Txema Unanue
Responsable de Emergencias de Osakidetza
KOLABORAZIOA

Euskadi, lista para afrontar emergencias

Recientemente se publicaba en este mismo espacio de opinión un artículo que ponía en cuestión la capacidad de Euskadi para afrontar una emergencia médica de gran magnitud. No seré yo quien niegue el legítimo derecho de cualquier ciudadano o ciudadana a opinar sobre lo que le parezca oportuno, pero permítaseme reivindicar el mío a denunciar que se recurra a falsear la realidad y los datos para sustentar ese posicionamiento.

Por eso, me veo en la obligación de comenzar por recordar un hecho irrefutable y que cualquiera puede constatar: que nuestra comunidad dispone de un sistema de emergencias médicas, Emergencias de Osakidetza, que gestiona la asistencia sanitaria urgente y emergente las 24 horas del día, los 365 días del año. Un sistema que cuenta principalmente con recursos sanitarios, pero también con el concurso de la Ertzaintza, Bomberos, Policía Municipal, etc. cuya labor coordinada e integral es la clave para afrontar debidamente las situaciones de riesgo y urgencias sanitarias.

La garantía de respuesta de un sistema de emergencias no puede sustentarse en exclusiva en el ratio de ambulancias de emergencia por habitante; y es que, sin restar relevancia a ese dato, no son menos importantes otros como la orografía, la densidad de población, el grado de envejecimiento poblacional, la patología habitual de la población atendida, los riesgos inherentes de la zona, el número de hospitales y otros centros sanitarios, la distancia a los hospitales habitualmente destino de los y las pacientes, etc.

En cualquier caso, y desmintiendo las cifras que ofrece el artículo que nos ocupa, los recursos sanitarios de los que dispone Euskadi en cuanto al número y tipo de ambulancias son 64 ambulancias de Soporte Vital Básico y 20 ambulancias de Soporte Vital Avanzado, todas ellas dotadas de profesionales sanitarios y técnicos perfectamente preparados. Además, efectivamente, de contar con un helicóptero medicalizado con personal médico y de enfermería, que apoya a la red sanitaria de soporte avanzado y permite acortar tiempos de respuesta.

Esas 84 ambulancias conforman, junto al mencionado helicóptero medicalizado, la que se denomina Red de Transporte Sanitario Urgente (RTSU) que, como su propio nombre indica, trabaja precisamente en red, es decir, de forma coordinada, optimizando así la eficacia en la asistencia y permitiendo al mismo tiempo garantizar la cobertura en aquellas zonas donde el recurso asignado esté prestando servicio en ese momento. Todos estos recursos se gestionan desde los Centros Coordinadores de Emergencias de Osakidetza de cada territorio, que están preparados además para incorporar inmediatamente ambulancias no asistenciales y recursos extraordinarios concertados por el Departamento de Salud.

Respecto a las grandes catástrofes a las que alude el mencionado artículo, lo cierto es que, además de los medios referidos, Euskadi ha sido pionera en el diseño y puesta en marcha de un Protocolo para la coordinación e integración de la Atención Primaria y Hospitalaria de Osakidetza para el abordaje de incidentes con múltiples víctimas. Pero es que Osakidetza no está, ni mucho menos, sola ante la eventualidad de una situación que esperemos no se produzca. Su servicio forma parte del Plan de Protección Civil de Euskadi-Larrialdiei Aurregiteko Bidea (LABI), que es el instrumento principal de ordenación, organización y planificación de respuesta a las emergencias en la CAV y que aglutina grupos de intervención sanitarios, de seguridad, logística y de apoyo técnico.

En definitiva, una batería de recursos materiales y humanos suficientes y adecuadamente estructurados desde las organizaciones públicas y el apoyo de las concertadas (como sucede no solo en el caso de las ambulancias, sino también en otros campos como el servicio psicológico), que nos permiten responder a la pregunta: «¿Preparados para una emergencia médica?» con un «sí, en todo momento». Un sí formulado con la lógica prudencia, pero desde la contundencia de los datos, desde la serenidad que nos aportan nuestros y nuestras profesionales, y desde el compromiso de quienes día a día trabajamos para intentar cumplir lo mejor posible con la responsabilidad que se nos ha encomendado: la salud y la seguridad de las personas.