gara, donostia
EDITORIALA

El largo camino del juramento a los hechos

En un acto solemne, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, prometió ayer bajo el Árbol de Gernika «fidelidad a la causa del pueblo vasco» con motivo del 120 aniversario del PNV. Más de un siglo de andadura en el que poco ha cambiado el mensaje en relación al anhelo soberanista de un amplio sector de este país. Varía el continente pero no tanto el contenido. En su última versión, la formación jeltzale aboga por un acuerdo de «libre adhesión» para «ganar espacio como nación». Un camino en el que el lehendakari, Iñigo Urkullu, aseguró que no admitirá «limitaciones a la libre voluntad democrática de la ciudadanía vasca».

A pesar de la lealtad prometida, no hubo concreciones sobre la vía por la que el PNV apuesta para alcanzar esos objetivos. Una de las muchas cuestiones necesarias para llevar a cabo el proceso en el que Euskal Herria pueda decidir su futuro es la determinación. Pasar del compromiso verbalizado a hechos concretos. Sería simplista pensar que el camino estará exento de dificultades, dada la obsesión del Estado español por impedir el ejercicio democrático de decidir, como ha quedado demostrado en el proceso soberanista de Catalunya. Por ello, precisamente, es esencial que los actores de este pueblo tomen el papel protagonista. Salvando las particularidades de cada escenario, la iniciativa catalana, que ha recibido un nuevo empujón con el acuerdo alcanzado la pasada semana, es un buen ejemplo en la medida en que muestra la clara voluntad de los partidarios de la independencia de llevar a cabo su propósito.

No hay acuerdos con Madrid que valgan si la ciudadanía de Euskal Herria no puede manifestar su decisión soberana. Supondría una clara limitación a su voluntad. Ser fiel con el mandato del pueblo vasco implica necesariamente darle la palabra, la opción de elegir una ruta que ha de desarrollarse con su consenso. Llevar este principio hasta el final sería una buena forma de cruzar el puente que une las promesas con los hechos.