Alberto PRADILLA
ELECCIONES EN GRECIA

Menos votantes y más resignados ante el futuro

Menos gente en los colegios y, sobre todo, sin entusiasmo. La tercera cita con las urnas en menos de un año no se pareció a las anteriores. Los electores saben que el próximo Ejecutivo gestionará un memorándum ya en marcha, lo que limita su confianza.

«Alexis Tsipras lo intentó hasta el punto de haber convocado el referéndum. No podemos equivocarnos. La alternativa era la bancarrota». Vassilies Sklias, sindicalista y apoderado de Syriza, vigila las votaciones en un colegio del centro de Atenas, muy cerca de la plaza Syntagma. Es de los convencidos y parece que quiera autosugestionarse, creer que la sensación de tedio tiene más explicaciones que la frustración acumulada desde la victoria de enero. Desde luego, el ambiente ayer en Atenas era todo lo contrario al que se vivió dos meses antes, durante el épico referéndum que dijo «No» a la Troika. Colegios vacíos, sala de prensa sin demasiada afluencia y una consigna que se repetía entre los votantes: da igual lo que se decida porque la hoja de ruta ya se firmó en agosto.

«No soy optimista. El Gobierno que salga elegido tendrá que aplicar el memorándum», argumenta Maro Kanburis, partidaria de To Potami (liberales) en el colegio de Kolonaki, una de las zonas pudientes de Atenas. Aquí parece que son de cumplir con la urna entre la misa de doce y el vermut. Tras criticar a Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, por su apoyo a Tsipras, Kanburis, que habla perfectamente castellano, insiste en el dogma: «Hay que aplicar el memorándum para que nos ayuden». Jaque mate.

«Nos vemos en marzo»

No es solo que hubiese menos gente en los colegios. Es que los que se habían desplazado hasta allí se acercaban con menos ímpetu, como arrastrándose para cumplir con una rutina. En campaña se extendió la idea de que un Ejecutivo débil aguantaría poco. Que se mantendría lo justo para imponer los durísimos recortes previstos para los primeros meses de memorándum y que luego tendría que volver a convocar elecciones. «Nos vemos en marzo», bromeaba un miembro de Antarsya, partido extraparlamentario de la izquierda que pedía el voto en el exterior de un colegio en Peristeri, barrio popular del exterior. Hace dos meses, en el referéndum, solo había delegados del «No». Ayer también se habían colocado mesas de partidos del «establishment» heleno como Nueva Democracia o Pasok.

La confianza en la democracia está tocada en el país de Platón y Aristóteles. También la fe en sus socios europeos. «Nadie nos ayuda. El dinero que supuestamente debería llegar al país se queda en Europa. Y encima tenemos que pagar», afirmaba Nikos Zugras, votante de Nueva Democracia. Resulta paradójico que seguidores de los dos partidos que competían por la jefatura de Gobierno coincidiesen en el análisis. Obviamente, no comparten las recetas. No obstante, puede que ahí esté una de las explicaciones del auge de la extrema derecha. Dimitris, miembro de Amanecer Dorado, trataba de dar imagen de partido «razonable». Su crecimiento, sin embargo, mete miedo.