Mariona Borrull

Cinco revolucionarios minutos más

Escena de «The Human Hibernation», ópera prima de Anna Cornudella, una película en la que las personas hibernan.
Escena de «The Human Hibernation», ópera prima de Anna Cornudella, una película en la que las personas hibernan.

Un niño despierta en medio de un bosque helado. Aún falta mucho para que la humanidad despierte de su periodo de hibernación, por lo que empieza a andar solo y aterrorizado bajo la mirada inquisitiva de un grupo de vacas, las únicas que no duermen. Seguramente muera al poco. La hermana del niño, Erin, partirá en su búsqueda al despertar en primavera, encontrando por el camino a una miríada de familias que, como ella y como todo el mundo, duermen tres meses al año y viven lento, muy lento, en contacto íntimo con la naturaleza. Dormir ha cambiado los ritmos de un planeta donde el capitalismo solo se ve como una realidad paralela o un sueño lejano.

El debut de Anna Cornudella, artista multidisciplinar, es pionera en trastocar los visos distópicos y megalómanos de la ficción especulativa en el cine, atreviéndose a proponer cómo serían las lógicas y los límites de una utopía, al tiempo que reformula la fábula para que la humanidad adopte las dinámicas del resto de animales, en lugar de meterse, como siempre, de por medio. La cineasta me contaba en el Festival de Berlín, donde ganó el Premio de la Crítica en la sección Fórum, que incluso el título de la película les supuso contradicciones. Si querían plantear un mundo en el que el ser humano está al mismo nivel que el resto de especies, para qué iban a dejar el “human” en el póster.

Aunque escribe sobre lo que conozcas, dicen, y esta historia se escribe sobre el duelo. A sabiendas de que el duelo es un proceso universal dentro del reino animal (incluso los cuervos tienen sus ritos funerarios), la película de Cornudella se desvela muy humana, antropológica de una forma esencial, al preguntarse... Si nos despojamos de nuestro sistema económico presente, si tomamos el camino alternativo, ¿en qué nos convertimos? Como ya hicieron Vinciane Despret, Ursula K. Le Guin o Donna Haraway al plantear otras formas radicales de convivencia entre la humanidad y el resto de muchísimas especies, “The Human Hibernation” acaba constituyéndose como un manifiesto político. Bello y discreto, pero no menos contundente. Tanto, que la artista lleva un año recorriendo festivales, desde Karlovy Vary a la Seminci o Mar del Plata, Rizoma y Novos Cinemas, donde se llevó el Premio del Público.

Pero la hibernación humana no podría pasar, ¿verdad? Pues bien, Anna Cornudella se inspiró en los equidnas, un puercoespín que empezó a hibernar tras los incendios de Australia. La comunidad científica estaba extrañada porque este animal había cambiado su metabolismo y ahora puede hibernar. Pero nadie está dedicando fondos a investigarlo en humanos, más allá de una posible aplicación para viajes a Marte… Por mucho que, quizás, fuera una forma de decrecimiento posible. Toca agitar la biopolítica desde la ciencia-ficción. Vayamos a ver “The Human Hibernation”.