TERESA MOLERES
SORBURUA

Magia verde

La llamada magia verde se supone que es una magia vegetal transmitida directamente desde la antigüedad por brujas y chamanes. Nuestros antepasados hicieron uso de ella recurriendo a elementos de la naturaleza, como plantas, para obtener filtros y pociones. A través de los rituales esperaban lograr un beneficio médico o espiritual. Aunque la idea de que una planta pueda interactuar con fuerzas invisibles resulta cuando menos poco creíble –somos bastante escépticos ante estas prácticas–, ahí van algunas algunas ideas a modo de divertimento.

Un requisito importante obliga a recoger las plantas a la luz de la luna creciente. Los filtros más solicitados suelen estar relacionados con la búsqueda del amor, la salud, la suerte y fortuna. De esta manera, se dice que el helecho protege contra la mala suerte, por lo que quien cree en ello suele colocar una planta en la ventana. Contra el mal de ojo actúa, aseguran, el ajo... bueno, al menos es un desinfectante eficaz. La humilde ortiga se supone que es lo mejor para anular una temporada de mala suerte y contra el estrés estaría el diente de león, mientras que la bonita camomila, atención, dicen que atrae el dinero. El muérdago, ya desde los druidas, era un potente afrodisiaco... pero ¡mucho cuidado con utilizarlo, que es tóxico!

¿Y los rituales para el amor? Uno de ellos se suele hacer el atardecer de un viernes, no sirve otro día, con pétalos de rosas rojas, un paño rojo, una barrita de incienso, un bol o copa, preferentemente de cobre, lleno de agua, sal y una vela roja. Se extiende el paño rojo sobre una mesa y se colocan estos elementos en “un círculo de protección”, siguiendo los puntos cardinales. La vela se pone a la derecha y el incienso a la izquierda del bol. A continuación, se echa la sal en el agua, esparcimos los pétalos alrededor, y encendemos la vela y el incienso. Y ahora entra en juego nuestro estado emocional, crucial, se supone, para atraer los beneficios que deseamos. Respiramos profundamente, ojos cerrados, en calma, con música relajante. Pensamos o imaginamos con momentos felices que desearíamos vivir con la persona que acapara vuestra atención, siempre manteniendo pensamientos positivos. Luego, con el incienso consumido y la vela apagada dejamos que las puertas del amor se abran. Solo un consejo: ¡No uséis luego muérdago!