IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

Casa 1413 de Harquitectes

El cómico Eddie Izzard fue ampliamente conocido al reconocer y normalizar su travestismo sobre los escenarios, y usar su experiencia para hacer humor. Ataviado con tacones y maquillaje, no dudaba en reírse de las personas que, como él, eligen vestirse de forma no hegemónica. En un momento determinado, hablaba sobre cómo vestirse de modo molón “cool” es un círculo en el que cada vez molas más…hasta que llegas al final del círculo, y te pasas de molón para convertirte en ridículo.

Cualquiera que haya seguido una moda y haya querido destacar en esta sabe que el paso entre esos dos estados es una posibilidad muy palpable. En el caso de la moda del low chic, esto es, arquitectura con acabados vistos, sin remates y con materiales en crudo, el peligro de banalizar esta estrategia es enorme –como se puede ver en numerosos locales comerciales reformados bajo esas premisas–, y conviene fijarse en cómo maestros de la arquitectura como los catalanes Harquitectes realizan sus obras. Porque para saber copiar, también hay que entender qué se copia.

Aunque el estudio lleva años con esa manera de tratar el material de modo desnudo, fruto tal vez de los ajustes económicos de la crisis inmobiliaria del 2008, esa estrategia de diseño se convierte en una marca personal y espejo para una generación de jóvenes arquitectos. En la casa 1413, en la localidad gerundense de Ullastret, se puede ver cómo el hecho de dejar desnudos unos muros o un forjado no es un tema de dejadez, sino de poner el foco en lo importante: los espacios y la arquitectura.

El solar, originalmente, tenía un muro de piedra que rodeaba la propiedad y que no podía mantenerse por tener que anchar el vial circundante. En la arquitectura de los pueblos del Baix Empordà, las calles de los núcleos tradicionales se configuran mediante cierres de mampostería de piedra y, como si de la tradición magrebí se tratara, eso es la calle. Al tener que eliminar el muro de piedra de la finca, el solar quedaba sin contexto. Se decide entonces crear una casa que sea un muro, y que dé el frente de fachada necesario, colocándola en el extremo del solar y así ganar un generoso jardín interno hacia el sur. El problema surge en cómo plantear una casa que sea tan alargada como lo debe de ser un muro. La primera respuesta es obvia: el programa debe desarrollarse en planta baja, adaptándose a la topografía y el trazado del lugar. El resultado de esa estrategia es un conjunto de estancias colocadas la una junto a la otra, que miran constantemente hacia el jardín.

Lejos de ser un mero gesto de ordenamiento de piezas de una casa, las habitaciones se colocan siguiendo la lógica de construcción de un muro. Siguiendo esa directriz, el muro que cierra el edificio, y que sirve como tapial del solar se construye a través de piezas originales del tabique existente. Sus bolos y mampuestos se recuperan, y se colocan no de la manera tradicional –apilándolos uno sobre el otro y uniéndolos con argamasa–, sino que se encofran como si de hormigón se tratara y se unen con un mortero tradicional de cemento y cal en una técnica a camino entre el tapial y el muro ciclópeo.

Esta solución hace que los muros se asemejen a un corte geológico, donde las piedras aparecen comprimidas y en capas. Para solucionar el aislamiento térmico, se insuflan pequeñas partículas aislantes de vidrio reciclado para garantizar el cumplimiento de los estándares energéticos.

Un sitio con memoria. El resultado es un frente nuevo, compacto, consistente, pero que tiene la memoria del lugar presente, tanto en forma (porque sigue casi con exactitud lo que había), como en material (recupera gran parte del material demolido) y espíritu (por el uso de muros de carga con técnicas tradicionales). El muro se convierte en algo vivo, y en algunos casos se llega a anchar tanto que se colocan elementos auxiliares como armarios o lavabos.

Teniendo un muro visualmente tan potente en un lado, un jardín que introduce el paisaje en el otro, se decidió que el resto de acabados de la casa debían de aparecer del modo más neutro posible, dejando solo un pavimento de hormigón pulido y el forjado con las bovedillas vistas. Llega a tal extremo que ni siquiera alicatan los baños, dejando la piedra artificial de los muros como protagonista absoluta de la casa.

Una mirada distraída solo verá detalles fácilmente reproducibles (los tubos de la electricidad vistos, las bovedillas del forjado sin revestir, el hormigón visto…), pero una copia sin un sentido constructivo no hace más que llevarnos al ridículo.