Alex COUTO
Entrenador. Máster Profesional de fútbol. Autor del libro «Las Grandes Escuelas del Fútbol Moderno»
Final de Copa

Dos equipos, dos propuestas

El entrenador y autor gallego disecciona lo que puede ser esta final, lo que representa ahora mismo el Barcelona y cómo puede hacerle frente un Athletic al que ve capacitado.

Una vez más la Copa del Rey ha vuelto a unir los destinos de los dos equipos con mayor número de finales en el torneo del KO y con mayor número de títulos. Athletic Club de Bilbao y Fútbol Club Barcelona volverán a medirse en un partido decisivo para clarificar quién se llevará el preciado trofeo.

La historia los ha ido emparejando en diferentes momentos, bajo las distintas denominaciones que dicha competición ha tenido a lo largo de su dilatado recorrido. Ocho finales entre ambos, de las cuales el equipo vasco se impuso en tres y el equipo catalán en cinco, treinta y seis finales para ambos con veintitrés y veintiséis títulos respectivamente.

Pero si algo está pendiente en esta final es la resolución de una reiteración manifiesta que se ha dado en los últimos años, en los que uno de los mejores FC Barcelona de la historia tuvo que medirse a los leones con resultados ajustados pero siempre favorables al cuadro blaugrana.

Hoy podría mantenerse la dinámica o romperse por fin para celebrar un triunfo rojiblanco que no se vive desde la temporada 1983-84. La incertidumbre que envuelve la final es obvia, a pesar de que los favoritismos recaen en un porcentaje elevado en el conjunto blaugrana.

Un partido siempre es una historia distinta y este no va a ser diferente. En noventa minutos pueden darse tal cúmulo de circunstancias que pueden provocar que los más reputados análisis se desvanezcan con la actuación estelar de algunas de las más rutilantes figuras que se darán cita en el Camp Nou por uno u otro bando. Bien es cierto que las realidades que presentan ambos conjuntos difieren en fondo y forma. Valoremos sus particularidades más características.

El FC Barcelona llega a esta final con el título de liga en el bolsillo y con un estilo de juego que ha ido evolucionando de manera notoria desde los inicios de temporada. Un equipo que tiene en su tridente delantero a su activo más visible pero que a lo largo de los últimos meses ha ido aderezando con variaciones futbolísticas que han permitido enriquecer el juego de conjunto de una manera contundente, acercando el estilo a la reconocible fórmula que ha hecho del equipo catalán toda una marca identificable.

el juego de este barça

El juego vertiginoso y rápido que partía de inmediatos robos de balón para facilitar una proyección ofensiva fulgurante se ha ido completando con un dominio del juego de pase corto y ritmo moderado que facilita la alternancia de intensidades y esconde las intenciones antes fácilmente previsibles de un equipo creado para sorprender.

El papel estelar de Messi, ampliando registros no solo en la faceta ofensiva sino también creativa se complementa con el trabajo incansable de Suárez, quien facilita con sus movimientos los espacios necesarios para operar en términos de máxima eficacia por parte de sus dos compañeros de ataque.

Neymar, evolucionando desde el sector izquierdo hacia el centro, representa la amenaza de lo impensado, de la acción inmediata que desde la creatividad personal genera el desequilibrio justo para provocar el quebranto en el equipo rival.

Pero a todo esto habría que añadir la dinamización del juego de conjunto que se gesta en la intervención estelar de los jugadores de medio campo, siendo en este caso Busquets, Iniesta y Rakitic, jugadores de marcado protagonismo ofensivo. A partir de la alternancia del juego corto y largo, de las acciones de control organizadas entre los movimientos sorpresivos de contraataque, nacen además las participaciones de los efectivos que se incorporan desde la última línea, Alves y Alba principalmente, quienes cada vez más rompen las barreras defensivas con fulgurantes apariciones nacidas de las combinaciones previas de los efectivos que trabajan por delante de ellos.

Con todo esto y la incorporación de acciones a balón parado cada vez más eficientes, el Barcelona ha desarrollado una identidad futbolística rica en matices y certera en términos de productividad, un equipo activo en sus intenciones y con clara vocación de dominancia.

Como contrapunto, tenemos a un Athletic Club de Bilbao que representa al equipo reactivo, aquel que se adapta a las manifestaciones abiertas del rival para hacer daño en aquellos puntos en los que este se debilita. Y es esta particularidad la que hace del Athletic uno de los equipos más peligrosos para el FC Barcelona, dado que sus fortalezas residen allí donde las debilidades del rival más claramente se manifiestan.

