TERESA MOLERES
SORBURUA

Electrocultura y plantas

Tras una serie de pruebas realizadas en 1800, el cura Bertholon afirmó que la electricidad hacía crecer a las lechugas. Durante el siglo XX continuó la investigación en este campo, hasta llegar a Arnaud Colombier quien, en su libro “Secretos de la electrocultura” (“Les secrets de l’électroculture”, Eyrolles 2017), escribió sobre esta técnica. Colombier explicaba que es energía natural al servicio de las plantas para proteger los cultivos y fertilizar los suelos. Sin embargo, es una teoría controvertida, como puedan ser la agricultura cosmo-telúrica o la magnetocultura.

En cualquier caso, podemos probar con dos sencillos experimentos caseros. El primero consiste en rodear una planta o árbol con un anillo de metal, que puede ser de cobre, latón, níquel o hierro. El campo eléctrico emitido por el anillo reforzaría el vigor electromagnético de la planta. En el segundo, se colocan dos tiestos con flores unidos en serie por láminas metálicas (cobre, hierro o zinc), y se crea una corriente eléctrica que dispersa los electrones en cantidades pequeñas. Después solo queda observar y comparar si las plantas así estimuladas se desarrollan mejor que sus vecinas. Para reforzar esta idea, dicen que la presencia de un poste plantado en el suelo a modo de pararrayos influye en las plantas que le rodean en un radio de varios metros.

Otro experimento algo más sofisticado consiste en montar un tubo de cobre como el de los fontaneros, de seis metros de altura, sobre un conjunto de captadores de energía. El tubo se sujeta con un codal de madera, igual que los utilizados en el encofrado de zanjas. Los dos, codal y tubo, se unen directamente a la tierra y, a su vez, están conectados con una sección de rejilla de acero, similar a las que sirven para fabricar las losas de cemento, colocada vertical y orientada N/S a una profundidad de 50 centímetros. Entre los enrejados verticales se cultivan las plantas escogidas; en este caso, patatas y tomates. La teoría dice que la energía captada en la atmósfera se dirige hasta la base del tubo y se difunde en el suelo a través de las rejillas de acero. De esta manera se facilita la expansión de la energía eléctrica de la atmósfera al suelo. Claro que en un suelo sano, con orientación solar, temperatura y precipitaciones apropiadas, las cosechas también suelen ser buenas. Por si acaso, se puede ensayar…