MIKEL INSAUSTI
CINE

«El doble más quince»

Supongo que el título no hay que tomárselo al pie de la letra, porque busca una cifra llamativa y redonda para expresar la diferencia de edad entre dos personas, que si la una tendría 15 años, la otra sumaría 45. Se corresponden con los personajes de ficción del adolescente Eric y la madura Ana, aunque en la vida real el actor Germán Alcarazu ya ha pasado de los 20 y la actriz Maribel Verdú va para 50. Lo importante es que la química entre ambos es estupenda, y hacen que su emparejamiento resulte natural, por más que este tipo de relaciones entre un menor y una mujer en la mediana edad se vean algo forzadas. Si el de más años es un hombre y ella no alcanza la mayoría de edad, entramos ya en lo denunciable, algo que “El doble más quince” (2018) solventa sin moralina alguna, porque en Mikel Rueda no hay ninguna intención provocadora o de buscar el lado morboso de la situación. Al fin y al cabo habla de sentimientos, y ya se sabe que en materia emocional las reglas establecidas no cuentan.

El tercer largometraje del bilbotarra Mikel Rueda Sasieta está teniendo un recorrido largo, ya que empezó su andadura a principios del año pasado en el festival de Málaga, para meses después pasar por el SSIFF donostiarra en la sección Zinemira. Finalmente, y he ahí la buena nueva que justifica este artículo, su distribuidora Filmax ha anunciado como definitiva fecha de estreno la del viernes 28 de febrero del año en curso. Un recorrido que todavía se dilata más si tenemos en cuenta que “El doble más quince” nace del cortometraje previo “Caminan” (2016), también protagonizado por Maribel Verdú y Germán Alcarazu, y del que surgió la idea de la road movie andando o a pie.

La pareja protagónica pasea por Bilbo en una consecución de localizaciones de lo más variadas, ya que en la película se puede ver el centro, sus parques, la ría, el extrarradio y las zonas portuarias e industriales. Es obvio que el cineasta conoce bien su ciudad, pero lo que aquí importa es que ha sabido llevarla al cine, tal como demuestra su segmento del proyecto colectivo “Bilbao-Bizkaia. Ext: Día” (2015), o su anterior largometraje “A escondidas” (2014), que sirvió para descubrir a Germán Alcarazu dentro de las relaciones entre menores del mismo sexo, con la temática LGTBIQ... como una constante en la filmografía del autor, que se completa con el mediometraje documental “Nueva York. Quinta Planta” (2016) y su ópera prima “Izarren Argia” (2010), que es lo más diferente que ha hecho.

Con respecto al tratamiento del paisaje urbano, en “El doble más quince” es de remarcar la fotografía de Kenneth Oribe, en unos tonos azulados y grises que difuminan el fondo ambiental. El colorido lo aporta dentro del conjunto el vestuario de Ana y de Eric, en una deliberada opción para destacar su presencia, ajena a cuanto les rodea. Se aislan de todo, y por dicho motivo los escenarios quedan borrosos y fuera de campo. Tiene todo el sentido, tratándose de una cita prohibida al margen de la sociedad.

El chico y la mujer casada, además de madre de familia, se han conocido a través de una página de contactos o chat de sexo y, como no podía ser de otra forma, la primera impresión resulta desconcertante, e incluso algo decepcionante. Son seres antagónicos tanto social como económicamente, pues ella es médico y él sufre una precariedad que le lleva a intercambios sexuales por dinero.

Pero juegan a ser sinceros el uno con la otra, facilitando un acercamiento intergeneracional al conversar sobre el amor romántico, la felicidad, el paso del tiempo, la juventud, los sueños incumplidos, la valentía necesaria para superar las dificultades de la vida...

En definitiva comparten sus soledades, con Ana frustrada por la rutina diaria y con Eric limitado por la falta de perspectiva de futuro. Sus diálogos son a corazón abierto.

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