Mikel Insausti
Crítico cinematográfico
CINE

«Don’t Breathe 2»

Lo bueno de las secuelas es que te obligan a remontarte al principio de todo, para así mejor desentrañar el desarrollo de un proyecto cinematográfico tan apasionante como el iniciado con “Don’t Breathe” (2016). La película causó verdadero impacto entre los y las fans del suspense terrorífico, ya que “No respires” hizo una recaudación mundial en taquilla de unos 160 millones de dólares, habiendo costado solamente 10. Desde entonces ha tenido prontas imitaciones, pero ninguna ha funcionado igual, debido a que su buen funcionamiento interno nace de un equipo diferente y muy personal. Se le podría llamar la conexión uruguaya de Sam Raimi, gracias a que este gran cineasta del género fantástico tiene un ojo especial como productor para descubrir nuevos talentos, y para el remake de su obra maestra “Evil Dead” (1981), realizado hace ocho años, fue a fijarse en la pareja formada por el guionista Rodo Sayagues y el director Fede Álvarez, dos uruguayos con los que no ha parado de trabajar desde entonces, y a quienes les ha encargado el guion y la producción de “Texas Chainsaw Massacre” (2021), en la que Leatherface aparece ya viejo.

Fede Álvarez se llevó la gloria de “No respires”, así que deja a su colaborador Rodo Sayagues la responsabilidad de la segunda parte, debido a que no han querido ser continuistas y es una forma de advertir de que se trata de una película distinta. Es de aplaudir una vez más su sentido del riesgo, porque hoy en día ya se sabe que si se introducen cambios en la continuación de un éxito cinematográfico el público entusiasta del título original va a protestar en las redes, como así ha sido. Luego está un sector de mente más abierta, dispuesto a aceptar el nuevo giro argumental, temático y genérico. Podrá gustar más una u otra, eso es libre, pero hay que saber reconocer que son obras independientes, susceptibles de ser juzgadas por separado.

Pero si algo tienen en común ambas cintas, afortunadamente, es la presencia incomparable de Stephen Lang. Es uno de mis actores preferidos desde que le descubrí en la película del alemán Uli Edel “Última salida, Brooklyn” (1989), lo que me llevó a revisar su trabajo referencial en la previa “Hunter” (1986), que con el paso del tiempo se ha convertido en película de culto a cuenta del fenómeno desatado por las sucesivas adaptaciones de la novelística de Thomas Harris sobre el personaje de Hannibal Lecter. No me imagino a ningún otro actor que no sea Stephen Lang para interpretar al hombre ciego, personaje bautizado como Norman Nordstrom.

En la primera parte era una especie de versión perversa de la víctima encarnada por Audrey Hepburn en el clásico de Terence Young “Sola en la oscuridad” (1967), pues sus atacantes se encontraban con que la presa se convertía en el cazador, dando la vuelta a la situación de típica “home invasion”. Entre “No respires” (2016) y su secuela han pasado cinco años, que en el arco temporal de la ficción pasan a ser ocho. Da igual, porque aunque Lang está a punto de cumplir los 70, mantiene una forma física tan sorprendente en la vida real como en la pantalla.

El debate que ha suscitado “No respires 2” (2021), más que al aspecto externo del tal Norman Nordstrom, se refiere a su fuero interno. Hay quien interpreta que busca la redención de sus pecados, lo cual si se analiza el final no es así. Para un ser tan siniestro, la muerte no es una liberación, sino simplemente una consecuencia de su oscura vida, nunca mejor dicho dada su falta de visión.

La mejor comparativa que he leído es la de que la película se parece a un kaiju eiga japonés, pues el monstruo ciego se enfrenta a otros monstruos que le superan en número, pero vistos uno a uno son tal para cual.

A Sayagues y Álvarez les gusta decir que es un antivillano, pero en ningún caso justifican la violencia gore mediante la cual defiende su casa y a su hija adoptiva, con la que pretende formar una familia digna del antes mencionado Leatherface, y a la que es mejor no acercarse ni a preguntar por una dirección.