Kepa Arbizu
LITERATURA

Palabras enjauladas

Desde Oscar Wilde a Ho Chi Minh, pasando por Primo Levi, la escritura ha sido esgrimida en múltiples ocasiones como un salvoconducto para exteriorizar y perpetuar, en forma de acta escrita, lo que supone perder la libertad en manos de un aterrador cautiverio. Un estado en el que todavía se encuentra el autor palestino, recluido bajo cadena perpetua en una de las cárceles de mayor seguridad israelí desde 1993. Una sobrecogedora situación vertida en una obra que, por su naturaleza, podría ser todavía ensalzada con mayor vehemencia alegando que su contenido está de mayor actualidad que nunca, eso si no fuera porque el drama recogido en ella se repite y multiplica a lo largo de ya muchas décadas.

Convertido ese muro al que señala el título en una suerte de ente capaz de absorber y esculpir sobre su pétrea figura las palabras y vivencias que lanza el recluido, su presencia sin embargo adquiere una identidad simbólica que supera con mucho el área carcelaria, proyectándose y desplegándose como una sombra sobre la biografía del autor, mientras genera una interminable sucesión de preguntas metafísicas que nunca logran ser saciadas por unas inconsistentes respuestas que rezuman un evidente carácter existencialista.

Sin ningún ánimo de convertirse en un abnegado prisionero al que su encarcelamiento le desliga de todo aquello que acontece fuera de esas paredes, pero al mismo tiempo advirtiendo de su condición humana y de sus lógicas contradicciones, el asombroso enunciado estilístico de este texto en forma de diario íntimo, poseedor de una rocosa poética de hondura filosófica, discurre en paralelo como retrato personal, colectivo y desarrollando un aguerrido análisis político que no solo disecciona el yugo sionista y sus consecuencias, sino que tampoco se arredra a la hora de reflexionar de manera crítica sobre la lucha de su pueblo y la puesta en escena llevada a cabo por algunos de sus ilustres representantes institucionales.

Más allá del mérito y la urgencia moral que encarna esta narración, hay en ella un superávit de cualidades gracias a su capacidad para expandirse a lo largo de diversos estratos, asumiendo su voluntad de ejercer como grito contra la injusticia sufrida por un territorio sojuzgado al que se deja desangrar, pero sin obviar el reflejo de todo ese contexto en su ámbito particular. Unas rejas que observa cuando su mirada intenta propagarse más allá de los muros y con las que también se enfrenta cuando pretende analizar su propia existencia.