Diego Herrera
Preparados para luchar

Escuelas militares para civiles en Armenia, un país donde la paz nunca llega

Se cumple un año del fin de la guerra de Artsaj y el pueblo armenio se prepara militarmente para otra guerra «que creen» llegará antes o después.

Fotografía: Diego Herrera
Fotografía: Diego Herrera

La escuela militar armenia VOMA se presenta con el lema “1915 - Nunca más”, recordando el genocidio armenio por parte de Turquía que tuvo lugar entre 1915 y 1918 y que con esta frase pretenden demostrar que eso no volverá a suceder. Al fin de la guerra de Nagorno Karabaj, con la derrota de Armenia frente a Azerbaiyán, se unen las tensiones fronterizas que se desarrollan desde mayo entre ambos países. Estos hechos no han hecho más que poner bajo relieve la necesidad latente de preparar a la ciudadanía armenia para un conflicto que podría volver a ser inminente. El objetivo es claro, defender su tierra, hogares, cultura, lengua y etnia.

La firma de la rendición en la guerra del Karabaj, el 9 de noviembre de 2020, trajo la pérdida de parte del territorio y conllevó a la creación de nuevas organizaciones militares. El número de civiles que acuden a las organizaciones de formación militar como ATAN (Siglas de “Participantes en la liberación de los territorios nacionales”), POGA (Siglas de “La Estadidad Como Valor Supremo”) o VOMA (Siglas de “El arte de la supervivencia) se ha incrementado considerablemente. Desde 2014 VOMA ha instruido aproximadamente a 400.000 personas, de las cuales 400 combatieron en la última guerra de Nagorno Karabaj, según informa Vaghinak, uno de los responsables de VOMA. Por otro lado, ATAN, organización surgida tras la guerra, el 27 de noviembre de 2020, hasta la actualidad ha entrenado alrededor de unas 400 personas, según afirma Gnel, creador de esta organización. POGA, por su parte, es la organización de más reciente creación, dirigida por Ono, un joven de 30 años. Estas organizaciones intentan suplir las carencias del Ejército de Armenia y pretenden formar a civiles para el combate en un país donde la paz nunca llega.

Una joven instructora enseña cómo practicar los primeros auxilios en zonas de alto riesgo a los asistentes a las sesiones de entrenamiento de la organización VOMA.

 

Militarización. El pueblo armenio conoce el pasado y sabe que su enemigo no se rendirá, por ello creen necesario estar preparados física, mental y militarmente para luchar contra la vecina Azerbaiyán. «Esta guerra pilló por sorpresa a nuestros gobernantes, vengo a entrenarme porque mi país me necesita. La guerra volverá, es cuestión de tiempo, y hay que estar preparado para lo que pueda suceder», afirma uno de los asistentes a estas sesiones.

Estas tres organizaciones realizan entrenamientos físicos, tácticos, manejo de armas de fuego, primeros auxilios en zonas de conflicto, escalada, cartografía, atención psicológica… Vardan, uno de los instructores de VOMA, declara: «Yo luché en la primera guerra del Karabaj y caí herido, perdí la pierna y ya no puedo combatir. Ahora quiero enseñar a la ciudadanía a defender nuestro hogar». Sus prótesis no son ningún impedimento para continuar su vida. Desde el comienzo de las actividades de VOMA, se encarga de enseñar técnicas para el lanzamiento de cuchillos. La organización ATAN comenzó su labor tras la guerra del Alto de Karabaj en 2020, «al ver la necesidad de tener a la población preparada para un conflicto decidimos crear esta organización», explica Eprem, uno de sus fundadores.

Asistentes a las clases de VOMA aprenden a lanzar un cuchillo en Ereván.

 

Armenia cuenta con servicio militar obligatorio desde los 18 a los 27 años, sin embargo, quedan exentas aquellas personas que tienen algún problema de salud o circunstancias familiares excepcionales. Además, permiten el aplazamiento por estudios. Según datos de Global Militarization Index –que toma como variable de datos del PIB, número de población, gasto militar, gasto en salud, relación de militares y médicos y número de armas pesadas–, Armenia es el segundo país más militarizado del mundo, por detrás de Israel.

El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo informa que en los últimos años el presupuesto militar de Azerbaiyán ha aumentado considerablemente. Era un secreto a voces que los azeríes se estaban preparando para una guerra. En 2005 el gasto militar de Azerbaiyán era de 303 millones de dólares –unos 261 millones de euros– y ha ido incrementándose de manera más o menos uniforme. El máximo histórico de gasto militar se registró en 2015 con 2.330 millones de dólares –unos 2.000 millones de euros–, un año antes del breve conflicto de 4 días, de abril de 2016, que se desarrolló en el territorio de Nagorno Karabaj. En 2020, año de comienzo de la guerra, el presupuesto militar azerí alcanzó los 2.238 millones de dólares –unos 1.928, en euros–

Armenia, por otra parte, no ha incrementado de manera tan abrupta su presupuesto militar. De los 227 millones de dólares en 2005 –unos 195,5 en euros– ha pasado a los 635 millones de dólares en 2020 –unos 547 millones en euros– . Una cifra muy inferior a la de Azerbaiyán, de ahí la inferioridad, sobre todo a nivel técnico, de los armenios, ante un enemigo que recibió el apoyo militar de Turquía y que acudió también al mercado israelí para la compra de armamento.

