Jon ORMAZABAL
FINAL MANOMANISTA

Un desenlace inédito con más incógnitas que nunca

Aimar Olaizola parte como claro favorito para hacerse con su quinta txapela ante un repescado Urrutikoetxea que busca su primer entorchado y devolver el título a Bizkaia

El Bizkaia de Bilbo acogerá esta tarde la final de un Manomanista que quedará irremediablemente marcado por la ausencia de Oinatz Bengoetxea, al que la inoportuna fractura de su dedo índice en la mano izquierda en el último entrenamiento le privó de estar en una cita para la que tan brillantemente se había clasificado. Tras el noble gesto del pelotari de Leitza de no agotar plazos y renunciar a una final para la que no se sentía preparado, las empresas optaron por agarrarse, esta vez sí, al reglamento, para no perderse o dilatar una cita irrenunciable para sus arcas y compromisos. El resultado es una final inédita que genera más incertidumbre que nunca entre los pelotazales.

Entre los delicados y confusos márgenes de una competición que arrancó con la designación empresarial de Aimar Olaizola como cabeza de serie cuando, deportivamente, no le correspondía –se modificó el reglamento ex profeso antes del comienzo del campeonato– , se recalificó a un pelotari eliminado en la previa como Altuna y se repesca para la final a un semifinalista que se quedó en 7, lo que está claro es que lo que se juega esta tarde es, con todos los matices que se le quiera poner, quién jugará de colorado el próximo y quién aparecerá como campeón en un palmarés que deberá tener un apartado aparte para el segundo clasificado, porque todavía nadie ha aclarado si se respeta la condición de finalista de Oinatz Bengoetxea y cómo se plasmará eso el año que viene a la hora de diseñar la escalera del Manomanista 2016.

Olaizola II se convertirá hoy, junto a Hilario Azkarate, en el segundo pelotari con más finales del mano a mano (9), –Retegi II cuenta con 14– y buscará su quinta txapela, con la que alcanzaría a Martínez de Irujo en el cuarto peldaño de la competición otrora más importante del calendario manista. Mikel Urrutikoetxea, por su parte, se estrena en este tipo de partidos, por lo que gestionar anímicamente todo lo que una final como estas genera será su primer gran escollo. De momento, parece haberlo llevado con mucha tranquilidad pero habrá que ver si el último subidón no lo paraliza, como le sucedió en el Labrit ante Oinatz, cuando estuvo muy por debajo de su nivel.

Descartado el lleno, el ambiente está tibio

Otra de las grandes incógnitas es el ambiente que se vivirá en las gradas de un frontón que no se llenará. El tirón de tener un pelotari vizcaino no ha sido suficiente para paliar las bajas que han causado el aplazamiento y el cambio de finalista, por lo que el «evento social» en el que se había convertido en los últimos años la final perderá lustre. Sin datos oficiales de venta de entradas –la venta por internet ha finalizado pero hay entradas de todos lo precios–, el lleno parece descartado y habrá que ver el efecto del tirón de última hora –y las invitaciones–, con una meteorología que invita a otras actividades.

Como novedad, las empresas pondrán en marcha un nuevo protocolo de seguridad con el que quieren evitar que el público pueda acceder a la cancha una vez concluya el partido. A pesar de la cercanía que se irradia, se entiende que no es una imagen seria en un deporte profesionalizado.

Una decisión que marca un precedente

Al margen del incuestionable factor económico, ofrecer una imagen de seriedad y crear precedentes han sido precisamente los objetivos buscados con la decisión de recuperar a Mikel Urrutikoetxea en la final sin esperar más a Oinatz Bengoetxea, como reconocía Asier Olaizola.

«A mí lo que me hubiera gustado es que jugara Bengoetxea, ha sido Oinatz el que ha llegado a la final y me hubiera gustado que hubiera jugado él. Pero ahora todos los que juegan saben las normas que hay. Hasta ahora nadie le daba importancia al tercer puesto, había gente que decía que tenía cualquier molestia y no jugaba. Me da que del año que viene en adelante, todo el que no juegue la final deseará jugar por el tercer puesto», señaló el botillero del de Goizueta, reconociendo que la espera se le había hecho larga, sobre todo mentalmente, a su hermano.

