Beñat ZALDUA
IRUÑEA
DEBATE EN EL CONGRESO

Un pleno sobre los presupuestos convertido en debate preelectoral

El Congreso de los Diputados inició ayer el pleno sobre los Presupuestos Generales del Estado, presentados precipitadamente por el Gobierno a las puertas de unas elecciones generales. Una jugada inusual con la que esperan reforzar su principal y prácticamente único argumento para la cita electoral: la relativa y cuestionable mejora económica.

No está siendo un agosto ordinario en el Congreso de los Diputados, convertido en la principal plataforma del PP para lanzar la precampaña electoral en pleno verano. Si la semana pasada fue un innecesario debate sobre el rescate griego el empleado como azote contra Podemos y PSOE, ayer fue el turno de los Presupuestos Generales del Estado, presentados a las puertas de unas elecciones generales todavía sin fecha. Algo inusual, pues suele ser el Gobierno entrante el encargado de proponer las nuevas cuentas. Pero el PP necesita números para hacer calar su mensaje, ya que frente a supuestos populismos como el de Syriza en Grecia, el PP lo fía todo a la relativa mejora económica, de la que hace única responsable a sus políticas de ajustes de los últimos años. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro lo expresó ayer de forma clara: frente a «utopías inalcanzables», sus promesas «están condicionadas por estos Presupuestos y basadas, por tanto, en la realidad económica construida estos años».

Montoro fue el encargado de defender ayer los presupuestos del Gobierno en la primera sesión de un pleno que sigue hoy. De nada sirvieron los berrinches de la oposición, que reclamó la presencia de Rajoy en la tribuna de oradores. Igual que hizo la semana pasada con el titular de Economía, Luis de Guindos, en el debate sobre el rescate griego, el presidente prefirió mantenerse en un discreto segundo plano, dejando librar la batalla a sus subordinados. Ayer, Rajoy apenas se limitó a asegurar que las turbulencias en la economía china no van a afectar al Estado y a seguir dando cuerda a una hipotética reforma constitucional que sigue sin detallar.

Mientras, en el ruedo Montoro seguía defendiendo las cuentas sin apenas aportar nuevos datos: «Frente a los que ofrecen meras teorías, en la práctica no hay Presupuestos más sociales que los que apuestan por crear empleo». De hecho, el ministro no tuvo inconveniente en confirmar la voluntad de alterar la campaña electoral con la aprobación de las cuentas, al señalar que las promesas electorales de los partidos no podrán ser «utopías inalcanzables» porque estarán condicionadas por los presupuestos. Así, los eslóganes reinaron sobre los números y las nuevas propuestas (una vaga promesa de mejora de la financiación de las pensiones fue lo más parecido), en una intervención más propia de una campaña electoral que de un debate parlamentario.

Cuestión de gallardía

Claro que tampoco ayudó a enriquecer el debate la intervención del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que arrancó echando mano de la testosterona y acusando a Rajoy de «falta de gallardía» por no defender él los presupuestos. Según el guión previsto, Sánchez acusó al Gobierno de no presentar unos presupuestos, sino «un programa electoral».

«Usted es un peligro para la economía porque ha llevado a España a una grave degradación institucional, con su partido corroído por la corrupción sin que nadie asuma responsabilidades», añadió Sánchez, que hizo gala de la amnesia que acostumbra a acompañar a los partidos en periodos electorales al acusar a Rajoy de ser «el hombre de la troika en España». Tampoco faltó el espacio para las promesas electorales, entre las que destacaron la derogación de la Lomce, la bajada del IVA cultural al 5% y un pacto de Estado contra la violencia de género.

Desde la barrera, Rajoy no tuvo problemas luego en acusar a Sánchez de falta de «nivel», considerando que el PSOE «merece algo mejor». Eso sí, evitó ponerse a prueba y volvió a dejar a Montoro la lucha cuerpo a cuerpo. Más barriobajero que el gallardo socialista, el ministro despreció las «mandangas» de Sánchez, al que acusó de plantear «vaguedades» que, «por no llegar, no llegan ni a buenas intenciones». «Faltón», «grosero» y «patético», se escuchó desde la bancada del PSOE, que sin embargo se contentó con ejercer el derecho a la pataleta.

 

UPN, único apoyo del rodillo del PP

Tras el intercambio de bajezas entre PP y PSOE, ayer tomaron la palabra en el pleno Convergència, Unió (se dividen el tiempo del que disponen como CiU, ya extinguida) e Izquierda Plural. Todos esgrimieron sus razones para presentar las enmiendas a la totalidad de los presupuestos. En términos generales, los catalanes criticaron la perpetuación de un agravio que hace que aporten bastante más de lo que reciben de las arcas públicas, mientras que el líder de IU, Alberto Garzón, y el portavoz de ICV-EUiA, Joan Coscubiela, se centraron en criticar la consolidación de los recortes aplicados durante los últimos años. Eso sí, todos coincidieron en denunciar el electoralismo del Gobierno por presentar los presupuestos antes de las elecciones.

Se trata de una crítica compartida por todos los grupos de la oposición a excepción de UPN, única formación que no ha presentado una enmienda a la totalidad. Tras las intervenciones de ayer, el debate seguirá hoy con los discursos del resto de grupos parlamentarios, entre ellos Amaiur, PNV y Geroa Bai, que insistirán en el rechazo a las cuentas, si bien lo harán por motivos diferentes. Mientras Amaiur reclama la soberanía económica para Euskal Herria, el PNV pide más dinero para el TAV.B.Z.