MIKEL INSAUSTI
CINE

«The Beatles: Get Back»

Si todo marcha según lo previsto y se cumple el plan de lanzamiento anunciado por Disney, el documental “Get Back” (2020) se estrenará mundialmente en salas de cine el próximo 4 de setiembre. Sorprende ver a Peter Jackson detrás de este proyecto, pero el cineasta neozelandés se ha refugiado en el documental para recuperarse del agotamiento causado por sus dos trilogías dedicadas a la obra de Tolkien, así que ha preferido dejar a un lado la ficción espectacular por un tiempo. Su anterior incursión en el género fue “Ellos no envejecerán” (2018), largometraje conmemorativo del centenario de la I Guerra Mundial, y para el cual utilizó imágenes de archivo restauradas y coloreadas. Parece ser que le ha cogido gusto al trabajo de restauración, y esta vez ha contado con la empresa de Wellington (NZ) Park Road Production y el editor Jabez Olssen para la recuperación de mucho material de 1969 relacionado con los Beatles, labor también facilitada por la continuidad de los míticos estudios de sonido Abbey Road, donde Giles Martin ha ejercido de técnico para las remezclas, como heredero del que fuera quinto Beatle, el productor George Martin.

En sentido retrospectivo el verdadero artífice de esta obra ahora rescatada no es otro que el documentalista estadounidense, que también dirigió ficción con una menor repercusión, Michael Lindsay-Hogg. Suya es la película original “Let It Be” (1970) en que se basa el nuevo audiovisual, al igual que la grabación del mítico concierto de despedida del grupo de Liverpool en la azotea del edificio Apple, en Saville Row de Londres. Otras de sus contribuciones musicales fueron el concierto filmado “The Rolling Stones Rock and Roll Circus” (1996), y más directamente relacionada con nuestro artículo, su realización televisiva “Two for Us” (2000), que recogía la famosa reunión que en 1976 tuvo lugar entre John Lennon y Paul McCartney, respectivamente interpretados por Aidan Qinn y Jared Harris. Pero este cineasta nacido en Nueva York en 1940 fue objeto de seguimiento mediático, cuando en su autobiografía reconoció ser hijo de Orson Welles, tal como este le confesó antes de su muerte. La actriz Geraldine Fitzgerald había preferido darle los apellidos de su marido.

Aunque “Let It Be” (1970), tanto en lo referente a las escenas de la grabación del disco como al concierto de la azotea, se hizo en 1969, el estreno oficial fue en mayo del año siguiente, tres meses después de la separación oficial del grupo. Esto empañó su comprensión, desviando la atención hacia un supuesto ambiente de crisis interna entre sus cuatro componentes. John, Paul, George y Ringo lo sabían, por lo que trataron de que no fuera exhibido. Bastó la presencia de Yoko Ono y Linda McCartney en la película para que corrieran ríos de tinta sobre la influencia de ambas parejas en la definitiva ruptura.

De las últimas declaraciones de Paul McCartney y Ringo Starr se desprende que creen en el viejo adagio de que el tiempo pone a cada uno en su sitio, porque por fin el nuevo montaje hace justicia al buen ambiente creativo y personal que se respiró en aquellas sesiones. Prueba de ello son los momentos más divertidos del concierto, como cuando una pareja de jóvenes policías tratan de detenerlo alertados por las quejas de los vecinos, o por la forma improvisada en que fans y curiosos se van sumando a la fiesta sorpresa que pasará a la historia.

La música popular del nuevo siglo no ha inventado nada bueno con respecto a la del pasado, por lo que la revalorización del sonido Beatles resulta indiscutible. Aquellas canciones, editadas para la película original por el genio de la producción Phil Spector, suenan igual de frescas y contagiosas.

Por si eso fuera poco, el primer título elegido entonces fue el de la canción “Get Back” y no el de “Let It Be”, con lo que se cierra un ciclo. Tampoco se quedan atrás “Don’t Le Me Down”, “Across the Universe”, “I Me Mine”, “Oh Darling”, “Two for Us”, One After 909” o “Maxwell’s Silver Hammer”.

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