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LAS ESTACIONES DE ESQUÍ SE REINVENTAN

Un invierno sin nieve artificial para anticipar el futuro

Patrimonio Mundial de la Unesco, los Pirineos no son solo para el verano y sus bicicletas, también son para el invierno. Cimas emblemáticas, estaciones de esquí... ¿Pero qué ocurre cuando la nieve escasea? Artouste, la primera estación pirenaica libre de cañones, se reinventa.

La fotografía muestra la zona de la estación de esquí de Artouste sin nieve, algo  que no ocurría en febrero desde hace más de treinta años. Christophe Archambault | AFP
La fotografía muestra la zona de la estación de esquí de Artouste sin nieve, algo que no ocurría en febrero desde hace más de treinta años. Christophe Archambault | AFP

Tren panorámico, tirolina, bicicleta de montaña, spa al aire libre... En Aquitania, en una estación de esquí de los Pirineos empeñada en transformar sus actividades para adaptarse al cambio climático, el recién concluido mes de febrero sin apenas nieve sirve como prueba. Un ensayo a gran escala para hacer frente a los tiempos que corren, que no son otros que uno de los inviernos más calurosos que se recuerdan con un febrero, sin exagerar, de temperaturas más propias de la primavera, incluso del verano.

A orillas del lago Fabrèges, en los Pirineos Atlánticos, la pequeña estación de Artouste, a 25 minutos de Laruns, ofrece un entorno único a los amantes de la naturaleza. Pero esta temporada, a la hora de enviar esta revista a imprenta, solo había podido ofrecer dos días de esquí desde el inicio del invierno, durante un fin de semana de enero.

Arriba, el director de la estación de Artouste, Jean-Christophe Lalanne, habla con los visitantes entre montañas.

Si desde 2020 ya había dejado de utilizar nieve artificial en sus 20 pistas, situadas entre 1.400 y 2.000 metros sobre el nivel del mar, el paisaje primaveral que se muestra en pleno invierno a los pies de la estación es “inédito”, en opinión de los profesionales. Por tanto, el sitio decidió abrir ofreciendo actividades alternativas de montaña.

«Es una temporada que valida nuestras elecciones», afirma Jean-Christophe Lalanne, director general de la estación, que pasó a depender de la gestión municipal en 2019.

La elección de preservar los recursos hídricos y eléctricos, necesarios para la producción de nieve artificial, fue menos obvia en 2020, recuerda. «La decisión habría sido más fácil dos años más tarde, después de la sequía que sufrimos y el shock energético global relacionado con el estallido de la guerra en Ucrania».

Ahora el tren panorámico, que el verano pasado transportó hasta 120.000 pasajeros, circula en su versión de invierno. Hasta allí suben poco más de 50 pasajeros para admirar un entorno de nieve 100% natural -y escasa-. Para Nathalie, que ha llegado con sus hijos, «las estaciones de esquí deben pensar en alternativas, no podremos seguir fabricando nieve artificial para siempre».

Hay mucho en juego: el Estado francés es un lugar eminentemente turístico. Lo confirman los datos, puesto que en la actualidad ocupa el segundo lugar mundial en destinos de turismo de invierno, solo por detrás de Estados Unidos, y el turismo de montaña representa el 22,4% de las noches turísticas en el hexágono, según el Tribunal de Cuentas.

La estación de esquí de Artouste sin nieve.

CAÑONES DE NIEVE

Al fondo del valle de Ossau, Artouste se encuentra entre dos estaciones de esquí equipadas con cañones de nieve. Estas son Gourette, a 30 kilómetros y a la misma altitud, y Formigal, en la provincia de Huesca, a menos de 20 kilómetros.

«Entre estas dos estaciones, cuya esencia es el esquí, nos adentrábamos en la pared. Somos un pequeño dominio esquiable, diferente y complementario, del que el tren es el nexo principal», explica el alcalde de Laruns, Robert Casadebaig, donde se encuentra la estación. «La zona de esquí se convertirá en la parte débil, ya hemos renunciado a ello», añade el alcalde. «Entre el modelo abandonado y el que estamos construyendo», la estación de Artouste atraviesa una fase de fragilidad, coincide su director, que cuenta con cinco años más para tratar de estabilizar el modelo económico.

Esta temporada, calificada de «catastrófica» por Hélène Laulhé, subdirectora del restaurante Le Panoramic, a 2.000 metros de altitud, «nos obliga a adaptarnos, no rendirnos y vendernos de otra manera». Y sí, parece que toca reinventarse.

PISTA DE ESQUÍ SINTÉTICA

La estación también prevé dotarse de una pista de esquí sintética, utilizable durante todo el año, con una inversión de 400.000 euros.

No muy lejos de allí, en Gourette, el departamento de Pirineos Atlánticos tomó una decisión diferente e invirtió 30 millones de euros para «hacer una estación más eficiente», explica Jean-Pierre Mirande, elegido como responsable de política de montaña. El proyecto estrella de la obra, iniciada en 2020 y cuyo final está previsto para 2025, es elevar el frente de nieve, hoy situado a 1.400 metros, hasta los 1.600 metros sobre el nivel del mar.

Para Mirandé, esta temporada 2023/2024 no debería ser una «temporada de cuchillas». No prevé «el fin de las nieves dentro de 30 años» y no «quiere borrar la situación actual de la noche a la mañana», para preservar los puestos de trabajo generados en los valles y la «economía de montaña».

El año pasado, los beneficios económicos del turismo en el valle de Ossau alcanzaron los 132 millones de euros. El Tribunal de Cuentas acaba de publicar un duro informe sobre el modelo económico del esquí francés, considerado frágil ante la perspectiva del cambio climático y de inviernos más verdes y marrones que blancos.

«Todas las estaciones de esquí se verán más o menos afectadas de aquí a 2050», según el Tribunal, que estima que solo «unas pocas estaciones podrían aspirar a seguir funcionando más allá de este plazo».

Sin embargo, «las políticas de adaptación llevadas a cabo por los actores de las montañas se basan esencialmente en la producción de nieve» lamentó, instando a «reaccionar lo más rápidamente posible», en particular diversificando sus actividades.