Como en las txosnas en ningún sitio

Salimos de Alde Zaharra y emprendemos la marcha hacia la zona sur de Gasteiz. Enfilamos la calle Dato y cruzamos los túneles de la estación de tren, punto de encuentro para locales y foráneos –más ahora que la nueva terminal de autobuses está en Lakua–. Tras un paseo de apenas diez minutos, llegamos a nuestro destino. Por fin estamos en las txosnas.
Son las 22.00, y ya va siendo hora de cenar. Las carpas de la entrada están hasta arriba, y no nos convence la idea de esperar una hora para comer un bocata con unas patatas bravas. Justo en frente está la txosna de TMEO, la novedad de este año, que ha colocado un puesto de perritos calientes. Avanzamos un poco, y vemos la txosna de AEK. La barra está llena, señal inequívoca de buenos bocatas. Miramos la carta y vemos que el mítico lomo-queso-pimientos se ha visto desplazado por los bocadillos «especiales», entre los que destaca uno llamado Korrika. «Pollo, panceta, cebolla…», el colega ha parado de hablar. Ha leído los primeros ingredientes y ha empezado a salivar.
Comenzamos a deambular por el recinto con el bocata en una mano y una cerveza en la otra. Las mesas están ocupadas y escasean los bordillos. Al final establecemos el campamento base frente a la txosna de EHE. No viene mal tener un sitio cerca donde rellenar el baso. Con el estomago lleno, iniciamos un poteo previo a los conciertos. Empezamos en la carpa. Parece que alguno se ha quedado con hambre, ya que no aparta los ojos de la plancha de Cocina de Guerrilla, donde se fríen un par de huevos y txistorra. Decidimos marcharnos antes de que alguien plantee la opción de recenar.
Tras pasar por las txosnas de Iraultza 1921 y Fracking Ez, entramos en la Gazte Karpa, que cuenta con su propio programa festivo. Tomamos un trago y nos acercamos a la txosna de Hala Bedi, situada frente al escenario. Es un buen sitio para matar el tiempo hasta las 2.00, hora a la que está previsto el concierto de Zarpazo! a Cicatriz. Gracias a Gaizka Etxebarrieta, hermano de Natxo, podremos volver a cantar, una vez más, las canciones que escuchábamos en los bares de la Kutxi hace unos cuantos años.

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