Nacho Vigalondo la ha vuelto a armar, y esta vez no en las redes sociales, sino en el Festival de Cannes. Y con la de prensa internacional que hay allí destacada estos días, todo cuanto sucede en la Croisette se sobredimensiona, se agiganta, hasta alcanzar el tamaño de un monstruo del cine fantástico japonés, de esos que con uno de sus torpes pasos destruyen edificios enteros, provocando el pánico en las masas que todavía guardan en el inconsciente colectivo la masacre de Hiroshima, o en sus retinas el desastre más cercano en el tiempo de la central de Fukushima.

No me quiero poner apocalíptico, pero la campaña promocional que estaba llevando a cabo Vigalondo en Cannes de su proyecto para Hollywood “Colossal”, se ha visto seriamente amenazada. La productora nipona Toho ha demandado a la estadounidense Voltage Picture por vulneración de los derechos de marca e imagen de “Godzilla”.

En los avances del argumento para su venta se habla literalmente de “Godzilla atacando Tokio”, y para terminar de arreglarlo el cineasta ha declarado que iba a ser el “Godzilla” más barato de la historia. En Japón ha sentado muy mal, porque es tanto como decir que se iba a ahorrar el pago de los derechos. Allí son gente seria, no como en otras partes.