El hedor espanta a las televisiones públicas

No es entretenida. De hecho, es tan dura que infantiliza los estándares del cine de la crueldad, los banaliza. Les contamos una historia dolorosamente verídica: en el siglo XVIII, en los bosques de la Europa central, se inició una pequeña epidemia de crímenes en cadena. Los cometían mujeres sumidas en una profunda melancolía (según el dicho, “bañadas por el diablo”), quienes pretendían acabar con su vida sin por ello ser castigadas para la eternidad al infierno. Cometiendo un asesinato y entregándose, por lo menos, tenían la posibilidad de confesarse y ser absueltas de todos sus pecados, antes de morir en el cadalso. Dos pájaros de un tiro, y una ceremonia de ejecución que, por relacionarse por la purga del diablo, se festejaba sin escatimar en gastos. Enfermedad, podredumbre y hambruna de la mente, del hogar y del espíritu. ¿Quién trataría de vender las aguas estancadas de la historia por remedio escapista, otramente llamado “película”?
Por fortuna para las valientes de estómago, existe un tándem tan retorcido como para enfangarse y salir airoso. La pareja formada por Severin Fiala y Veronika Franz debutó en 2014 con “Buenas noches, mamá”, fábula incierta pero extenuante sobre dos niños que deciden acabar con su madre, desapegada y autoritaria tras una operación, por creerla una impostora monstruosa (si lo es o no, acaba siendo intrascendente ante la escalada de violencia). Aquella era una película pequeñísima y radicalmente impopular, pero llevaría a Fiala y a Franz al umbral del Óscar, en representación de Austria.
«Pensábamos que, viendo el éxito de ‘Buenas noches, mamá’, nos sería más fácil conseguir financiación para la siguiente película, que debía ser ‘El baño del diablo’... Diez años atrás. Te puedes imaginar lo difícil que fue juntar el dinero», explicaba la pareja en una entrevista en el Festival de Sitges, donde han triunfado sin dejar lugar a dudas. Mejor Película para el jurado oficial, el jurado de la crítica y el jurado joven; y es otra vez representante austríaca al Óscar.
En la última década, Fiala y Franz han dirigido otra película (“The Lodge”, esta sí en clave de terror) y algunos episodios televisivos, para ahorrar. Porque si bien Austria no les ponía ninguna traba al pedir subvenciones públicas, esas solo ascendían a un par de millones; la nada para una película de época. Al buscar coproducir, «la mayoría de productores alemanes nos decían: ‘Oh, nos encanta la idea, qué temas tan relevantes, pero eso es imposible de hacer’». En Alemania, para optar a financiación del Estado, antes debes vender los derechos de tu película a una cadena pública y… ¿Qué televisión, en su santo juicio, querría en su parrilla un thriller repulsivo sobre infanticidios por abulia? “El baño del diablo” es tan brillante como improgramable. Merece muchísimo la pena.

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