los estudios concluyen lo mismo: que la cantidad y consistencia de los estudios para establecer conclusiones firmes es insuficiente. Por lo que recomendar el desayuno basándose en la mejora del rendimiento intelectual no debe tomarse aún como tal, ya que todavía necesita justificación científica.

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