MIKEL SOTO
gastroteka

Raza y género en Chef’s table

Chef's Table” es la primera serie documental original de la plataforma Netflix y podría considerarse una continuación del exitoso documental de su creador David Gelb “Jiro Dreams of Sushi”. Descubrí esta serie en mitad de una gripe, tal vez la segunda gripe que he tenido en mi vida; no eso que llamamos “gripe” cuando tenemos un poco de fiebre, sino una de verdad, de las que a ratos te hacen a ti y a los que te rodean temer a corto plazo por tu salud. De aquel primer acercamiento a la serie recuerdo que me impactó la belleza de sus imágenes, la sobriedad y elegancia de sus planos, la armonía con la música, la delicadeza del montaje. Pero para corroborar mi impresión tuve que ver la tercera temporada sin esa sensación alucinada que produce la febrícula y que te hace ver la vida como dentro de un acuario.

Cada capítulo se centra en un chef, con varios colegas o críticos que hablan de sus capacidades, personalidad o vida. Es decir, el storytelling está basado en compañeros del ramo que nos ayudan a tener una visión general de la obra del chef tratando de explicarnos su “búsqueda” que ha dado a parar en “el secreto de su éxito”. Finalmente, hay un penúltimo acto en el que aparecen sus platos más destacados con una realización impresionante.

Realmente merece la pena ver la serie; es espectacular y, si te gusta la gastronomía, sin duda la vas a disfrutar. Hay capítulos impactantes como el de Virgilio Martínez del restaurante Central de Perú, o los dos interesantísimos capítulos dedicados a Jordi Roca, hermano pequeño de Joan y Josep Roca, y a Albert Adriá, hermano de Ferrán Adriá, que nos muestran un nivel de talento extraordinario y la difícil gestión de ese talento en un ámbito familiar, empresarial y mediático. Algunos chefs tiene un nivel de capullez gastronómica, como Tim Raue, del restaurante –¡cómo no!– Tim Raue de Berlín. Y, pese a lo efectivo del tropo narrativo de la búsqueda, al cabo de unos cuantos capítulos, ciertamente termina hastiando un poco el constante ejercicio de automitificación; similar por otra parte al que suelen realizar escritores, actores o periodistas.

La importancia de la crítica. La serie ha tenido un notable éxito de crítica y de audiencia, pero ha recibido también numerosas reprobaciones por su falta de diversidad en cuanto al género y la raza. Este “ángulo muerto” tocó techo en la cuarta temporada, dedicada a la pastelería, una de las ramas de la gastronomía con mayor presencia femenina, en la que solo participaba una mujer; la repostera de Ohio Christina Tosi. Uno de los problemas del proceso de selección es, sin duda, el storytelling previo, basado en la narrativa automitificativa antes mencionada, en la que la idea de un hombre blanco genio que se ha hecho a sí mismo encaja a las mil maravillas.

Afortunadamente, esta narrativa empieza a tambalearse. Netflix y Gelb han reaccionado aceptando las críticas y han propuesto y realizado cambios delante y detrás de las cámaras. El primer capítulo de la quinta temporada está dedicado a la migrante mexicana Cristina Martínez, de la Barbacoa del sur de Filadelfia, y parece más un reportaje de la activista Alexandria Ocasio-Cortez que un documental de alta cocina.

Parece que el cambio es positivo y en profundidad y demuestra claramente lo imprescindible que resulta la crítica respecto a la crea-ción y consumo de productos culturales. En cualquier caso, este cambio en “Chef’s table” revela que hay un inmenso margen para hacer una exploración inteligente de lo que suponen obstáculos reales como son el género o la raza a la hora de establecer una narrativa no solo más justa e igualitaria, sino también más interesante.