«Activity Breaks» en Euskal Herria

Aulas en movimiento

La inactividad puede terminar siendo otro problema para la humanidad. Nuestra sociedad, cada vez más sedentaria, necesita moverse en todos los sentidos. Empecemos por cierta actividad física que tiene bastante que ver con la salud física y mental; y sigamos por los centros escolares. Los alumnos, si se mueven, se agobian menos y, probablemente, rinden más.

La escena es cuando menos curiosa. Los alumnos asisten formales a una clase de lo que sea: euskara, lengua, matemáticas... Quietos, parecen atados a la mesa; repitiendo la imagen habitual de los centros escolares. Si no fuera por su estética, parecería una imagen clásica, no centenaria, pero casi. Entonces la profesora anuncia «descanso activo» o simplemente toca las palmas y esa clase silenciosa e inmóvil al instante se convierte en un hervidero, una especie de recreo sin salir del recinto, aunque sigan aprendiendo, pero ahora sin darse cuenta porque se están moviendo. Se suben a la silla, saltan, se giran, se estiran, siguiendo las pautas de la docente. Cinco o diez minutos después vuelven a sentarse en sus respectivos sitios. Sonríen, atienden, esa pequeña descarga parece que funciona.

La llaman activity breaks –actividad física de intensidad moderada o alta, realizada en el aula, durante recesos de algunos minutos– y se puede practicar en distintas modalidades que se han puesto en marcha en determinados lugares del mundo. La fórmula que ha desarrollado en Euskal Herria un pequeño equipo de la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la UPV-EHU combina el conocimiento con la movilidad y se puede ver en un vídeo colgado en Mugiment, el área del Gobierno de Gasteiz para promocionar el deporte. https://youtu.be/o55-k5iARHc

Silvia Arribas Galarraga es la impulsora de esta propuesta. Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, sección Psicología, ha publicado cuatro libros, tres de ellos en colaboración con otros autores relacionados con el deporte, su práctica, estilos de vida o la educación física en Primaria. Actualmente, incluso imparte una asignatura sobre “Motivación y emociones en el deporte”. En su actividad como profesora ha logrado la evaluación de excelente en el programa Docentiaz y en su actividad investigadora, entre otras cosas, participó en la creación de la Red Pirenaica de Investigación en Actividad Física y Deporte, y en la Red Euro Americana de Actividad Física, Educación Física, Deporte y Recreación. Podríamos seguir, tiene un buen currículum que ella atribuye al paso del tiempo: «como tienes años, has podido hacer algunas cosas», responde a la apreciación.

Silvia Arribas ha dirigido nueve tesis doctorales, la décima está en camino. Se titula “Descansos activos y su relación con la atención, concentración y otras variables asociadas al rendimiento académico” y es el proyecto que defenderá Julen Maiztegi, un maestro especializado en Educación Física que forma parte de ese pequeño equipo que completa Izaskun Luis de Cos, la otra codirectora de este experimento al que recientemente se han incorporado Saioa Urrutia y Gurutze Luis de Cos.

Arribas nos recibe en su lugar de trabajo y, de paso, nos enseña la Facultad. La popularmente conocida como Escuela de Magisterio es un edificio ubicado en el Campus de Gipuzkoa (Ibaeta), muy luminoso en la parte de arriba, y con un estrecho jardín interior vertical y acristalado, que casi llega hasta el techo, y le aporta el toque verde. En el transcurso de la visita nos descubre una sala con mesas con ruedas y, a partir de ese momento, empezamos a hablar de movilidad.

La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos una hora de actividad física al día, aunque como sigan irrumpiendo y perfeccionándose las nuevas tecnologías quizás la OMS decida prorrogar esa hora para mejorar la salud física y mental de la población mundial. La sociedad ha cambiado. Aquellos niños que jugaban en la calle sin mirar el reloj, hoy se divierten móvil en mano en su habitación o sentados en la esquina de la plaza. Los adolescentes de 12 a 16 años se pasan seis horas pegados a la silla en sus centros escolares escuchando, cuando también necesitan actuar. «Por una parte, los chavales en clase no se mueven nada, pasan un montón de tiempo en ella y están todo el tiempo parados. Por otra parte, muchas metodologías son totalmente estáticas. Y sí, necesitan moverse. Podemos unir las dos cosas a través de los descansos activos. Si interrumpes la clase e insertas unas ‘píldoras’ de actividad física, mejoras además tanto la concentración como la atención», dice.