Jóvenes de la escuela POGA acuden al cementerio de Yerablur (Ereván), a recordar a los caídos en las dos guerras de Nagorno Karabaj.

 

La historia de sangre con Turquía y Azerbaiyán es una de las razones de esa alta militarización. A ello se unen organizaciones como VOMA, POGA o ATAN que, fuera de las instituciones oficiales, apoyan ese espíritu de defensa de la nación Armenia, incluida la República Artsaj (Nagorno Karabaj), territorio poblado por armenios.

El rol de Turquía en este conflicto ha sido muy importante. Los intereses económicos y la cercanía étnica con los azeríes y otros pueblos de Asia son las razones. Turquía envió apoyo militar a Azerbaiyán por medio de drones y con mandos militares de alto rango que asesoraron y estuvieron presentes en el conflicto. El pasado 14 de junio, el presidente turco Erdogan, junto con Aliev, presidente azerí, visitaron la ciudad de Shushi, conquistada por Azerbaiyán en la última guerra de Karabaj. El presidente turco aseguró que «Karabaj ha sido devuelto a sus dueños» y ambos líderes reafirmaron la cooperación entre ambos estados: «Apoyarse mutuamente en caso de amenaza o ataque de un tercer país a su independencia o integridad territorial».

Estas organizaciones vieron cómo el conflicto de Karabaj resaltó las carencias de un ejército regular que puede defender las fronteras del país por un tiempo limitado, ya que su pequeño número y las pérdidas de mano de obra debilitaron rápidamente su preparación para el combate y se nutrieron de las unidades de reserva. Sin embargo, estos soldados de reserva que participaron en las hostilidades, estaban poco preparados, desorganizados y sufrieron grandes pérdidas, por ello animan a todos los ciudadanos a prepararse y que nada les pille por sorpresa.

Las armas de madera o plástico en forma de AK-47, son la herramienta de entrenamiento principal de todas las organizaciones. En un precioso bosque en Dilijian, bajo el sol abrasador o incluso en un polideportivo escolar, los jóvenes, y no tan jóvenes, van siempre acompañados de ese AK-47 que, como mucho, puede provocar heridas por astillas.

En una zona desértica del pueblo de Yeghvard, cerca de Ereván, recibe la organización ATAN a los asistentes. Unas maderas y palés les han servido para construir su pequeña oficina y área de descanso. Aquí han preparado un pequeño campo de entrenamiento con ruedas viejas a modo de trinchera, un muro para escalar, un pequeño gimnasio, trincheras y alambradas que les permitan arrastrarse bajo sus espinas.

Ejercicios físicos durante un entrenamiento en un polideportivo de Goris.

 

Asistentes a las escuelas. Los usuarios de estos entrenamientos militares abarcan un gran abanico de edades, desde los 13 años hasta incluso los 70. Más allá de si han realizado el servicio militar obligatorio o no, les une una causa común, estar preparados para combatir en caso de que la República de Armenia les necesite para defender su territorio.

Rafa, uno de los asistentes a estos “cursillos”, afirma que «la vida en Armenia es difícil, los salarios son bajos, pero yo no voy a abandonar mi tierra, debo luchar hasta derrotar la injerencia de Turquía y Azerbaiyán». Hay jóvenes que acuden a esta preparación porque en unos meses es su turno para realizar el servicio militar obligatorio: «Vengo porque en breve comienzo el servicio militar obligatorio y estos entrenamientos me ayudarán a llegar con un cierto nivel de preparación» admite Artur, un joven de 16 años.

Entre los inscritos también hay participación femenina, aunque en menor medida. El ejército de Armenia ha observado un incremento del número de mujeres en sus filas en los últimos años, según han informado funcionarios del Ministerio de Defensa. Liana, de 22 años, realizó el servicio militar y ahora quiere entrenar aquí para formar parte del ejército. Esta mujer considera que en esto no se aprecia la desigualdad de género: «Aquí y en el ejército todos hacemos lo mismo, no hay distinción».

Varios jóvenes entrenan con  POGA, cerca del lago Sevan.

 

Liev, exoficial del Ejército e instructor de ATAN opina que «si Azerbaiyán no hubiera tenido la fuerza aérea que tuvo –con drones–, no hubieran ganado esta última guerra. He visto disparar a los azeríes y disparan sin un objetivo. Nosotros queremos que aquí se preparen para saber disparar y las mujeres también deben saber hacerlo».

