El acuerdo entre PNV y PP, el «programa directivo» del Gobierno de Gasteiz en materia económica, completa la apuesta jeltzale por el bloque PNV-PSE-PP ya puesto en escena con el pacto fiscal. El compromiso del PP de no entorpecer la aprobación de los presupuestos de Lakua no va más allá de un gesto de cortesía, ya que el Gobierno de Urkullu no necesitaba el apoyo, ni siquiera el «no entorpecimiento», del PP para sacar adelante sus presupuestos, algo que ya tenía garantizado mediante su pacto con el PSE, y era aun menos necesario cuando el acuerdo, según ambas partes, no está ligado a la negociación presupuestaria en Araba.

El programa directivo de Lakua se adecúa a las directrices de Madrid y Alemania materializadas en la reforma constitucional aprobada por el Congreso español hace dos años y la Ley orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera del pasado año, que aparentemente no contaba con el apoyo jeltzale. También pone plazos al plan de adelgazamiento del sector público del Ejecutivo de Gasteiz y recoge la relación entre productividad y conflictividad. Un aspecto este que precisamente vienen destacando las asociaciones de empresarios. El Ejecutivo se compromete a implicarse en la disminución de la conflictividad laboral promoviendo acuerdos entre los agentes sociales, empresarios y sindicatos, lo que no ha llevado a la práctica con sus propios trabajadores. En nombre de la estabilidad presupuestaria, el PNV apuesta por más de lo mismo, con dos compañeros de viaje; uno, el PSE, para abordar asuntos presupuestarios concretos en los municipios donde gobierna, y el otro, el PP, para trazar líneas generales de actuación.

Cierto es que, a la vista del camino de regreso a tiempos pasados en el campo político, menos cabía esperar una reconducción en lo económico acorde a las necesidades del país, de sus ciudadanos. Y el PNV lo ha confirmado pactando precisamente con la fuerza más frontalmente opuesta a cualquier proyecto de país.