En alguna de esas clases de 50 a 55 minutos de duración, hacia la mitad de esa hora lectiva o cuando el profesor considera que los asistentes están más alterados se establece un receso para realizar actividades. «Nosotros las relacionamos con los contenidos pero hay otras modalidades de activity breaks en las que simplemente se levantan y hacen actividad física».

A la derecha, Silvia Arribas Galarraga, una profesora muy vinculada al deporte y la actividad física, en la imagen en la Escuela de Magisterio. Fotografía: Conny Beyreuther

La iniciativa ya ha tenido cierto recorrido. Hace dos años realizaron una prueba piloto en la ikastola Aranzadi de Bergara en la asignatura de Lengua Castellana con dos clases de trece alumnos de primero de la ESO, «salió muy bien», comenta. El año pasado ofertaron la posibilidad de hacerlo en euskara. Les llamaron de tres centros de los cuales finalmente dos participaron en el proyecto: Uribe Kosta de Plentzia y el Instituto de Balmaseda, uno en la asignatura de Euskara y otro en la de Lengua Castellana.

La puesta en marcha de este proyecto incluye la investigación, por eso previamente a los participantes les facilitan una serie de test de atención y concentración y otro de contenidos para ver su nivel. «Son ocho semanas de intervención, y al final de esas ocho semanas volvemos a valorar la atención, concentración y rendimiento académico. Además nos interesan otros parámetros relacionados con aspectos psicosociales como la inteligencia emocional, el estilo de aprendizaje, si es pragmático, si es teórico…», recalca Arribas.

El equipo de la EHU-UPV ha confeccionado un fichero para aportar al profesorado un soporte que le sirva de material de trabajo: «Hemos hecho dos ediciones de fichas, una en castellano y otra en euskara. La de castellano sobre todo es para enseñar ortografía, cómo trabajar el acento, la tilde... O sea, diferentes contenidos que ellos tienen que ver y se pueden dar en distintas edades. Son fichas super sencillas». Y pone un ejemplo. «En una de las fichas el maestro dispone de una lista de veinte palabras y el alumno de pie tiene que dar un salto por cada sílaba. Y en las sílabas tónicas, junto al salto darán una palmada y luego se vuelven a leer las palabras en un orden diferente y en las sílabas tónicas tocarán el suelo... Tienen que estar atentos al contenido y hacen un movimiento relacionado con él». Las fichas son para el profesor y el objetivo es facilitarle el trabajo. El alumnado va a ir repasando materias que le interesa aprender: asimila el nor, nori, nork mientras se mueve e incluso se divierte.

El programa está pensado para los cursos de Secundaria, pero opinan que se podría llevar a cabo a partir de sexto de Primaria, donde ya se trabajan esos contenidos. Se han saltado los primeros años de Educación Primaria porque consideran que «en la Comunidad Autónoma del País Vasco las metodologías en Primaria son bastante activas, trabajan mucho a nivel cooperativo, por espacios, y trabajan bastante el movimiento aunque no sea actividad física per se. Los chavales tienen oportunidad de levantarse de la silla, ir y volver».

Quietos y callados. Pero en Secundaria es otra historia, retroceden a los viejos tiempos. «Sí que hay profesores que están introduciendo metodologías activas y están trabajando por proyectos, pero son los menos y todavía hay un montón de trabajo por hacer. La mayoría de los chavales pasan entre cinco y seis horas al día desde que entran hasta que salen. Si nosotros trasladamos eso a nuestro trabajo, incluso en los de oficina, la gente se levanta, va a tomar un café, va a la impresora… Ellos tienen que estar quietos y callados, y a veces no empatizamos con eso».

