Hacer una «quedada» con otros aficionados para pintar en plena naturaleza, disfrutar del deporte en grupo –aunque sea haciendo algo tan acrobático como saltar de pie en un balancín, un juego tradicional muy popular entre las niñas coreanas... y a las de la foto, que nos perdonen, las vemos con un punto de peligro–, o sacarse las fotos de la boda –la del vestido espectacular es la novia– son cosas que se hacen en los parques. Y los de Corea del Norte, como este enclavado en la capital, Pyongyang, no son una excepción. Las fotografías tienen su interés, porque no suele ser frecuente que nos lleguen imágenes de la vida diaria del país norcoreano. En ellas, por cierto, no se ve a nadie inclinado sobre un móvil, algo muy típico en nuestros parques.