Tras dos conciertos centrados en la música del Renacimiento y el primer Barroco, con la penúltima propuesta del ciclo de música antigua de la Quincena Musical avanzamos en la historia hasta detenernos en el Barroco italiano en torno al 1700. El protagonista, un instrumento que no se presenta sobre los escenarios tan a menudo: la flauta de pico –nuestra txirula de toda la vida–, que se desveló como una herramienta virtuosa y con gran personalidad en los dedos de David Antich, un catalán que ha hecho de la defensa de la flauta de pico el leitmotiv de su carrera. El jueves Antich fue solista en cinco breves conciertos, dos de Alessandro Scarlatti y otros tres de Francesco Mancini, recogidos en un manuscrito napolitano datado en 1725 y que ofrecieron una preciosa muestra de la luminosidad, frescura y originalidad de la música italiana de la época, que tiene a Vivaldi como figura más famosa. Antich nadó con soltura y precisión por las cascadas de notas de los movimientos rápidos y fraseó con hermosas inflexiones tímbricas en los lentos.  

La orquesta zaragozana Al Ayre Español, con Eduardo López Banzo al frente, se presentó en un formato reducido que buscaba el equilibrio con los escasos decibelios de la flauta de pico, pero eso no fue obstáculo para que firmasen unos acompañamientos repletos de detalle y dinamismo, apoyadas en la gran calidad de los componentes del grupo, especialmente un magnífico y apasionado violinista que a veces parecía estar inmerso en un concierto de rock antes que en uno de música barroca.