David Torres
2015/4/1
HEMEROTEKA

Queso francés, morcilla española

(...) Alan Riding y Robert Paxton, entre otros, han demostrado que la Resistencia Francesa apenas fue más que un hábil montaje publicitario, sobre todo si comparamos sus esfuerzos con el heroísmo suicida del levantamiento del gueto de Varsovia, el bárbaro coraje del AK polaco, la tenacidad implacable de los guerrilleros griegos y soviéticos, y la formidable audacia de los partisanos yugoslavos. Woody Allen lo resumió en una sola frase: «Qué valientes eran los chicos de la Resistencia Francesa. Los pobrecillos se hincharon de oír canciones de Maurice Chevalier».

Estos días se celebra en París, en el Hotel de Soubise, una magna exposición dedicada al período del gobierno de Vichy, una documentada muestra del colaboracionismo estatal, ideológico y cultural con los nazis que supone una patada en las mismas narices del chovinismo. Desde el antisemitismo tradicional de la derecha francesa, que envió de regalo a los hornos de Auschwitz miles y miles de judíos cuyo nombre no constaba en las listas de la Gestapo, hasta la implicación personal de figurones (...). Si no fuese por el sacrificio glorioso de tantos rebeldes que se levantaron en armas, y por la valerosa resignación de los millones de ciudadanos que sufrieron el oprobio, daría la impresión de que la Resistencia Francesa fue un folletín radiofónico.

En cualquier caso, honra al país vecino esta revisión a fondo de un episodio vergonzoso de su historia reciente (...). Cuánta falta nos haría a los españoles un ejercicio de memoria similar sobre el mito de la Transición y los años finales del franquismo, aunque para llevarlo a cabo necesitaríamos, al menos, dos o tres Valles de los Caídos. Aquí ha corrido tanta gente delante de los grises que, si los juntasen a todos, no iban a caber en Madrid. (...) Por desgracia, aquí la única ley es el olvido y quien mejor definió la historia de España fue Ángel González, que la comparó a una morcilla: «las dos se hacen con sangre, se repiten».