Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
REAPERTURA DE EMBAJADAS DE CUBA Y EEUU

Paso crucial para dar fin a una siniestra historia de terror y asfixia económica

Tras 54 años de relaciones diplomáticas congeladas y de enemistad mutua, EEUU y Cuba dieron ayer el paso de abrir sus respectivas embajadas. Con fuerte carga simbólica y gran significado político, este paso muestra el fracaso de la apuesta por el estrangulamiento económico de Cuba, y aun con mucho por hacer, abre un nuevo horizonte.

La sobreutilización de la palabra «histórico» condena, por regla general, los hechos a la pura rutina; dar sistemáticamente a todos los acontecimientos una importancia histórica hace que realmente nada sea importante. Sin embargo, la reapertura de las embajadas de Cuba y EEUU sí puede considerarse como tal, como un acontecimiento histórico que, además de marcar formalmente el reinicio de las relaciones diplomáticas –rotas desde enero de 1961–, supone un paso decisivo en la reconciliación y la normalización de las relaciones bilaterales entre los dos viejos enemigos.

En un acto oficial cargado de simbolismo, con la presencia del ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, el primero que visitaba oficialmente territorio de EEUU en medio siglo, frente a 500 invitados, el viejo edificio del Barrio Latino de Washington volverá a ser, en términos diplomáticos, una embajada. Ya no será solo una Sección de Intereses. Lo mismo ocurrirá el próximo 14 de agosto con la imponente embajada que EEUU tiene en el malecón de La Habana. Para ese día, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ha confirmado su viaje a la capital cubana –la primera visita de ese nivel desde 1945– para izar la bandera norteamericana.

De este modo, el emblémático edificio que domina la bahía de La Habana y albergaba hasta ahora la Sección de Intereses de EEUU, recuperará a su vez el rango de embajada. Una instalación que ha sido epicentro de múltiples tensiones y disputas, especialmente la derivada del caso del niño balsero Elián González o la que siguió a los mensajes políticos que se mostraban en paneles gigantes, que fue respondida con la colocación de 138 mástiles gigantes en los que se izaron banderas negras.

¿De enemigo, a buen vecino?

Descongelar una relación que durante 54 años ha sido, en términos diplomáticos, uno de los anacronismos más flagrantes del mundo contemporáneo tiene una dimensión histórica añadida cuando se ha producido sin que Cuba haya cedido a las presiones contra su soberanía y su derecho de autodeterminación. Sin que los intentos de invasión, las prácticas de terror, las estrategias para un «cambio de régimen» con la excusa de promocionar la democracia hayan tenido éxito. Atrás quedan los intentos de EEUU por hacer del derrocamiento del Gobierno cubano una condición necesaria para la normalización de relaciones con Cuba. Las palabras de Obama en las que reconocía que no esperaba una «rápida transformación» del sistema político cubano son seguramente la mejor constatación del fracaso de la estrategia del terror y del estrangulamiento económico.

No obstante, aunque se puede presumir que EEUU dejará de tratar a Cuba como aun enemigo, tampoco se puede afirmar que lo tratará como a un buen vecino en el marco de un comportamiento diplomático civilizado, con normas de conducta pacífica entre diferentes naciones. Sienta las bases para ello pero aún quedan diferencias serias a afrontar desde el respeto mutuo y el entendimiento.

En concreto, Cuba exige el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero; la devolución de la infame base de Guantánamo y el fin de las transmisiones ilegales desde Miami. Por su parte, EEUU reclama conmpensaciones por las empresas que Cuba nacionalizó en la década de los 60 o la extradición de la Pantera Negra Assata Shakur exiliada en la isla, a la que el Gobierno cubano se niega. En otras palabras, la reapertura de las embajadas supone culminar una dura etapa de un largo proceso de enemistades pero dará inicio a otra quizá tan larga y seguro más compleja.

Normalidad poco «normal»

Por tanto, como apunta el abogado cubano que tiene su bufete en Washington, José Pertierra, la fase que se abre ahora puede definirse como la de una normalidad muy poco normal.

