Jon ORMAZABAL

Mujeres pelotaris ¿Y por qué no vamos a poder jugar nosotras a mano?

Hace ya un tiempo que el frontón ha dejado de ser un ámbito íntegramente masculino, pero sigue habiendo grandes carencias en el plano de la igualdad. Uno de los mayores vacíos es la ausencia de pelotaris que jueguen a mano, un problema al que se le empieza a poner solución.

Dentro del programa de actos de San Fermín Txikito 2014, el frontón de la Mañueta de Iruñea será mañana, a partir de las 11.30 de la mañana, el escaparate en el que visualizar los pasos que se han dado en este sentido, con la disputa de un torneo de pelota a mano femenina, con tres parejas procedentes de una escuela del Txorierri vizcaíno y otras tres de la de Iruñea-Orkoien.

«Todo esto empezó en Larrabetzu. Había un grupo de pelota en el pueblo y la historia es que, como ha venido sucediendo siempre con las chicas, a los 11 o 12 años se les obligaba a pasar a herramienta, dejaban de jugar a mano y tenían que coger la pala o la raqueta. La cosa es que algunas madres se preguntaron, «¿si les gusta, por qué no pueden seguir jugando a mano», se organizaron y empezaron a entrenar», explicó a GARA Rut Iturbe, impulsora del grupo de Nafarroa.

Entre esas madres del Olarreta se encontraba Paula Iturbe, que mañana formará pareja junto a Rut como integrante del equipo de Nafarroa, y que fue la que animó a su hermana a seguir el ejemplo en Iruñea. Cuando la idea fue cuajando, la propia Rut Iturbe contactó con el exprofesional Carlos Armendariz, y el que fuera pelotari de Asegarce y Frontis aceptó el reto de ser su entrenador, «convencido de que, adecuando el material a sus características, las chicas pueden jugar perfectamente a pelota, también a mano». Así, tras varios meses de entrenamientos, el festival de mañana en Iruñea será su puesta de largo en casa y la vuelta del torneo disputado en Larrabetzu en agosto.

Material con la mitad de peso

El argumento que históricamente siempre se ha esgrimido para que las jóvenes abandonen la pelota a mano ha sido físico, aduciendo que las manos de las pelotaris no están preparadas para aguantar un material exigente. «No se ha jugado a pelota como no se han hecho otras tantas cosas. Sí que ha habido un montón de mujeres que han jugado en el frontón, pero no a mano. En principio, siempre se ha dicho que la pelota es muy dura y lo que hemos hecho nosotras es adaptar las pelotas. Son pelotas de chavales y chavalas de 8 o 9 años, que tienen la mitad del peso que tienen las que utilizan los profesionales, pero la forma de hacerlas y todo es igual. Son pelotas goxuas y tienen un tamaño más grande, como de persona adulta», explicó Rut Iturbe.

«Es verdad que así es más fácil jugar, no te destrozas la mano, que yo por ejemplo trabajo con ordenadores y las necesito para poder seguir trabajando. Pero es un deporte que nos ha enganchado y, siendo así, ¿por qué no vamos a jugar?», agregó.

De momento, la experiencia está siendo muy positiva. «No hemos tenido ningún problema, algunas jugamos con guantes y los primeros días se te inflamaba un poco la mano, pero luego ya se hace. Al principio se inflama un poco pero no es un dolor insoportable, es como si juegas un partido de rugby por vez primera y al día siguiente parece que te ha pasado un camión por encima, pero te haces», ironizó la iruindarra.

De cara al festival de mañana, la pelotari reivindica que se podrán ver partidos atractivos. «La técnica es exactamente igual que en los varones, le damos de sotamano, hacemos cortadas... intentamos hacer de todo. Sucede que algunas han jugado a pala y se han adaptado, pero la técnica es igual. Lo único que cambia es el peso de la pelota y que las que jugamos somos chicas», declaró la iruindarra, que es nueva en esto de la pelota y proviene del mundo del tenis.

En los meses que lleva dirigiendo los entrenamientos -suelen ejercitarse unas cuatro horas semanales, ya sea en Orkoien o en La Mañueta de Iruñea-, Carlos Armendariz ya ha comprobado que la rabia por fallar una pelota es idéntica cuando la falla una mujer que cuando lo hace un hombre. Lo mismo sucede con la satisfacción de terminar un buen tanto. Por poner alguna diferencia, el subcampeón del Manomanista de Segunda en 1994 destacaría que sus pupilas actuales sí que pueden tener algo menos de «picardía» a la hora de buscar meter las pelotas en el txoko, pero más que a una cuestión de género lo achaca a que todas ellas son nuevas en esto de la pelota a mano.

Al preguntarle por el recorrido que pueden tener en esta nueva aventura de la pelota a mano, Rut es muy clara. «Con la edad que tenemos -en su grupo hay mujeres de 21 a 40 años- nosotras tampoco vamos a tener recorrido como profesionales, ni en competiciones, ni nada por el estilo, que las cosas son así, pero la idea es poder seguir trabajando. Que en sitios como por ejemplo la Sakana, donde se está trabajando con jóvenes, no tengan que abandonar la modalidad. Por supuesto queremos abrirlo a todas las mujeres que quieran venir a jugar, estamos abiertas a todas. Estamos pocas pero cada vez se va incorporando más gente».

Para ello, entiende que iniciativas como la de este fin de semana en La Mañueta son importantes para visualizar los pasos que se están dando. «Esperamos aprovechar las fiestas, que haya gente en el frontón para hacer una especie de torneo y demostrar que las mujeres podemos jugar a frontón. Van a a venir chavalitas que jugarán en los descansos entre partidos y es importante que puedan ver que se puede seguir jugando. La idea es de sensibilización y de sacar el grupo adelante», explicó Iturbe.

Y es que, de la misma manera que gente que nunca había hecho deporte se ha apuntado a la moda del running o del ciclismo indoor, tan de moda últimamente, no hace falta haber practicado previamente la pelota para probar en la mano femenina. «Querríamos animar a todas las mujeres, a las que les gustaría empezar en este deporte, a las que han dejado otros, o a las que les gustaría volver a retomarlo. Estamos gente que nunca habíamos jugado a mano ni a pelota, pero tanto entre las de Larrabetzu como en las de aquí, hay pelotaris que hasta los doce jugaron a mano, se pasaron a la pala y ahora vuelven a reencontrarse con la mano. Son historias bonitas», concluye ilusionada.