MIKEL INSAUSTI
CINE

«La boda de Rosa»

En principio la distribuidora Filmax tenía previsto el estreno del décimo largometraje de Icíar Bollaín para el 3 de julio pero, a poco más de dos meses vista para la fecha prevista, es muy difícil de confirmar. No cabe duda de que se trata de una de las películas importantes para la temporada veraniega, y la cuestión ahora mismo es saber si los lanzamientos cinematográficos sufrirán un traslado al otoño, con el consiguiente colapso y falta de salida para tanta producción en lista de espera. Aunque la cineasta del 67 acumula una gran experiencia profesional a sus espaldas, es sabedora de que las mujeres realizadoras viven un gran momento de reconocimiento que no pueden dejar pasar. Y este es un trabajo con un equipo mayormente femenino, en el que vuelve a trabajar con la actriz Candela Peña tras “Hola, ¿estás sola?” (1995) y “Te doy mis ojos” (2003), título este en el que también coincidió con la guionista Alicia Luna, con la que ahora vuelve a colaborar en una historia con la liberación de la mujer como eje argumental.

Entre las muchas mujeres que participan en distintos apartados técnicos y artísticos de “La boda de Rosa” (2020), se encuentra la compositora musical Vanessa Garde. La de Alesbes empezó como percusionista de la banda municipal de esa localidad navarra, y tuvo su gran oportunidad en el cine como ayudante de Alberto Iglesias en la banda sonora de la gran producción histórica de Ridley Scott “Exodus: Dioses y reyes” (2014). Después ya ha podido firmar sus propios scores en realizaciones recientes, como “Tarde para la ira” (2016), de Raúl Arévalo, “Animales sin collar” (2018), de Jota Linares, “El asesino de los caprichos” (2019), de Gerardo Herrero, o la también pendiente de estreno “Un mundo normal” (2020), de Achero Mañas.

Tal vez por ese carácter feminista de la película, Icíar Bollaín no haya colaborado en esta ocasión con su pareja, el guionista escocés Paul Laverty. De cualquier modo, el interés por los temas de la mujer ha estado muy presente a lo largo de su filmografía desde su misma ópera prima, “Hola, ¿estás sola?” (1995), y de forma más acusada si cabe en sus siguientes “Flores de otro mundo” (1999) y “Te doy mis ojos” (2003), que abordaban respectivamente la problemática de la inmigración legalizada a través del matrimonio y del maltrato dentro de la violencia de género. Se mantuvo presente en “Mataharis” (2007), aunque no tanto en “También la lluvia” (2010), para volver a ser retomado en clave espiritual con “Katmandú, un espejo en el cielo” (2011). En el documental “En tierra extraña” (2014) se preocupó por el dilema social de la salida al extranjero en busca de oportunidades y, con “El olivo” (2016), su mirada se hizo más ecologista. Por último, fue a rodar en Cuba “Yuli” (2018), sobre el mundo del ballet.

Tras el viaje transoceánico ha vuelto al ambiente mediterráneo, rodando en su tierra natal valenciana con localizaciones repartidas por la capital, Alcàsser, Picassent, Catarroja, Silla, Paterna o Benicàssim. Además de contar con la ayuda del Institut Valencià de Cultura, ha podido imprimir a la película mucho vitalismo y luminosidad, por no hablar del ruido y colorido de los fuegos artificiales asociados a las fiestas locales.

Representa el clima costumbrista justo y preciso para retratar a la familia de la protagonista, que quiere lo mejor para ella, pero hasta el punto de agobiarla y presionarla de una manera que termina resultando invasiva. Ramón Barea, Sergi López, Nathalie Poza y la joven actriz de televisión Paula Usero conforman ese entorno opresivo del que Candela Peña trata de huir.

El cerebro de Rosa hace clic cuando está a punto de cumplir los 45 años, y es durante una carrera popular en la que los suyos la esperan en la meta cuando se da cuenta de que no quiere parar y prefiere seguir corriendo, dispuesta a casarse, pero consigo misma, algo que ni el padre, el hermano, la hermana o la hija van a entender.

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