Una normalidad en la que dos países separados por noventa millas naúticas tienen relaciones diplomáticas con la anormalidad de que uno de ellos impone un bloqueo contra el otro. Donde Cuba tiene embajada y embajador y EEUU embajada sin embajador porque el Senado se opone a ello. Donde las empresas estadounidenses pueden comerciar con individuos en Cuba pero es ilegal hacerlo con empresas nacionalizadas. Donde es normal querer entretener a los cubanos con programas de televisión y radio pero no lo es cuando se otorga un multimillonario presupuesto para mantener la tele y radio Martí como instrumento de propaganda. O mantener una base como la de Guantánamo donde se encierra sin un juicio con garantías a cientos de prisioneros y se les tortura. En Cuba.

Obama dijo en su día que «la vieja política (del cambio de sistema político) no ha funcionado, hace tiempo que pasó la fecha de caducidad». Inventar algo nuevo no significa que los millones de dólares que se espera que fluyan hacia la isla caribeña solucionen, por sí solos, los problemas de su población. No conviene ser ingenuo.

Aún se atravesarán circunstancias difíciles y accidentadas. Pero todo indica, en suma, que ayer se dio el punto de inflexión de una triste y siniestra historia de terror y asfixia.

Para Noam Chomsky, los cambios en América Latina han forzado el giro de EEUU hacia Cuba

En una entrevista publicada por el diario mexicano “La Jornada”, el lingüista e influyente intelectual estadounidense Noam Chomsky cree que la nueva relación entre EEUU y Cuba obedece «a los cambios notables producidos en América Latina en los últimos años». Unos cambios que «lo han aislado cada vez más en su patio trasero hasta obligarlo finalmente a cambiar de posición».

«La opinión pública, y lo que es más interesante, sectores mayores del capital de EEUU (farmaceúticas, agroindustria, energía...) siempre han estado en contra del bloqueo». Considera, sin embargo, que el «desafío exitoso cubano a la política exterior estadounidense, que surge de la Doctrina Monroe, nunca ha podido ser tolerado» y cree que ahí radica la razón por la que se han sacrificado la opinión de los ciudadanos y los intereses de las grandes corporaciones en beneficio de una razón de Estado mas alta.

El influyente Henry Kissinger llamó «virus» a la desobediencia a esta doctrina mafiosa que defendía el aislamiento, el control y la desaparición de ese «virus» para evitar la propagación en coyunturas revolucionarias.

Sin embargo, esta política se ha encontrado con un gran problema. Ya en la Cumbre de las Américas de Colombia, EEUU (y Canadá) quedaron completamente aislados, y en la de Panamá (celebrada en 2014) era posible que quedará efectivamente excluido del hemisferio.

En esta coyuntura fue cuando Barack Obama anuncia el fin de las viejas políticas de «cambio de régimen» y, en palabras de Chomsky, «de manera magnánima, se permitiría que Cuba escapara de su aislamiento internacional, que escapara, sí, pero solo un poquito».

Las aperturas de Obama y el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas de diciembre de 2014 fueron calificadas como «valientes e inteligentes» por la prensa liberal, que subrayaron los costos políticos que asumía. Aunque, recuerda Chomsky, Barack Obama sigue caracterizando su jugada como «el medio más efectivo para empoderar al pueblo cubano».

La traducción que Noam Chomsky, uno de los críticos más reconocidos en temas de poder y relaciones internacionales de EEUU, hace de todos estos pasos y de toda esa retórica es clara: «Los últimos 10 a 15 años dejaron a EEUU bastante aislado en su patio trasero tradicional».

Y con un tono un tanto ácido y de ironía ciertamente feroz, concluye su explicación diciendo que «ya que las políticas de terror y estrangulamiento económico habían fracasado, EEUU tendría que intentar emplear otros medios para llevar a Cuba a las normas más elevadas de Honduras, Guatemala y otros países tradicionalmente beneficiados por la nobleza estadounidense».M.Z.