Mikel INSAUSTI
UNA SEGUNDA MADRE

El servicio doméstico en un Brasil de tradición tipicamente clasista

Se trata de una de las mejores películas del año, que ganó en la Berlinale el Premio del Público y en Sundance el del Jurado. Al igual que la también magistral película chilena de Sebastián Silva “La nana” (2009), donde Catalina Saavedra inmortalizaba el personaje de la criada que ha servido toda su vida en la misma casa, en la brasileña “Que horas ela volta?” nos encontramos con otro personaje similar destinado a perdurar en la memoria cinéfila.

Esta otra sirvienta se llama Val y es interpretada por Regina Casé, actriz temperamental de la que únicamente se pueden decir maravillas. Compone un retrato naturalista de una mujer cortada por el patrón de una educación clasista basada en valores tradicionales, y por lo tanto víctima de la supeditación de la mujer de extracción social baja al poder de la burguesía machista. Es de imaginar el nivel de identificación que la tipología que presenta ha de provocar en el público brasileño, teniendo en cuenta que, a pesar de la distancia geográfica y cultural, resulta perfectamente reconocible en nuestro ámbito más cercano, sobre todo con respecto a la generación de nuestras madres y abuelas, que bajaban del caserío a servir a la ciudad. Personalmente, conozco un caso bastante parecido.

La protagonista deja su Recife natal, en el estado de Pernambuco, para ir a servir a Sao Paulo. Por tener que marcharse a trabajar deja a su hija al cuidado de unos familiares, y la película arranca pasados ya los años, cuando la joven quiere realizar estudios universitarios, motivo por el que viajará para reencontrarse con su madre biológica. Lo que la chica se topa es con una mujer ya mayor a la que no reconoce, y que está por entero dedicada al cuidado de la familia que vive en la casa donde está interna. Y en especial está entregada a la crianza del hijo de los señores, también en edad universitaria.

La cineasta Anna Muylaert, conocida como guionista de la destacada película brasileña “El año que mis padres se fueron de vacaciones”, unas memorias paulistas de la dictadura, marca las diferencias entre madre e hija de forma dramática y radical. Las ideas anticuadas y serviles de Val chocan con la corriente pedagógica emancipadora de Paulo Freire que sigue la joven, llevándola a la práctica. Ella en todo momento manifiesta la clara intención de comportarse como una invitada, y no como la hija de la criada. Representa a un Brasil moderno que quiere el cambio, y que generacionalmente lucha por superar viejas barreras sociales. La madre no lo entiende, y piensa que su hija es una chica rebelde que la está dejando en mal lugar delante de sus jefes, por el simple hecho de que no se muestra sumisa y continuista con el papel asignado al servicio doméstico. No se ve como una mujer explotada.