MIKEL INSAUSTI
CINE

«Papicha»

A finales de este mismo mes llega a nuestras salas de cine la ópera prima de la cineasta argelina Mounia Meddour, y lo hace con el título original acompañado de un subtítulo explicativo, en lo que ya viene siendo una práctica habitual de las distribuidoras. Y es así como la denominación argelina “Papicha” (2019) se convierte en “Papicha, sueños de libertad”. Puestos a aclarar un poco más el termino en cuestión, su traducción vendría a ser la de chica joven, o por una “papicha” se podría entender también una chica moderna, una hípster, lo que la diferencia claramente de la mujer tradicional del país. Este fenómeno de las chicas de la generación de los 90, a la que pertenece la autora, supuso durante la llamada década negra, con la guerra sucia entre gobierno e islamismo que se cobró 150.000 víctimas mortales, una fuente de rebeldía contra el integrismo musulmán a favor de la apertura o modernización que debería traer consigo la liberación de las costumbres y modos de vida.

Mounia Meddour mamó el cine desde su niñez al ser hija del director argelino Azzedine Meddour, si bien su madre era rusa y tuvo en parte una educación europea. A los 18 años salió al exterior y estudió en la escuela La Fémis de París, para después casarse con el cineasta galo Xavier Gens, conocido sobre todo por “Frontières” (2007) y “Hitman” (2007). Su primer trabajo fue el cortometraje “Edwige” (2011), donde ya mostraba las preocupaciones que ha podido desarrollar más a fondo en su largometraje de debut. En paralelo hizo el documental “Algerian Cinema: Una nueva oportunidad de vida” (2011), sobre la generación de jóvenes cineastas a la que pertenece, la cual se ha visto obligada a formarse e ir labrando su carrera profesional en el exilio.

Xavier Gens ha aportado su experiencia como productor en esta coproducción franco-argelina de clara y marcada inspiración autobiográfica, por lo que se nota mucho que Mounia Meddour habla de cosas reales que ha experimentado, aunque en la ficción introduzca cambios para no sentirse tan atada a la hora de construir una narración apasionada. Su alter ego es Nedjma, a la que apodan “papicha”, pero cuyo sueño en el guion es el de ser diseñadora de moda, tal vez para subrayar aún más si cabe su condición de mujer avanzada, que se adelanta a la sociedad tradicionalista en la que le ha tocado sobrevivir intentando ser fiel a sí misma. La actriz Lyna Khoudri brilla con una luz epecial en tan rompedor papel, y el público comparte desde el principio su lucha particular por abrirse camino sobre un suelo pedregoso y lleno de baches.

Nedjma (Lyna Khoudri) tiene tres muy buenas amigas, que son Wassila (Shirine Boutella), Kahina (Zahra Manel Doumandji) y Samira (Amira Hilda Douaouda). Wassila es sentimental y enamoradiza, Kahina quiere marcharse a Canadá y Samira es la más religiosa de las cuatro. Nedjma y Wassila son grandes compañeras de aventuras y comparten escapadas, cuando por la noche salen furtivamente del campus universitario y van a discotecas donde venden su ropa. Ya en el taxi se maquillan, fuman y se mueven al ritmo de la música, poniéndose unicamente el hiyab al acercarse a algún control. Era una época en la que se asesinaba a las mujeres que no llevaban dicha prenda.

Ante una situación tan extrema, la protagonista decide organizar un desfile de moda como protesta, en el que las modelos lucirán el vestido nacional haïk, que cubre todo el cuerpo dejando solo a la vista la frente y los ojos. Son cinco metros de tela blanca que la mujer debe cerrar con una mano, y a los que se añade el también largo litam, pañuelo que va desde la nariz al pecho ocultando cara y cuello.

Se presentó en Cannes dentro de la sección Un Certain Regard, ganó dos premios César a Mejor Dirección Novel y a Mejor Actriz (Lyna Khoudri), y fue seleccionada para el Óscar. En la Seminci se llevó el Premio del Público y el Pilar Miró de Mejor Nueva Directora.

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