Lo saben por experiencia: «cuando te juntas con gente del mundo académico en un Congreso, no aguantamos más de una hora sentados escuchando y estamos exigiendo a adolescentes con las hormonas saltándoles por todos los lados que estén quietos, callados, escuchando, atendiendo y aprendiendo. Creo que hay que ayudarles un poquito. Efectivamente es fundamental que aprendan, pero nosotros consideramos que a través de estos descansos activos los chavales reposan y se mueven. A través de ese movimiento aumentan su capacidad de atención y concentración, con lo cual, todos salimos ganando», asegura.

La idea surgió durante su estancia en Estados Unidos, cuando en la Universidad de Greeley (Colorado) conoció a una profesora que había trabajado en un programa similar en el estado de Denver. En un país con alarmantes tasas de obesidad, los profesores emitían en clase vídeos de aerobic o simplemente se levantaban y hacían alguna actividad física.

Recuerda que a nivel estatal ha habido iniciativas como el «Dame 10» –algo así como Dame 10 minutos de receso–, pero casi todas estaban dirigidas a Primaria. En la Universidad de Castilla La Mancha hacen otra modalidad de receso activo; no reparan en el contenido, sino en las funciones ejecutivas del cerebro. «Están haciendo pruebas en laboratorio con unos cascos para estudiar la acción neuronal que la actividad física ejerce sobre cómo esos chavales planifican, toman decisiones, razonan... Ellos tienen recursos y nosotros no tenemos financiación. En el ámbito de la neurociencia se está investigando y hay indicios de que la actividad física favorece conexiones entre neuronas que son beneficiosas para el aprendizaje».

Menciona también que en la Universidad de Oviedo se está investigando sobre el efecto de la actividad física sobre el rendimiento académico de otro modo: semanalmente una de las clases de Matemáticas se imparte en el patio a través de juegos. Y es que la pandemia del covid-19 ha aumentado la valoración de los espacios al aire libre. En Euskal Herria algunos centros de enseñanza se han decidido por las clases al aire libre, llevándose a sus alumnos a montes, parques o jardines. Buenas costumbres que pueden crear un hábito, otra ventaja como los “caminos activos”, esa manera por la que los niños acuden al colegio andando, en bicicleta o en patinete. «A no ser que vivan a una distancia considerable, no va a mejorar su condición física, pero fomenta las formas de vida más sanas» y hasta más entretenidas.

Llegados a este punto, Arribas pregunta: «¿Cuándo se le ha dado importancia al movimiento? Cuando ha entrado la salud. Se habla de la salud física pero también está la salud mental y en esta pandemia lo hemos visto. Las áreas que mayor importancia han cobrado han sido la actividad físico-deportiva, la música y las artes plásticas. Estaban en todas las casas. Por supuesto que las matemáticas, la literatura y la lengua son fundamentales, pero no menospreciemos a las tres que nos han sacado un poquito del atolladero en vacas flacas. Áreas que socialmente no han tenido un papel importante en el imaginario de la gente».

De hecho, esa asignatura de Educación Física que figura en primer curso de Bachiller desaparece en segundo, posiblemente cuando más falta hace a causa de esa prueba preuniversitaria antes conocida como selectividad «en la que tanto alumnos como profesores están muy presionados por el tiempo y el contenido que tenemos que introducir. Ese tipo de exámenes les genera ansiedad desde el primer día. Es contraproducente porque, si no le das una salida a ese stress, puede traer consecuencias». Opina, por tanto, que los primeros años de Secundaria son un buen momento para demostrar que iniciativas tipo activity breaks tienen un valor y una repercusión positiva, «tanto en el profesorado como en el alumnado. En la Universidad también deberíamos incluirla», sugiere.

Julen Maiztegi aborda el tema en su tesis doctoral:  «Descansos activos y su relación con la atención, concentración y otras variables asociadas al rendimiento académico». Fotografía: Conny Beyreuther

 

Al estar en una Facultad de Educación, tanto Silvia como Izaskun, ejercen de formadoras de futuros maestros y maestras de Primaria. «Ellos van a ser tutores, tienen hora y media o dos horas de Educación Física a la semana. Aquí, en el seminario que tenemos, nuestra idea es trabajar la actividad física desde una perspectiva interdisciplinar. Como ellos van a ser tutores, pueden trabajar contenidos a través del movimiento».

