La carrera del cineasta novel Thomas Cailley se abre de forma prometedora, gracias al triunfo de “Les combattants” en los premios César, donde se llevó un total de tres estatuillas: Mejor Ópera Prima (Tomas Cailley), Mejor Actriz (Adèle Haenel) y Mejor Actor Revelación (Kévin Azaïs). Un reconocimiento a sumar al que obtuvo por parte de la crítica internacional desplazada a Cannes, donde fue calificada de creación muy original, diferente por completo del género fantástico y romántico que se practica en el mercado anglosajón para el público adolescente y juvenil.

“Les combattants” es una historia innovadora de amor y supervivencia, protagonizada por una pareja joven y dinámica con los roles invertidos: la chica dura y el chico sensible. Adèle Haenel es una auténtica atleta, con la preparación física necesaria para encarnar a una mujer aventurera que se enrola en un campamento de verano militar, porque piensa que allí recibirá el entrenamiento total de cara al momento inminente en que llegue el fin del mundo por culpa de una u otra de las muchas causas posibles. Su tendencia paranoica se ve frenada por la normalidad que representa la caracterización de su partenaire Kévin Azaïs, quien intenta que ambos pisen suelo y sean realistas, sin salirse demasiado de sus planes iniciales destinados al trabajo en la carpintería familiar, alterados por el enamoramiento que le lleva ocasionalmente a seguir a su compañera de odisea.

Juntos huirán de la disciplina castrense, porque les une el impulso vital que no admite ordenes ni sometimiento. Son dos figuras a la fuga silueteadas sobre el paisaje de las Landas, filmado con una fuerza expresiva que saca partido de las grandes extensiones solitarias en las que cualquier punto en movimiento sirve de referencia. En vista de que no hay futuro, el presente se convierte en lo más parecido a una carrera por detener el tiempo y abrir horizontes.