Los equipos de los sprinters dejan pasar su oportunidad
Canola dio la victoria a Bardiani tras llegar una fuga que apenas tuvo tres minutos de máxima diferencia.

Marco Canola logró en la decimotercera etapa del Giro con final en Rivarolo la victoria que todos los años consigue la estructura que en las dos últimas temporadas patrocinan Bardiani y CSF. Aprovechó la sorprendente actitud de los equipos de los sprinters, que no quisieron trabajar cuando el FDJ agotó todos sus recursos en la persecución de la fuga de la jornada.
Es curioso que Cannondale, Trek, Garmin o Sky trabajen menos ahora que no está Marcel Kittel que en las primeras etapas de Irlanda. Bouhanni ha logrado las tres victorias desde la retirada del alemán, pero que en una etapa llana de 157 kilómetros después de un día en el que pocos disputaron la crono se renuncie a jugar la baza de sus sprinters resulta sorprendente.
Sobre todo porque hacía falta muy poco para anular una fuga que siempre estuvo por debajo de la barrera de los tres minutos. Solo superó esa diferencia tras el paso por el avituallamiento, en el que alcanzaron una máxima de 3.40 a falta de 60 kilómetros para la meta.
La fuga se había formado de salida con Dockx (Lotto), Jackson Rodríguez (Androni), Tulik (Europcar), Belkov (Katusha), Canola (Bardiani) y Romero (Colombia). Como la etapa era corta y había seis escapados, los equipos de los sprinters mantuvieron la fuga controlada desde el principio. Cuando coronaron el último puerto con 2,15 a 32 de meta, parecía que la sentencia estaba dictada, pero entonces hubo una neutralización.
Neutralización inoportuna
La organización vio el peligro por una granizada que había teñido de blanco la carretera a 30 kilómetros de meta y mandó al pelotón que fuera despacio para no asumir riesgos. La escapada fue más rápido por ese tramo y aumentó la diferencia en 25 segundos en uno pocos kilómetros y, a partir de ahí, el FDJ se encontró sin corredores y sin que nadie quisiera colaborar para reducir las distancias.
Por delante además se quedaron los tres hombres más fuertes de la fuga -Canola, Tulik y Rodríguez-, que demostraron que habían guardado energías para el tramo final. Su aceleración aumentó a 1.50 la ventaja a menos de quince kilómetros y el Omega tuvo que asumir la cabeza del pelotón, pero sin forzar, ante el final de los efectivos del FDJ y la desidia de los equipos de los demás sprinters.
Cuando se pusieron en cabeza en el tamo final corredores de Trek, Garmin, Cannondale o Giant de manera aislada ya era demasiado tarde. Los tres fugados tuvieron margen incluso para marcarse en los últimos kilómetros hasta que se lanzó un sprint en el que Canola fue superior a sus dos compañeros de escapada y cumplió con la tradición del Bardiani.
Canola venció la etapa que cada año consigue la estructura que tiene el presupuesto más bajo de las que corren el Giro. Tan solo en 2011 se quedó sin ese triunfo que por sí solo justifica la inversión del patrocinador de toda la temporada.
Fieles a la cita
Y no es fácil ganar todos los años en la única grande que participa como equipo invitado. Desde 2004 hasta 2008 ganó etapas en el Giro con Sella (2004), Mazzanti (2005), Laverde (2006 y 2007) y Sella, que logró tres en 2008 y la general de la montaña y poco después dio positivo por CERA. Eso sembró dudas y provocó que al año siguiente la organización no quisiera invitar al equipo.
Volvió en 2010 con victoria de Belleti y tras el único año en el que no ganó en 2011, Domenico Pozzovivo logró su etapa en 2012 y Enrico Battaglin en 2013.
Unos resultados muy importantes para un equipo que siempre apuesta por corredores jóvenes sin mucho nombre. Uno de ellos es Franco Conola, que a los 25 años logró su victoria más importante y recompensó la apuesta del Bardiani por ficharlo en 2012, año en el que logró una etapa en el Tour de Langkawi. Ayer fue el más fuerte de la fuga y supo rematar.
Primera etapa alpina con final en Oropa
El Giro de Italia llega hoy a los Alpes con una etapa entre Aglié y Oropa, de 164 kilómetros de recorrido, que presenta un puerto de Tercera, La Serra, en el kilómetro 30, uno de Segunda, el de Bielmonte, en el 122, y dos de Primera, el de Alpe Noveis, en el 95, y la subida final a Oropa.
En los últimos 85 kilómetros no hay ninguno de llano, todo es subida y bajada. Se empieza con la ascensión a Alpe Noveis, que es un puerto corto y muy duro de 8,9 kilómetros, que en el tramo medio tiene 4,5 en los que la pendiente media es del 11,4%.
Su bajada empalma con la ascensión del puerto de Segunda de Bielmonte. Es una subida larga de 18,3 kilómetros sin gran dureza. Hay unos kilómetros al 8,3% en su parte media, pero en el resto el promedio está entre el 5% y el 6% y también hay zonas de descanso.
Se corona a 42 de meta y tras 30 kilómetros de descenso comienza la ascensión hasta la meta situada en el Santuario de Oropa, de 11,7 kilómetros. Los cinco primeros no tienen dureza, al 2,5% y al 4,3%, y a partir de ahí la media es superior al 8%. El tramo más duro está situado a falta de 2,5 kilómetros para la meta con mil metros al 9,3 de media y una máxima pendiente del 11%. Luego suaviza con 500 metros al 4% y el último kilómetro tiene un desnivel del 7,4%.
Es una etapa diferente a la de mañana, que presenta 225 kilómetros y un solo puerto, el Plan di Montecampione, en el que estará situada la meta tras una subida de veinte kilómetros en los que se pasa de los 203 hasta las 1.665 metros de altitud, con una media del 8,32%, muy alta para un puerto tan largo. Más que el Tourmalet.
Son dos etapas con más dureza que la vivida hasta ahora y que deben empezar a mostrar las cartas de los principales escaladores. Porque la última semana presenta las etapas más duras, pero querrán probar a Urán... Joseba ITURRIA

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