Ya son doce años desde que el delantero de Asegarce disputó su primera final del Manomanista y en este intervalo de tiempo le ha pasado de todo. De hecho, su primera experiencia resultó bastante desagradable. También fue el primer campeonato organizado por la LEP.M y apostaron por una liguilla de semifinales que le pasó factura. En su sexto partido de campeonato y con el pase a la final asegurado, Olaizola II sufrió una lesión en su hombro derecho que hizo que la final se retrasara más allá de lo que estaba estipulado. Ni 42 días de aplazamiento fueron suficientes. El delantero compareció a la final contra Patxi Ruiz, pero prácticamente desde el primer pelotazo se vio que su hombro no estaba en condiciones de competir y el de Lizarra se impuso por un contundente 22-7, en la última txapela ganada por un zaguero.

En 2011 la LEP.M intentó que se cumpliera el reglamento, pero terminó perdiendo el pulso que le planteó Xala. Una inoportuna apendicitis obligó al de Lekuine a pasar por el quirófano y las empresas decidieron que el tercer clasificado, en aquel caso Oinatz Bengoetxea, disputara la final. Sin embargo, el pelotari lapurtarra no se conformó, decidió acudir a la justicia ordinaria y, entre el clamor popular y la presión de los alcaldes de Ipar Euskal Herria, un buen mercado para la venta de festivales, consiguieron que Xala terminara jugando una de las mejores finales de los últimos tiempos y cumpliendo el sueño de que la txapela Manomanista viajara al norte del Bidasoa.

Una oportunidad para Bizkaia

Bastante más llevan esperando los aficionados vizcainos para que uno de sus pelotaris vuelva a calarse la txapela más importante del año. En la final de 1977 dos pelotaris del herrialde, concretamente del mismo pueblo, Atxondo, se midieron y el título fue para Iñaki Gorostiza, que se impuso a Roberto García Ariño por 22 a 12. Desde entonces ningún vizcaino la ha ganado y el propio García Ariño IV fue el último en clasificarse para una final, en 1982, ante Retegi II.

Lejos de sentirse amenazado, el exzaguero, que acudirá esta tarde al Bizkaia, se muestra deseoso de poder ceder el testigo a Mikel Urrutikoetxea. Para ello, el de Zaratamo debe «imprimirle velocidad a la pelota y ritmo al partido. Aimar ya tiene sus añitos y ahí puede fallar. Urruti tiene juventud, toque y sabe jugar de aire. Cuanto más ritmo le meta y más juegue de aire, más daño le puede hacer a Aimar. Eso sí, sin volverse loco», le aconsejó Gorostiza que, no obstante, ve favorito al delantero navarro.

Momios exageradamente colorados

La opinión del manista de Atxondo no supone ninguna excepción, ya que los pronósticos se decantan claramente por la veteranía de Aimar Olaizola, por mucho que el corredor de Asegarce Juan Luis Arrarte se mostrara convencido de que Mikel Urrutikoetxea será campeón esta tarde.

Eso sí, «cantaremos momios de mil a seis para poder hacer miles a cuatro. Y en las máquinas me dicen que todavía está más por debajo, mil a dos es lo que ofrecen por Mikel. Mil a cuatro me parece razonable».

El que fuera puntista profesional pronostica que puede haber una sorpresa grande y se agarra a que el propio Olaizola repita una y otra vez que en los entrenamientos le cuesta horrores ganar al vizcaino.

En cuanto al aplazamiento y el cambio de protagonistas, opina que ellos, los corredores, han salido perjudicados con la nueva situación. «Cuanto más baja el dinero, menos se juega. Yo no sé qué pasa, todo el mundo te dice que no va a jugar tan bajo. Antes sí que estaba bien, el partido anterior sí se había puesto bien, porque por Bengoetxea se había puesto siete u ocho a mil y ahí sí se hubiera jugado muy bien. Ahora, con este otro partido, pues nada. Pero es igual, a mitad de partido ya trabajaremos», se consolaba Arrarte, que se lamenta que los bajistas han desaparecido del frontón.