Alessandro Ruta
Dos personajes de película convertidos en símbolos

Brescello, la vida entre Don Camillo y Peppone

Hace 70 años, Brescello, la pequeña ciudad de la provincia de Reggio Emilia, fue escenario del rodaje de la primera película que tenía como protagonistas al cura y al alcalde comunista. Se convirtieron en símbolos de una cierta manera de vivir, extrema pero simple, donde manda el imperioso río Po.

La Bassa’ (La Baja) más que un estilo de vida, es un estado mental en Italia. No tiene ningún límite preciso, pero todo conduce al río Po y a sus 652 kilómetros de longitud, desde el Monviso hasta su inmenso delta, un poco al sur de la Laguna de Venecia, y en especial al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Si todos los caminos llevan a Roma, también todos los ríos llevan al Po, con sus 48 afluentes, 19 desde su margen izquierda y 29, desde la derecha. Cada uno de ellos da nombre a un valle, allí donde los Apeninos empiezan a subir formando la columna vertebral del Belpaese. Sin embargo, antes de llegar a ciertas alturas, el gran río galopa por la llanura, la Pianura Padana, el mayor pulmón agrícola italiano.

Vivir al lado del Po es como tener un amigo siempre a la vista. El tiempo transcurre mirando al agua, según las temporadas, en pueblos pequeños, incluso minúsculos, que no tienen nada que ver con ciudades grandes como Turín, Cremona, Piacenza o Ferrara. El río también las cruza, pero tiene menos importancia con respecto a otros lugares donde, literalmente, da la vida a la población, regando o inundando.

Así, La Bassa es un micromundo dentro del mundo llamado Italia. Silencioso, con sus tradiciones, con olor a estiércol y la gente que se mueve en bicicleta entre el sonido lejano del campanario que anuncia una misa o simplemente la hora.

En el lado derecho del Po, en la provincia de Reggio Emilia, un pueblo de 5.000 habitantes se ha convertido en símbolo de la cultura italiana a nivel prácticamente mundial. Se trata de Brescello, donde se grabaron las películas de la saga de “Don Camillo”, cuya primera cinta fue proyectada hace 70 años, el 15 de marzo de 1952.

Estatua de Peppone, el alcalde comunista en Brescello.

Guareschi, el creador. El creador de la saga también era un hombre de ‘La Bassa’. Giovannino Guareschi nació en Roccabianca, cerca de Brescello, a media hora hacia el oeste, pero en la provincia de Parma. Un lugar más pequeño todavía, pero siempre al lado del río Po.

Fue Guareschi quien escribió las novelas del cura Don Camillo que peleaba contra el alcalde ultra-comunista de la ciudad, Peppone. Una pelea que no era física, por supuesto, sino casi entre niños y muy divertida. Por ejemplo, cuando el religioso empezaba a tocar las campanas durante los mítines del bigotudo político en la plaza mayor solamente para incordiarle.

Don Camillo y Peppone eran los extremos de la vida italiana posterior a la Segunda Guerra Mundial, el católico y el comunista, como los dos mayores partidos políticos de aquella época, la Democracia Cristiana y el PCI. Dos mundos que se encontraban cada día en alguna plaza o algún bar de un pueblo cualquiera y empezaban a discutir.

Guareschi ha sido un ‘perro verde’ de la literatura italiana al margen de la influencia de los grandes grupos culturales o intelectuales que miraban a la derecha o la izquierda.

La presencia de estos dos personajes de ficción está muy presente en Brescello, hay desde un museo a establecimientos con sus nombres y hasta el equipo de fútbol local lleva sus caras en su escudo.

Soldado en la Segunda Guerra Mundial, estuvo prisionero en un campo de concentración nazi en Polonia, donde perdió casi 40 kilos. Además, fue periodista, humorista y escritor. Su periódico “Candido” hizo época y le costó otro encarcelamiento, esta vez en Italia, por haber difamado al primer ministro de aquel entonces Alcide de Gasperi, líder de la DC. Pudo eludir la prisión abonando una cantidad de dinero, pero, por coherencia, aceptó la pena y pasó 13 meses en la cárcel de Parma.

Guareschi era un anti-todo, monárquico mientras Italia iba hacia la república y de derechas siendo anti-fascista. Inventó expresiones como ‘trinariciuti’ para los comunistas, quienes, según el escritor, tenían tres agujeros en la nariz: los dos habituales y un tercero para que entraran en el cerebro las directivas del partido, nunca criticables. Prácticamente se convirtió en sinónimo de tonto. Peppone era un ‘trinariciuto’ y en sus libros así se muestra al alcalde comunista, fiel seguidor de Stalin o de Lenin, cuyo nombre le gustaría poner a su hijo recién nacido, pero con Don Camillo echándole la bronca.

Estatua del cura Don Camillo en Brescello.

Una localidad con dos personajes. Todo en Brescello está relacionado con sus dos personajes más célebres, interpretados en la película de 1952 y en las cuatro siguientes de la saga por el francés Fernandel, como don Camillo, y el boloñés Gino Cervi, como Peppone, curiosamente un fascista de juventud que terminó decantándose por la Democracia Cristiana. En la quinta, “Don Camillo e i giovani d'oggi”, los actores ya fueron Gastone Moschin y Lionel Standler.

La localidad es casi un paisaje íntimo en el que se pueden encontrar a los dos protagonistas, que cuentan con sus propias estatuas en el centro del pueblo y donde se suponen que se levantan sus casas. En la central Piazza Matteotti, el monumento al alcalde se quita el sombrero, mientras que el del cura aparece sonriente y saludando.

Cerca de ese lugar se levantan un bar llamado Peppone y un restaurante con el nombre de Don Camillo. Hasta el escudo del equipo de fútbol local, que juega en las categorías inferiores, lleva las dos caras de estos iconos de la cultura italiana mirándose muy cerca.

Por supuesto, existe un museo sobre las películas, inaugurado en 1989 y donde se pueden ver algunos de los recuerdos de los filmes, como la sotana del cura o la moto que utiliza el alcalde para moverse. La entrada cuesta seis euros o cuatro para personas mayores o discapacitados. Ofrece visitas todos los días, fines de semana incluidos.

La plaza Giacomo Matteotti es el típico ejemplo de la arquitectura urbana de ‘La Bassa’: la iglesia de Santa María Nascente dominando, flanqueada por la casa consistorial y los pequeños bares y tabernas donde tomarse un café o un vino, un lambrusco típico de la zona de Reggio Emilia, y comerse un ‘gnocco fritto’ con jamón o un trozo de ‘spongata’, un bizcocho típico de Navidad. Este último se puede encontrar a la venta también en el Museo de Don Camillo.

Al norte del pueblo, el navegable río Po hace de frontera con la región de Lombardía y la zona de Mantua. A pesar de estar en la provincia de Reggio Emilia, Brescello se encuentra mucho más cerca de Parma (21 kilómetros), desde donde se puede coger un tren dirección Suzzara. En coche, desde Milán se puede llegar sin tráfico en una hora y 40 minutos.

Merece la pena una visita al mundo de ‘La Bassa’, un lugar modesto, simple e hipnótico, con la niebla «que se corta con un cuchillo» en invierno y el calor bochornoso en verano, y donde el tiempo se ha detenido, casi como en las películas.