A pesar de que se llega con ausencias relevantes, el Athletic podrá presentar un equipo altamente competitivo que seguramente se vea condicionado por la impronta estratégica que quiera imponer su rival. En este punto, Ernesto Valverde tendrá toda la información sobre las particularidades puntuales de su oponente y podrá poner en acción planes que limiten las virtudes de este y a la vez exalten las fortalezas propias. Es ahí donde podrá residir una de las claves de este partido final, ser capaz de ser eficiente allí donde el rival reduce sus capacidades de rendimiento y ahí nos pararemos para valorar las opciones potencialmente posibles.

El Athletic goza de una estructura de plantilla que se caracteriza por tener un nivel medio muy elevado. Quienquiera que juegue garantiza un rendimiento tipo que facilita un ratio de productividad acorde con la exigencia pero tienen en determinados espacios del terreno de juego fortalezas y virtudes que podrá utilizar para inclinar el partido a su favor.

La primera y más visible es la velocidad y capacidad de sorpresa por los flancos, con jugadores del perfil de Williams, Iraola, Ibai Gómez o Aketxe.

Igualmente dispone de centrocampistas capaces de cuestionar el dominio en la gestión de la pelota a los dinamizadores del FC Barcelona, en figuras como Mikel Rico, Iturraspe o Beñat y finalmente dispone de defensores con el talento natural y la capacidad competitiva suficiente para frenar y dominar en la acción individual a los atacantes blaugranas, tal es el caso de Laporte, San José, el liderazgo activo de Gurpegi o los aportes de Etxeita, sabiendo que la probabilidad de que Messi no logre resolver una acción de excelencia es directamente proporcional a su inmenso talento.

El athletic tiene armas

Pero si el FC Barcelona decide plantear una final en la que predomine la velocidad, el equipo vasco tiene potencial suficiente para encarar un tipo de partido así y aprovechar los espacios que deje a sus espaldas el equipo blaugrana, disponiendo de una estrategia de robo y contragolpe propio de los equipos con gran bagaje defensivo. En cambio si el equipo catalán decide imponer un juego de control y dominio de la pelota, el Athletic podrá contraponer jugadores de marcado carácter técnico capaz de gestionar el juego igualmente con eficiencia. Sabiendo que arriba se tiene la presencia de un Aduriz capaz de resolver en gol cualquier acción o evolución llevada a cabo por sus compañeros.

Pero lo que nadie ha conseguido hasta ahora es plantear un partido al FC Barcelona con los parámetros básicos establecidos por el equipo rival y aquí residiría el gran impacto de esta final, que el Athletic fuese capaz, con personalidad y ambición, de plantear estratégicamente un partido en el que fuese capaz de marcar los ritmos de dominancia poniendo de relieve sus virtudes e incidiendo en hacer visibles los defectos del rival. Pasar de ser reactivo a ser activo por exceso. Esta faceta que nadie espera a priori podría ser una de los grandes atractivos que podría esconder una final que enfrenta quizás a los dos equipos más complementarios que existen actualmente en la liga española, un FC Barcelona con una querencia al ataque por costumbre, estilo e historia y un Athletic Club con una filosofía capaz de cuestionar los dominios de cualquiera y enfatizar el juego en aquellos aspectos que lo definen como equipo único.

lleno de ingredientes

Sin duda el espectáculo que nos espera estará aderezado de todos los ingredientes que conforman un gran partido, con diversidad de opciones estratégicas, con futbolistas capaces por sí mismos de generar acciones de desequilibrio y con colectividades y asociaciones puntuales que puede derivar en un fútbol de altura por ambos bandos, siendo el impacto en la fuerza de intervención de los jugadores más dominantes en el plano condicional un aspecto igualmente a tener en cuenta, los duelos particulares tendrán especial relevancia en el encuentro.

Quizás volvamos a ver al FC Barcelona festejar un título en su estadio, las estadísticas juegan a su favor pero quizás, después de mucho tiempo podamos ver a la afición del FC Barcelona saludar solidariamente a un campeón diferente, a un Athletic que por nombre y filosofía tiene todos los aderezos para llevar la corona de vencedor con la gallardía de quien durante muchos años fue el dominador absoluto de esta competición.

Solo los protagonistas tendrán las claves del evento y solo las podremos despejar al momento del partido, mientras tanto seguiremos soñando con poder acercarnos a una realidad imprevisible y auténtica, la que el fútbol de altura nos regala en partidos de este calado.