XANDRA ROMERO
SALUD

Y tú, ¿conoces el bisfenol A?

Esta sustancia se utiliza en la fabricación de policarbonatos como botellas reutilizables, biberones, vajillas (platos y tazas) y recipientes tipo tuper. También para la confección de resinas epoxi, que sirven de revestimiento interior de las latas de conserva. Es decir, se utiliza en materiales que suelen estar en contacto con los alimentos.

El bisfenol A es sospechoso de ser dañina para nuestra salud desde la década de 1930. Desde entonces, muchos medios de comunicación han puesto en evidencia los riesgos de su uso en productos de consumo habitual después de que varios gobiernos emitieran informes cuestionando su seguridad. En 2015, la EFSA concluyó en un amplio estudio que se trataba de una sustancia segura para la salud humana en las dosis de exposición actuales, aunque existían dudas sobre las que había y hay que seguir investigando.

Sin embargo, este mismo mes de junio de 2017 ha vuelto a noticia después de que el comité de los estados miembros (MSC) apoyase la propuesta francesa de identificar adicionalmente el bisfenol A como una sustancia muy preocupante debido a sus propiedades de alteración endocrina, efectos cancerígenos, mutagénicos y tóxicos a nivel reproductivo.

Pero, ¿por qué es tóxico y cómo actúa el bisfenol A en nuestra salud? El bisfenol A es un disruptor endocrino; es decir, una sustancia capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal con posibles repercusiones sobre la salud. Sus efectos tóxicos se deben al consumo de alimentos que han sido contaminados por contacto con materiales que contienen esta sustancia.

Por ejemplo, se han descrito alteraciones de la espermatogénesis y de la conducta sexual como efectos sobre el sistema reproductor masculino.

En las mujeres se ha relacionado la exposición a esta sustancia con efectos negativos sobre el endometrio, aparición de ovarios poliquísticos, abortos y partos prematuros.

También parece que puede afectar al comportamiento y al funcionamiento cerebral pudiendo causar hiperactividad, aumento de la agresividad, incremento a su vez de la susceptibilidad de sustancias adictivas así como problemas tanto en el aprendizaje como en la memoria.

Además, la exposición prolongada a esta sustancia se ha visto asociada con diversas enfermedades cardíacas e hipertensión, así como a diabetes tipo 2 y obesidad puesto que parece provocar un aumento de los lípidos en sangre y de la resistencia a la insulina y el número de células grasas.

Por último, cuando el bisfenol A se metaboliza, forma una sustancia que puede asociarse a nuestro ADN y desarrollar efectos mutagénicos y teratogénicos pudiendo ser causa de inicio de varios procesos carcinogénicos. No obstante, es necesario recalcar que, pese a los efectos tóxicos de los que hemos hablado, esto no se debe tomar como algo absoluto pues el número de los estudios llevados a cabo en seres humanos no es suficiente como para alcanzar una conclusión concluyente.

Asimismo, actualmente la EFSA mantiene que el uso de bisfenol A es seguro para el uso humano aunque está llevando a cabo una reevaluación de su estimación sobre el nivel de su riesgo.

De modo que seguiremos alerta para ver cuáles son los avances científicos en relación a esta sustancia.

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