XANDRA ROMERO
SALUD

Grasa de palma en la leche de fórmula

La leche materna es el alimento ideal en el lactante y el modelo sobre el que se elaboran y desarrollan los sustitutos de la leche materna. Así, las fórmulas infantiles, que suelen denominarse “tipo 1”, están destinadas a niños de hasta 4 meses, que por alguna razón no pueden ser amamantados.

En general y aunque a día de hoy su formulación ha sufrido cambios necesarios para acercarse a la composición de la leche materna, recientemente tanto la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como muchos padres y madres se alertaban ante la aparición de aceite de palma en el etiquetado de estás fórmulas lácteas.

Cabe destacar que la EFSA hacía una referencia específica no tanto a las características nutricionales del aceite de palma, sino a los contaminantes generados en el proceso de refinamiento (3-MPD, glicidol y sus ésteres), revisando los límites máximos que se generan en el mismo. No obstante, a las madres y a los padres les preocupa saber que dan a sus hijos leche con aceite de palma.

El aceite o la grasa de palma está compuesto en un 50% por ácidos grasos saturados y, a día de hoy, existen muchas y fiables evidencias científicas que acusan al aceite de palma de ser perjudicial.

Quizá sea porque su consumo excesivo se asocia con la aparición de enfermedades metabólicas pues eleva el colesterol LDL (el malo).

Pero entonces, si es tan perjudicial ¿por qué se usa en las leches para bebés? Pues por varias razones; la primera es que no está prohibido. El Real Decreto 867/2008, que regula la reglamentación técnico-sanitaria específica de los preparados para lactantes, prohíbe la utilización de otros aceites, pero no regula nada acerca del ácido palmítico. Y en segundo lugar, se usa para intentar emular la composición en ácidos grasos de la leche materna. Y es que esta también lleva ácido palmítico.

La cuestión es que la estructura del ácido palmítico es distinta dependiendo de su origen. Así el de la leche materna es mayoritariamente beta palmítico y el de origen vegetal es alfa palmítico. Dada la distinta estructura, su comportamiento en nuestro organismo también es diferente. Este ácido graso en posición alfa impide que se absorban adecuadamente las grasas y el calcio, por eso es por lo que las heces de los bebés alimentados con fórmula son más duras. Por este motivo, muchos laboratorios trabajan para intentar incorporar este ácido graso en posición beta.

No obstante, en general, la leche materna es además especialmente rica en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (57%) y quizá por eso la mayoría de las fórmulas actuales están enriquecidas con ellos.

Así, el DHA es un ácido graso poliinsaturado importante para el desarrollo cerebral de los bebés y que está presente en la leche materna. El que se incluye en las fórmulas artificiales se extrae de microalgas fermentadas, mientras que el de la leche materna se forma en la glándula mamaria. Por este motivo, hay sendos estudios que concluyen que la inclusión de DHA en las fórmulas para lactantes no aportan ningún beneficio en los bebés. Esto quiere decir que, probablemente, no es igual que el que se encuentra en la leche materna.

Así que, en conclusión, tengamos presente que todas las fórmulas infantiles disponibles en el mercado del Estado español cumplen rigurosamente la legislación, tal y como advierten la AEP y la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.

Sin embargo, esto no quiere decir que no sea necesario revisar y mejorar la composición nutricional de dicho alimento, por un lado; y, por otro, que como ocurre con la mayoría de productos, que esté “más enriquecido” en ciertos ingredientes y su coste sea más alto, no la hace mejor.

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