IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Físico y virtual

La definición de espacio público ha ido variando a lo largo de la historia. De hecho, su existencia no ha sido siempre asumida tal y como la comprendemos ahora. El acceso a la vía pública está marcado por el control de los flujos de desplazamiento así como por ser, cómo no, una herramienta al servicio del desarrollo del sistema económico imperante. La ciudad contemporánea se ha convertido en un lugar orientado al consumo y a la circulación, evitando y anulando en la medida de lo posible los lugares de relación social. Es en estos márgenes en donde se crean las fisuras que arruinan el proyecto de ciudad-escaparate y es necesario evitar que suceda. Como muestra: el auge del turismo que hemos vivido recientemente en nuestro territorio y que ha suscitado diferentes iniciativas de activismo político en contra de su gestión. Esto se debe a que la propia ciudad se ha convertido en un producto al servicio de cualquier opción de comercialización enraizado en la lógica de la ganancia y el rédito económico.

El arte contemporáneo, con sus grandes museos y grandilocuentes iniciativas al aire libre, ha contribuido desde su lugar a esa espectacularización de lo cotidiano mientras los barrios se han ido quedando cada vez más vacíos. Mientras, la cara de la ciudad que no interesa mostrar, se esconde ante la llegada de nuevas hordas de visitantes. Parece necesario recuperar en este momento aquel texto que publicaba en 2012 el geógrafo marxista David Harvey (Inglaterra, 1935) titulado “Ciudades Rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana”. Una recopilación de escritos que se basan en un análisis de la ciudad contemporánea y alude a la lucha social como lugar desde el que reivindicar la construcción y organización de las ciudades. Abogando por crear desde valores que nos conecten con la importancia de la convivencia frente a la diferenciación de clases y la explotación de recursos a manos de unas élites. En definitiva, una necesidad de ejercer la ciudadanía como un derecho y una obligación.

Con el nacimiento de internet nos encontrábamos ante un nuevo reducto de libertad en donde, virtualmente, podíamos pasear y discurrir libremente en lo que parecía ser una expansión del espacio público aunque en formato pantalla. En pocos años, el acceso al contenido, la emisión de según qué opiniones e incluso la visita de determinadas webs se ha convertido en uno de los principales objetivos de rastreo por parte de empresas que regulan nuestro acceso a la publicidad o desde leyes que han puesto verjas a la supuesta libertad incontrolada de los primeros años de conexión. Como las cámaras de seguridad en una calle, nuestros movimientos en internet quedan registrados y nuestro comportamiento intenta ser dirigido con cada click. Son muchos los proyectos artísticos que han combinado una presencia en el espacio virtual y el real como potencia reivindicativa de otra manera de concebir la vida, primero oponiendo resistencia a métodos de control y, segundo, imaginando nuevas grietas que se escapen de los esquemas establecidos.

Si la situación sanitaria ha hecho que muchos proyectos revolucionen su manera de proceder, la nueva edición de Getxophoto titulada “A la calle!” aparece en el momento justo para seguir repensando fórmulas expositivas para el contenido artístico. Los espacios públicos y la creación de formatos alternativos a la manera clásica han sido siempre una seña de identidad del festival organizado por Begihandi Kultur Elkartea. En esta edición número 14 comienza ciclo comisarial Jon Uriarte, quien toma el testigo de Mónica Allende. Uriarte propone un programa híbrido con un planteamiento multimedia inaugurado el pasado día 3 y con fecha de cierre establecida para el domingo 27 de septiembre. El peso de lo digital en nuestra cotidianeidad adquiere una amplia relevancia en la propuesta conceptual del evento. Propuestas que basan su desarrollo en una APP como el proyecto “Public Protest Poster” de Raúl Goñi y Santi Grau en el que se puede diseñar un cartel protesta que es proyectado en fachadas de espacios públicos o el trabajo sobre la intimidad, la privacidad y los dispositivos móviles a cargo de “T4BU (Thanks for being you)” de Victoria Ascaso. A las exposiciones fotográficas con nombres como Michael Wolf o Agnieszka Sejud, se le suman programas educativos, visitas realizadas por artistas, encuentros, conversaciones o recorridos guiados con nombres como Helena Goñi o Mario Santamaría. El espacio físico y el virtual se diluyen entre ellos al igual que hacen las disciplinas de creación de imagen. El arte contemporáneo es capaz de arrojar luz, replantear problemáticas y remover todo aquello que teníamos como estable para no dejar nunca de cuestionar lo que tenemos delante.