Felix Irizar, Hodei Alberdi, Thais Alonso, Kepa Olaiz y Javier Alonso
(Miembros de ESK, CGT, CNT y Oarso Taldea, y desempleado) Duintasun Martxak
KOLABORAZIOA

Duintasun Martxak, por un Primero de mayo de clase

Llega un nuevo 1º de mayo y no podemos sino apelar a la conciencia de clase, desde la perspectiva de la actual coyuntura. Mucho ha cambiado la clase obrera en los últimos decenios, en sus modos y formas, y buena parte de ella, por el modelo de 1º de mayo que desde el sindicalismo oficialista se ha ido construyendo, queda fuera de los actos convocados para «celebrar» la «efeméride».

En un momento de auténtica emergencia social, cuando el desempleo y la pobreza se han convertido en problemas crónicos y convivimos con elementos como la desnutrición infantil, la pobreza energética, los desahucios, etc., tenemos la obligación militante de dotar de la fuerza social necesaria al 1º de mayo, para convertir este día en un referente de la lucha obrera y de clase, en el que las intérpretes sean las personas golpeadas por el capital y aquellas que lo combaten.

Así, las casi 240.000 personas desempleadas en Euskal Herria, de las que un 40% no reciben prestaciones, tienen que ser arte y parte de las reivindicaciones y de las propuestas de solución que se lancen desde las tribunas. También los y las estudiantes que ven hurtada cualquier posibilidad de futuro laboral digno; los padres y las madres que miran con recelo el fin del curso escolar y con ello el cierre de los comedores; las personas inmigrantes señaladas y perseguidas como delincuentes por ser las primeras víctimas de la crisis y recurrir a los servicios sociales; las personas con la soga al cuello del desahucio… Todas cuentan porque todas ellas son 1º de mayo.

Y reclamamos este carácter social del 1º de mayo sin olvidar el carácter obrero de una fecha tan señalada. Porque ahora, casi 130 años después de aquella lucha histórica que consiguió implantar la jornada laboral de ocho horas, contemplamos cómo todas las conquistas obreras, en materia laboral y social, son desmanteladas por gobiernos cómplices del capital. Nos encontramos en un momento en el que desde el capital se ha lanzado un ataque frontal a la línea de flotación de los derechos de las personas, empleadas y desempleadas.

En el ámbito laboral, tras diferentes reformas laborales, las condiciones laborales se han deteriorado de tal manera que el empleo, cada día más vinculado a la supervivencia del capital, se ha convertido en una nueva forma de semi-esclavitud, en la que personas con empleo no llegan a cubrir sus necesidades básicas. La precariedad laboral es el futuro de los y las jóvenes, y de muchas personas con nuevos contratos. Pretenden que la negociación colectiva sea historia y la espada de Damocles del despido abaratado pende sobre quien se atreva a protestar. Aquella jornada de ocho horas por la que murieron los represaliados en Chicago es hoy una barrera sólo franqueable hacia arriba para la gente explotada de nuestra tierra, que se ve obligada a trabajar por encima de esas horas por una miseria, incluso con contratos parciales.

En lo que hace a las cuestiones socio-económicas, más de lo mismo. Al saqueo de lo público, de los derechos conquistados en educación y sanidad, hay que sumar los proyectos que desde los gobiernos de Madrid (secundados por los de Iruñea y Gasteiz) se nos ocultan y que suponen dejar en manos de los «mercados» nuestro futuro en cuestiones como la soberanía alimentaria, además de la educación y sanidad ya mencionadas, con tratados como el TTIP. Ni qué decir de leyes «mordaza», pensadas para reprimir cualquier atisbo de rebeldía. Todo dentro de un calculado juego de represión social, laboral y política, que nos lleva a ver las cárceles del estado español llenas de presos y presas políticas.

Necesitamos un 1º de mayo de clase, alejado de la fiesta de las personas sindicadas que se reúnen para la foto oficial, a años luz de un día que se suma de fiesta o puente (sic). Un día que se convierta en referente para quienes sufren, en referente para quienes luchan.

Duintasun Martxak, las personas abajo firmantes, apostamos por impulsar un 1º de mayo que sea la continuación de una lucha ideológica por revertir la situación. Es necesario que el miedo cambie de bando. Es necesario activar el imaginario colectivo para que la clase trabajadora vislumbre que un cambio de paradigma es posible, y necesario para la sostenibilidad de la vida.

Caminemos para generar las condiciones necesarias para que las personas con empleos precarios pierdan el miedo y confronten su situación (un saludo de dignidad para los y las autónomas de las contratas y subcontratas de Telefónica). Caminemos para que las soluciones propuestas desde la mayoría social en Euskal Herria y las propuestas realizadas desde las Marchas de la Dignidad tengan un recorrido real y no resulten una declaración de intenciones. Que los hombres, las mujeres y los pueblos, libres, puedan decidir cómo quieren construir su futuro. Caminemos para crear la oportunidad de generar una movilización con los mimbres suficientes para poner en jaque a este régimen y acercarnos a esa justicia social que propugnamos.