«Steph, simplemente, es Steph». Curry se encargó de que los Golden State Warriors se adelantaran 3-0 en su Final de Conferencia Oeste ante los Rockets tras firmar 40 puntos, 7 asistencias, 5 rebotes, dos robos y ¡un tapón!, y abusaran de los texanos por 80-115. De ahí venía la «simple» definición del técnico Steve Kerr sobre su jugador franquicia. El MVP de la temporada hace estas cosas porque, «simplemente», es así.

Claro que, si hay otros cuatro compañeros capaces de anotar al menos 10 puntos –Thompson, Bogut, Green y Livingston–; si entre Green y Bogut son capaces de añadir 25 rebotes –de los 60 que agarrarían en total los californianos, apabullando bajo los aros a unos Rockets que atraparon 21 rechaces menos–; si su equipo es capaz de repartir hasta 26 asistencias entre nueve jugadores, por 15 de Houston –repartidos entre seis hombres–... todo es mucho más sencillo. El 7 de 9 en triples de Curry al final solo fue la guinda.

Mal día de James Harden

Por contra, Harden, aunque sumó 17 puntos, lo cierto es que no tuvo su día. El jugador franquicia de los Rockets firmó un 3 de 16 en tiros de campo –2 de 11 en tiros de dos y 1 de 5 en triples–, de forma que debieron ser Josh Smith –16 tantos y 8 rechaces– y Dwight Howard –14 puntos, pero con 2 de 8 en tiros libres, y 14 rebotes– los que tiraran del carro texano.

El duelo quedó visto para sentencia en la primera mitad, ya que los Warriors se escapaban 37-62 al descanso. No contentos con ello, los californianos también se impusieron en los dos cuartos restantes y amenazan con imponerse por la «barrida».