Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Iconos del deshielo

Ubicado en el paisaje ártico de Groenlandia, un espacio natural protegido por la UNESCO, Dorte Mandrup Arkitekter ha completado el Ilulissat Icefjord Centre, un centro de visitantes y de investigación que estudia los efectos del cambio climático. La estructura del nuevo edificio juega con el paisaje circundante, ofreciendo a los visitantes un panorama único de un impresionante fiordo, mientras estos pueden observar en directo las consecuencias más dramáticas que el calentamiento global genera en el medio ambiente.

Este centro de visitantes cuenta la historia del hielo ártico, y junto a ella la de la propia humanidad y cómo ambas evolucionan en el lecho rocoso de Groenlandia, el más antiguo del mundo. La estructura levantada por Mandrup consta de 50 marcos de acero, reducidos a una sección mínima y, gracias a la forma de boomerang del edificio, su disposición se asemeja a los restos de un animal, a un esqueleto varado en la orilla. La estructura en forma de ala flota sobre un terreno accidentado. Su forma sinuosa ayuda al nuevo centro a protegerse de la acumulación de nieve, y también de los vientos helados que recorren ese territorio. Durante la primavera, la nieve derretida sigue su camino pasando por debajo del edificio, en su camino hacia el lago Sermermiut. La cubierta del centro actúa como una extensión natural de las rutas de senderismo de la zona y eleva a los visitantes hasta las vistas panorámicas de los enormes icebergs del fiordo.

Dorte Mandrup ganó el concurso internacional para diseñar este nuevo equipamiento en el verano del 2016. El concurso fue organizado por el Gobierno de Groenlandia, junto con el Municipio de Qaasuitup y Realdania, con el objetivo de crear un lugar de encuentro local e internacional junto a este inmenso fiordo. Ubicado a 250 kms al norte del círculo polar ártico, el centro está situado en un paisaje espectacular y singular, que implica unas duras condiciones de supervivencia especialmente en los meses de invierno, por lo que el centro únicamente es visitable en verano. Por el contrario, los científicos que realizan investigaciones sobre el cambio climático se asentarán allí durante todo el año.

Entre esas crestas montañosas fluyen los glaciares más rápidos del mundo como el Sermeq Kujalleq. En el frente del glaciar, icebergs gigantes se desprenden constantemente convirtiendo el paisaje dramático y estruendoso. El escenario natural único de las montañas junto con el mar y el espectacular viaje de los icebergs desde la capa de hielo hasta el oleaje han otorgado a este enclave el estatus de Patrimonio Mundial inalienable. Durante 250 años, los científicos han estado siguiendo el glaciar Sermeq Kujalleq, donde el calentamiento global es tremendamente evidente. Aquí, el hielo del interior de Groenlandia desemboca en los océanos con una velocidad cada vez mayor, año tras año. Con la apertura de este centro en la primavera del 2021, este seguimiento, así como la documentación de la historia y evolución del glaciar, se realizarán con mayor precisión. Al fin y al cabo se trata de una estructura natural que tiene 4.000 años y que es esencial para comprender la crisis climática.

Eternas contradicciones. La obra de este edificio se realizó en cuatro meses, gracias a una planificación minuciosa, ya que las condiciones de construcción en un lugar de estas características requerían velocidad y la nula agresión al entorno. La forma aerodinámica del edificio es visible en el paisaje, diseñada para minimizar la acumulación de nieve en sus cubiertas, mientras enmarca las vistas hacia el fiordo.

Esta forma curva está generada por el giro constante de unos marcos de acero que, al rotar cada uno de ellos mínimamente respecto del que le precede, van creando ese techo de doble curvatura que caracteriza el conjunto. La cubierta se ha revestido a modo de gran pasarela de madera curvada y de suave pendiente. Ese elemento representa el punto de partida de la ruta a pie por el fiordo y actúa como un punto de encuentro, un área de descanso informal y una plataforma de observación, que ofrece una vista espectacular e ininterrumpida del valle y del glaciar.

La estructura alberga además de espacios de exhibición, una sala de cine, un restaurante, así como instalaciones de investigación y educación. Dos espacios de reunión cubiertos al aire libre rematan los extremos del edificio para que los visitantes socialicen y observen el paisaje.

Parece evidente pensar que en un edificio que lucha contra el cambio climático poniéndolo de manifiesto, su construcción debía ser especialmente cuidadosa. La estructura se construyó de forma sostenible, prefabricada y en taller, minimizando al máximo el uso de hormigón. Y, dado que la estructura es extremadamente liviana, evita cualquier daño al antiguo lecho rocoso y su flora y fauna. Además, su sistema energético, la energía que abastece el edificio, procede 100% de fuentes renovables al ser suministrada por geotermia y por placas fotovoltaicas.

Tal vez la única crítica que se le puede hacer al proyecto proviene de su propia naturaleza turística. El establecimiento de centros de visitantes es uno de los pilares de la nueva estrategia turística de Groenlandia, donde el paisaje se convierte en objeto de deseo del sector. Y todos sabemos que turismo, consumo y transporte aéreo son términos que no se encuentran habitualmente en las acciones de lucha frente al cambio climático. Resulta chocante cómo hemos conseguido hacer turismo y convertir en una “experiencia única” la postal sobre un fiordo que es el grito de alarma más estruendoso sobre la crisis climática que vivimos.