Mariona Borrull

Con la cosmética por enemigo

En «The Substance», Demi Moore se mete en la piel de Elizabeth Sparkle, una presentadora de televisión a la que se le empieza a notar el paso del tiempo.
En «The Substance», Demi Moore se mete en la piel de Elizabeth Sparkle, una presentadora de televisión a la que se le empieza a notar el paso del tiempo.

El Nuevo Extremismo Francés inauguró el siglo XXI -diríamos, lo reventaba como una sandía- prometiéndonos que los efectos del cine podían ser relativos, pero que ellos morirían por helarnos la sangre. Y así se llenaron las salas de sexo (Breillat, Ozon), de bilis (Noé, Dumont) y de sangre (Aja, Bustillo)... Metían el dedo hasta el fondo de llagas sociales profundas, tapadas por el cine académico con tiritas infantiles. Dos décadas después, en un Estado francés donde el #MoiAussi ha pasado cual fantasma en caserío abandonado, el cine vuelve a inmolarse para reclamar conversaciones pendientes.

Thierry Frémaux advertía al público del Grand Théâtre Lumière, un edificio en el que durante el Festival de Cannes las mujeres solo pueden acceder con vestido de gala (sic), que deberían haber puesto «una lona, que va a llover sangre». En efecto, las chiquitas no van con la explosiva nueva película de Coralie Fargeat, ganadora a Mejor Guion y una de las más alabadas del certamen.

“The Substance” imagina un futuro cercano donde en callejones oscuros se trafica con un elixir mefistofélico: una sustancia que crea un duplicado más joven, más bello e impoluto de la persona que lo prueba. Este doble pondrá al original en hibernación durante siete días, tras los cuales deberá regenerarse durmiendo siete días más; una alteración que no debe ser transgredida bajo ningún concepto, pero claro… A nadie le apetece perder la silla por irse a Sevilla.

Nuestra Fausto será Elizabeth Sparkle (Demi Moore en su versión humana y Margaret Qualley como doble perfecto), una presentadora de televisión de perfección física a punto de caducar. Desde Cannes definíamos su periplo como «un chorreante y pegajoso espectáculo hecho de fisicidad cotidiana, aquí definitivamente monstruosa: celulitis, arrugas, la grasilla de la piel de un pollo».

Nada nuevo en una cineasta que lleva desde su cortometraje “Reality+” (2013), acerca de un chip que permite ser visto como un modelo, explorando las caras oscuras de la imagen personal. Cinco años después, en 2018, Coralie Fargeat debutaría con la película “Revenge”, una rape and revenge sobre una “rubia despampanante” que hace justicia sobre sus violadores esparciendo intestinos y sesos sobre la arena del desierto, a golpe de recortada. Hay quienes la comparan con Julia Ducournau, ganadora de la Palma de Oro por “Titane” en 2021… Yo digo que es más camp, más auténtica.

Eso concluimos en el Festival, sumándonos a la excitación general: «Fargeat elabora un divertidísimo ‘Freaks’ en el que Demi Moore y Margaret Qualley descubren que habitar un cuerpo conlleva una negociación digna de los peores bad-hair days», ya saben, aquellos días en el que nada te queda bien. “The Substance” nos mira a todes, pero no es apta para estómagos sensibles.