Marian Azkarate
REPORTAJE

Una caja de Pandora llamada permafrost

En Yakutsk, la ciudad más grande del mundo construida sobre permafrost, están muy preocupados con el calentamiento global. La capital de la república rusa de Sajá-Yakutia, la región de Siberia más fría del planeta, es uno de los lugares donde el derretimiento del hielo puede abrir una caja de Pandora nada agradable... y hasta letal.

El permafrost o permahielo es la capa de suelo permanentemente congelada que cubre el 25 por ciento de las superficie de las regiones más frías del hemisferio norte, y está localizado principalmente en Rusia, Canadá y Alaska. Compuesta por microlentes de hielo o grandes masas de hielo puro, el espesor de esa capa puede ir desde unos pocos metros a varios cientos de ellos y desde siempre ha sido un gran problema –para realizar cualquier tipo de excavación, desde simples pozos hasta cimientos, es necesario atravesar varios metros de hielo– y una gran aliada, a la hora de abastecerse de agua en las zonas rurales. Pero el calentamiento global está haciendo que el permafrost siga el mismo camino de la capa de hielo del Ártico, en vías de desaparición, y ahí está el problema: al comenzar a fundirse empieza a liberar virus y miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) que han encarcelado durante milenios, con el riesgo de acelerar aún más el calentamiento global. De acuerdo con un estudio científico publicado en setiembre pasado, el derretimiento del permafrost ya pone en peligro el objetivo, establecido por el Acuerdo de París, de contener el calentamiento global a menos de + 1.5 ° C en comparación con la era preindustrial. Sus autores describen un círculo vicioso: los gases emitidos por el permafrost aceleran el calentamiento, lo que acelera la fusión del permafrost. Para el 2100, este último podría, según el escenario más pesimista, disminuir en un 30% y liberar hasta 160.000 millones de toneladas de GEI.

Además de sus efectos climáticos, la fusión del permafrost, que alberga bacterias y virus que a veces se nos olvidan, también representa una amenaza para la salud. En el verano de 2016, un niño murió en Siberia por ántrax, desaparecido en la región desde hace 75 años. Para los científicos, el origen probablemente se remonta al deshielo de un cadáver de ántrax albergado por un reno muerto hace varias décadas. Liberada, la bacteria mortal, que se ha conservado en el permafrost durante más de un siglo, ha reinfectado a los rebaños.

Oro, petróleo, diamantes y hielo. El permafrost cubre aproximadamente el 65% de Rusia y casi toda Sajá-Yakutia, que limita con el Océano Ártico, y cuyos subsuelos son ricos en oro, petróleo y carbón. La república también es la mayor productora de diamantes del mundo, aunque los locales no se benefician mucho de ello. Edward Romanov se sienta a horcajadas sobre los cables eléctricos, el índice apuntando a un edificio de nueve pisos en la capital, Yakutsk: una de las columnas que lo soportaban se ha movido y ha comenzado a agrietarse, en esta región de Siberia donde el permafrost ya ha comenzado a derretirse. «El edificio se ha inclinado unos 42 centímetros en dos años,» explica este trabajador de la construcción y activista medioambiental. «Puede caer más», agrega, mientras que a su alrededor, se trabaja a una temperatura de -35 ° C para realizar labores de emergencia en el edificio. Muchas casas en esta ciudad de 300.000 habitantes están hechas con paneles de hormigón que se apoyan en pilotes para proporcionar ventilación a la parte inferior del edificio, con el objetivo de que no caliente el permafrost. En la década de los 60, la norma era plantar pilotes a seis metros de profundidad, pero parece que ya no es suficiente. Algunas de las casas de la capital ya han tenido que ser demolidas, porque se han vuelto demasiado peligrosas, mientras que otras están llenas de grietas y los habitantes tratan de calafatear las aberturas para protegerse del frío.

«Estos problemas se multiplicarán en el futuro, por lo que tenemos que empezar a lidiar con ellos hoy», continúa. Sobre todo porque, según las estimaciones, Rusia se calienta 2,5 veces más rápido que el resto del mundo. Los vecinos de Yakutsk nos cuentan que hace veinte años la escuela cerraba durante semanas cuando las temperaturas bajaban a menos de -55 grados. Pero tales temperaturas son ahora raras y, de hecho, el termómetro ha recogido 2,5 grados adicionales en la última década, explica Mikhail Grigoriev, el subdirector del Instituto Ruso de Permafrost de Yakutsk, el único en el mundo dedicado a este fenómeno. El Ministerio de Medio Ambiente de Rusia ha reconocido en su último informe que la degradación del permafrost presenta muchos riesgos y aunque, en Yakutsk, el calentamiento «no es crítico», dice Grigoriev, podría poner a la ciudad en riesgo en las próximas décadas. Pero Gregoriev está particularmente preocupado por el permafrost más al sur, el que pasa por la Siberia occidental rica en petróleo. El suelo es menos frío, uniforme y espeso, y el calentamiento puede «causar la deformación de edificios y auténticos desastres».