La forma de financiación de estas escuelas militares se basa en donaciones y, en el caso de POGA y VOMA, los usuarios pagan una cantidad simbólica para realizar ciertos entrenamientos. El estado no financia ninguna de estas actividades. VOMA, al ser la escuela más antigua, es la más extendida a lo largo de todo el territorio armenio con filiales en varios lugares de la geografía como por ejemplo Ereván, Gyumrí, Goris, Sisian, etc. Por otra parte, ATAN y POGA, de reciente creación, solo cuentan con una oficina.

POGA fue formada por unos jóvenes que lucharon juntos en la segunda guerra de Karabaj. Todos ellos tienen un nexo común: «Nosotros queremos la paz, pero para ello tienen que quererla las dos partes, y Azerbaiyán no quiere. De hecho, ahora Aliev, presidente de Azerbaiyán, afirma que incluso la capital de Armenia, Ereván, es suya», añade Vahag.

Para ellos la organización es una forma de estar preparados para defender no solo su territorio «esto es más que una guerra por el territorio, es una guerra contra la etnia armenia» y recuerdan que «cuando Turquía pida perdón con sinceridad por el genocidio y nos devuelvan nuestras tierras, solo entonces, puede que nos sentemos a dialogar», señala Ono. Esta organización realiza tres sesiones a la semana en Davtashen, un barrio de Ereván, y en ocasiones llevan a cabo campamentos de tres días en algún lugar de la diversa geografía armenia. Otro de los objetivos de POGA es recordar a todos aquellos soldados que cayeron en la guerra, a los que rindieron homenaje en el cementerio militar de Yerablur (Ereván), el pasado 21 de septiembre, Día de la Independencia de Armenia.

Un joven corre por una trinchera construida en Yeghvard.

 

Goris, ciudad de la provincia de Syunik, es vía de acceso entre la República de Armenia y de Nagorno Karabaj. Rodeada de montañas de bosques frondosos, esta ciudad se convirtió en el lugar de acogida para miles de desplazados de la guerra del Alto del Karabaj. En sus calles todavía se pueden observar en algunos de sus edificios, las marcas de unas balas que silbaron en los oídos de sus residentes en la primera guerra de Nagorno Karabaj (1988-1994).

Aquí VOMA organiza entrenamientos para sus residentes. Aram es uno de los encargados en instruir a los jóvenes: «Aquí vivimos junto a la frontera, si estalla un conflicto tienen que estar preparados para defender su hogar y su familia. Cuando una persona no sabe qué hacer en un conflicto le entra el pánico, nosotros les entrenamos para que eso no suceda», comenta.

Es extraño ver a jóvenes jugando a fútbol a unos metros y encontrarte con Misha, un chaval de 13 años, que acude varios días a la semana a los entrenamientos que organiza VOMA en Goris y que muestra gran madurez para su edad: «Vivo al lado de Karabaj, debo estar preparado para defender a mi familia si el conflicto vuelve a estallar», señala.

Los entrenamientos con kalashnikovs, de los que sí que tienen balas, también forman parte de la formación que imparten estas organizaciones. Desmontar un kalashnikov y limpiarlo, poner el seguro, llenar el cargador de balas, colocarse y disparar, son parte de las nociones que aprenden. Mientras en otros países un joven dispara una pistola de balines en la feria de las fiestas de su localidad, aquí se preparan para una guerra que puede estar a la vuelta de la esquina.

El distanciamiento de la guerra, que gozamos en la mayor parte de países europeos, nos hace ver con gran extrañeza que un adolescente se prepare para un conflicto bélico. Lo cierto es que en este país, sus fronteras, su soberanía y su etnia, se ven amenazadas. La comunidad internacional lanza discursos que caen en papel mojado y la población ha entendido que es una lucha que deben de librar solos, y para ello tienen que estar preparados para lo que pueda pasar.

A la derecha, un joven sostiene un AK-47 mientras simula recibir primeros auxilios. 

 

Futuro del conflicto. Rusia, que juega el papel de mediador en este conflicto, intenta lograr una paz que no parece tener muchas garantías. Azerbaiyán con un aliado fuerte como Turquía, cuenta con un gran poder militar, inalcanzable para Armenia.

Aliev, presidente de Azerbaiyán, no solo habla de conquistar el territorio de Karabaj. En numerosos discursos ha advertido querer aún más territorio armenio, confirmando el espíritu expansionista e intento de expulsión de los armenios fuera del Cáucaso. «Nuestra tierra natal es Zangazur (Syunik), nuestra tierra natal es el distrito de Gotcha (alrededor del lago Sevan), Iravan (Ereván). Definitivamente regresaremos allí», subrayó Alyev el pasado 14 de julio.

Armenia es un obstáculo en ese objetivo expansionista de Turquía, que obtendría una gran influencia si consiguiera la unión de los pueblos túrquicos, que abarca gran parte de Asia. Rusia es quien podría posicionarse como la única potencia y llegar a interferir en las intenciones azeríes y turcas.