Julen Maiztegi, a sus 34 años, prepara su tesis doctoral con este tema. Maestro especialista en Educación Física, asegura que esta tesis tiene mucho que ver con su experiencia. «Es triste decirlo pero yo he pasado las horas en clase contando ladrillos en la pared. Me aburría tanto que, al estar quieto, no mantenía la atención ni la concentración. Así que cuando me propusieron este tema, vi que era justo lo que hubiera necesitado. Por eso mi motivación es alta, porque veo que es una cosa que puede cambiar. Si yo hubiese tenido esto, hubiese sido distinto. Hubiera estado más contento y más entretenido en clase», confiesa.

Maiztegi trabaja en Gureak con personas que tienen discapacidad o divergencia funcional y ejerce de formador laboral en el ámbito de la empresa. «El 75% trabajan en operaciones mecánicas y el 25% nos dedicamos a aspectos socio-personales relacionados con relaciones personales, la motivación, la puntualidad, como trabajar estos aspectos. De hecho, no es que sea activity breaks pero, cuando estoy como profesor dándoles la chapa, intento que no estén parados, que se levanten por el taller. El movimiento les activa».

Y es que en los centros de enseñanza impera la quietud. La propia arquitectura de las aulas, escuelas y patio en general no ayuda a la movilidad, aunque hay excepciones. Tampoco las posturas que los estudiantes adoptan al sentarse suelen ser las adecuadas. Esos chavales y chavalas, que en el futuro, si disponen de medios, llenarán las consultas de masajistas, fisioterapeutas u osteópatas, ¿recuerdan eso de sentarse rectos y apoyar la espalda? «Lo de la forma de sentarse va un poco relacionado con la actitud. Si no haces algo que te satisface, lo dejas. Si te ves implicado, vas a dar más de ti», recuerda Arribas.

¿Mobiliario a la medida? Volvemos a las mesas con ruedas, permiten otras posibilidades en escenarios cambiantes más acoplados a la versatilidad. «Cuando entras en 1º de la ESO y sales en 4º, el mobiliario es el mismo, aunque hay chavales que han crecido hasta 15 centímetros. Es muy caro cambiar el mobiliario de los centros escolares, muchos tienen el mismo desde hace 35 años. El problema es que cuando se renueva no se tenga esa visión, pero hay sitios que sí que tienen espacios amplios para que los chavales se reúnan o mesas altas para hacer trabajos».

Pensando en el futuro del proyecto les gustaría publicar las fichas, ya lo han solicitado y parece que va por buen camino pero, como no tienen financiación, otros aspectos tendrán que esperar. Sin recursos tampoco se pueden comprometer con escuelas e institutos. «En Estados Unidos fue una iniciativa subvencionada que duró un año y se paró. El problema es que esto funciona por iniciativa personal, si hay personas que lo quieren hacer, sigue adelante».

Se trata de compartir conocimientos con otros, un toma y daca para una idea de nuevo corte. «A nosotros nos gustaría poner a disposición de todo el que quisiera este tipo de fichas, que son muy fáciles de utilizar y muy intuitivas para que llegaran al máximo de profesores posibles. Luego que probaran y, si les va bien, que pudieran seguir sin necesidad de que estuviéramos nosotros como investigadores detrás», apuntan.

Tienen claro que deben verificar que «lo que decimos que se hace realmente tiene un resultado, y los resultados puede ocurrir que nos digan que no. Si los resultados terminan de confirmar que la concentración y la atención aumentan, abría que acudir a otros estamentos». En este momento han hecho una toma de datos completa de unos 300 alumnos. No se atreven a decir que sea pionera, porque no saben lo que hacen en otros sitios, «quizás relacionar contenidos con actividad sí que sea algo nuevo», apunta Arribas. En euskara seguro que sí. La iniciativa puede tener muchas variantes. ¿Y si le ponen música?...