IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Atención

El pasado 4 de octubre, el Artium de Gasteiz inauguró “Muntadas. Elkarrekiko loturak, interconexiones, interconnessioni” en un proyecto coproducido con el Museo MamBo de Bolonia y comisariado por Cecilia Guida y Arturo Fito Rodríguez Bornaetxea, que se podrá ver hasta el 12 de enero. Antoni Muntadas (Barcelona, 1942) es uno de los artistas contemporáneos más relevantes de su época. Pionero del arte conceptual y el vídeo arte, desarrolla una línea de trabajo de la que subyace la relación de nuestra vida con los mass media y la creación de imagen. A pesar de haber sido una influencia para varias generaciones de artistas de nuestro territorio y haber impartido clases en sitios como el desaparecido Arteleku de Donostia, Muntadas no contaba aún con una gran exposición que se dedicara a profundizar sobre varios hitos de su carrera artística. Ahora sí.

La exposición atraviesa de manera transversal varias etapas, abandonando sin embargo un carácter retrospectivo que provoque un acercamiento cronológico al legado del artista. En los primeros compases de nuestra visita podremos advertir una característica de su metodología de trabajo que se basa en la creación de proyectos de largo recorrido que acaban formando parte de una totalidad en constante ampliación. La relación con el lenguaje de los medios de comunicación asoma desde un análisis crítico de las relaciones de poder y las estrategias de control, haciéndose eco de un mundo regido por el constante bombardeo del estímulo visual.

Ya en la instalación “La Televisión” (1980), podemos enfrentarnos a una lectura que incide sobre el propio dispositivo de distribución de contenido. Una televisión apagada, situada a la altura habitual de observación compartida en lugares públicos o bares, es el elemento venerado cuyos propios límites son superados por las diapositivas que se proyectan convirtiéndola en un objeto apagado y difuminado ante la grandeza del estímulo. Este es el preludio a tres piezas que forman parte de su proyecto “On translation”, iniciado en 1995, en las que el fútbol es entendido como el contenido fetiche del espectáculo televisivo. Bajo este título nos espera en la última puerta de la sala el vídeo, “On translation: El Aplauso: 1999”, perteneciente a la colección del museo y en el que una audiencia domesticada alaba imágenes en torno a la violencia que van apareciendo en una pieza organizada en tres canales de vídeo que se proyectan en una sala oscura. “Standby II” (2006) y “On View” (2004) presentan a un consumidor pasivo, protagonista de espacios de consumo y control de los cuerpos que se hacinan en orden a la espera de un objetivo concreto.

La serie “Architektur / Räume / Gesten II” (1988-2017) propone diez fotomontajes de edificios que son centros del ejercicio de poder en los que se muestra la arquitectura que encierra un espacio de decisión, un dispositivo escenográfico en donde sucede aquello que maneja nuestras vidas. Mientras en “Palabras, Palabras...” (2017) los conceptos “ideología”, “retórica”, “debate” o “miedo” se diluyen y difuminan; “Mirar, Ver, Percibir” (2009) interpela al público con el leve gesto de una iluminación precaria sobre tres palabras, cuyo peso nos da las claves para encontrar el papel que nos corresponde dentro de esta compilación. Un trabajo de dimensiones tan inabarcables como es “The File Room” (1994), en el que un archivo colaborativo (aún en activo) recopila casos de censura, es presentado con un panel informativo y un ordenador con acceso a la página web. El espacio expositivo es solo una parte de la selección que plantea “Interconexiones”. Un aula habilitada frente a la biblioteca del museo cuenta con documentación bibliográfica que permite conocer tres líneas de trabajo que el autor ha venido desarrollando en los últimos años de su producción: “Asian Protocols” (2011-2018), “About Academia” (2011 y 2017) y “La construcción del miedo” (2008-2013).

Si el museo dirige su contenido para el público visitante, el artista contamina el espacio exterior, rompiendo una barrera arquitectónica y dirigiéndose a aquella mirada consciente o no, que se enfrente al paisaje de la ciudad. Una pancarta de 100 m2 revela un mensaje que bien podría ser una clave para reivindicarnos como miembros activos de un sistema cultural cada vez más necesitado de capacidades críticas y públicos activos. “Erne: hautemateak parte hartzea behar du / Atención: la percepción requiere participación”.