Ya estamos con la cantinela de tooooodos los años desde que Aste Nagusia es Semana Grande: «¿Las fiestas de Donostia? Sí, mucha gente, pero poco ambiente». El propio alcalde destaca que las calles están «de bote en bote» y que las actividades oficiales suman tropecientas mil, pero hombre, alguna txaranga más en la calle tampoco vendría mal ¿o qué? Y cine al aire libre, esgrima, waterpolo, paseo en patines, o taller de realización de un cuadro con vidrio reciclado dan para pasar un ratillo agradable, nadie lo niega, pero tampoco va a ser ahora la puta kaña del desenfreno y el éxtasis festivo. ¿O qué?

La asamblea de majaras apunta otra sesuda reflexión. En cualquier actividad humana lo primero es saber con qué efectivos se cuenta, y en Donosti se hace francamente difícil discernir quién está por la labor y quién no. En Iruñea ves a cualquiera con camisa de cuadros y pantalón chino, o en Tolosa sin disfrazar aunque sea con chilaba, y ya sabes automáticamente que puedes ir tachándolos del equipo, uno menos. Pero en Donostia todo se complica: ¿Esa de las chanclas va a la playa a disecarse bajo el sol o a La Flamenka a abordar todo lo que pueda? ¿El del traje está en horario de oficina o se llevará el Oscar de la noche en el Náutico? ¿Ese hace footing o corre porque se le escapa la cuadrilla?

Uno ve el panorama al salir de casa y se le quitan ganas de pasar lista, por si acaso. El Ayuntamiento y 110 comercios han intentado poner orden repartiendo 5.500 pañuelos azules, pero parecen pocos y se ven todavía menos. Eskerrak que Donostiako Piratak se ha puesto manos a la obra para darle un poco de color a la cosa, animar el cotarro y lograr que nos vayamos aclarando. Chaleco verde para bihurris grandes y chicos, carne para los intxaurrondotarras de Traganarrua, azul claro para los Ubarroiak de Gros, azul oscuro (y camiseta roja) los solidarios de Xibaro, granate los gaztes de Eskifaia, morado feminista las Sardiñerak, rosa los «sanotes» de Kalepoza... Y pañuelo negro pirata para todos y todas.

Así sí, joder. ¡E-qui-po!